Libros

‘San Justino. Intelectual cristiano en Roma’


Una obra de Fernando Rivas Rebaque (Ciudad Nueva). La recensión es de Juan María Laboa

San Justino. Intelectual cristiano en Roma, un libro de Fernando Rivas, Ciudad Nueva

Título: San Justino. Intelectual cristiano en Roma

Autor: Fernando Rivas Rebaque

Editorial: Ciudad Nueva

Ciudad: Madrid, 2016

Páginas: 384

JUAN MARÍA LABOA | El siglo II resulta muy importante en el desarrollo del cristianismo, en el asentamiento de su doctrina y en sus relaciones con la autoridad imperial y con la cultura imperante. En esta centuria nace el canon de los escritos de la nueva religión y se organizan los ministerios eclesiales. Justino, uno de los personajes relevantes del siglo, con sus escritos y enseñanza, supo defender y situar hábilmente al cristianismo en una sociedad desconcertada por su presencia y muy hostil a sus modos de pensar y vivir.

Fernando Rivas, profesor de Cristianismo primitivo en la Universidad Pontificia Comillas, asiduo huésped de la Universidad de Oxford y miembro de un interesante grupo de especialistas españoles en esta materia, nos presenta un libro novedoso, bien estructurado y enriquecido con sus exhaustivas lecturas, con lenguaje narrativo y accesible sin perder en ningún momento autoridad.

Justino escribió cuatro textos, de los que han llegado hasta nosotros tres: dos apologías y el diálogo con Trifón. Su escrito contra las herejías se perdió en el camino, pero el autor suple su pérdida con los mil rastros que aparecen en otros escritos. Las apologías responden a las variadas acusaciones que los romanos dirigían a los cristianos; el tercero consiste en un diálogo denso y conflictivo con el judío Trifón; y el cuarto, desaparecido, aborda las numerosas herejías activas en el campo cristiano y las acusaciones y argumentos de nuestro protagonista, argumentos que crearon escuela en unos siglos conflictivos.

En este estudio, el autor intenta superar la primera dificultad que todo lector no experimentado encuentra en estas obras tomadas tal cual han llegado a nosotros: su complejidad y alejamiento de los intereses y preocupaciones actuales. Para conseguirlo, elabora una atractiva biografía de Justino, situando en su marco adecuado todos los datos que aporta, dándonos a conocer qué estudió en su ansia de ser filósofo, cómo se convirtió al cristianismo en este intento de conocer la verdad y la existencia de Dios, y cómo dedicó su vida a enseñar la doctrina de Jesús, explicándola con su capacidad filosófica y teológica.

Fernando Rivas convierte las apologías en el interrogatorio que sufre Justino por parte del prefecto romano. Él conocía la muerte de Policarpo en Esmirna y era consciente del destino que le esperaba. Descubrimos los juicios peyorativos y las acusaciones de los paganos contra las costumbres y doctrinas cristianas y gozamos con las respuestas de Justino. Para los romanos, resultaba intolerable la superstición cristiana, nueva, maléfica y perversa; la suficiencia de los cristianos, convencidos de que poseían la verdad y, sobre todo, la novedad de sus supersticiones, cuando toda religión según los romanos era tan antigua y tradicional como el pueblo que la practicaba.

En efecto, el acusador afirmó que para ellos lo nuevo era siempre sinónimo de pernicioso: “Por eso desconfiamos de todo lo que suene a innovación”. Qué familiar nos resulta esta sentencia romana del Nihil innovetur, tan repetida por los cristianos cuando dominaron la sociedad.

Fernando Rivas introduce con arte y claridad los temas y argumentaciones que utilizaban los apologetas para presentar el cristianismo de manera amable y perfectamente razonable.

Interpretaciones

Me ha gustado especialmente el rifirrafe entre el judío Trifón y el cristiano Justino. Se trata de uno de los temas más interesantes del cristianismo primitivo. ¿Quién tiene más derecho para interpretar las Escrituras? ¿Pueden ser interpretadas a partir de Cristo?

Los judíos consideraban que los cristianos manipulaban la Escritura para que encajara con Cristo, para rechazar la dignidad del pueblo judío como elegido, para indicar la superioridad de los cristianos frente a la seguridad injustificada judía. Resulta apasionante, en efecto, cómo los cristianos se apoderan de la Biblia para rechazar tanto la acusación romana de ser una religión nueva como el convencimiento judío de seguir siendo el pueblo elegido. Para conseguirlo, autores cristianos, que en su mayoría provenían del paganismo, consiguen dominar los libros sagrados y encajar en ellos la figura y la realidad de Cristo. Esto se consigue más tarde, pero constatamos que ya Justino es un autor muy representativo del intento.

La última parte constituye una cristología deliciosa, en la que aparece, por una parte, de manera límpida y transida de profecías del Antiguo Testamento, la íntima relación de Cristo con lo narrado y defendido en los libros santos, y señalando, por otra, su concepción de Jesucristo como Logos de Dios y de que todos hemos sido creados de acuerdo al Logos.

Publicado en el número 3.030 de Vida Nueva. Ver sumario

Actualizado
31/03/2017 | 00:10
Compartir