Denuncia episcopal: “El pueblo congoleño está perdiendo la paciencia”

protestas en República Democrática del Congo durante la firma de los Acuerdos de San Silvestre entre el gobierno y la oposición con mediación de la Iglesia para que Kabila deje el poder

Los obispos anuncian la firma de otro acuerdo que posibilite la formación de un nuevo gobierno

protestas en República Democrática del Congo durante la firma de los Acuerdos de San Silvestre entre el gobierno y la oposición con mediación de la Iglesia para que Kabila deje el poder

Protesta durante
la firma del Acuerdo de San Silvestre

ALBERTO EISMAN | El pasado diciembre, gracias a la mediación episcopal, la República Democrática del Congo abría el camino hacia una transición pacífica con el Acuerdo de San Silvestre, según el cual el presidente Kabila no se presentaría a las próximas elecciones y se constituiría un Consejo Nacional de Transición. Sin embargo, si en su día se consideró un paso fundamental para poner fin a un tiempo de gran incertidumbre política, con el discurrir de las semanas se pudo comprobar que Kabila, arropado por su grupo Mayoría Presidencial (MP), haría todo lo posible por torpedear los puntos del acuerdo.

Ante esta situación, los representantes eclesiales han actuado con cautela y admirables dosis de resiliencia, a pesar de que ciertos elementos del espectro político habrían deseado que sus labores mediadoras hubieran cesado meses atrás. Por otra parte, los recientes brotes de violencia en diferentes partes del país parecen obedecer a intentos –del Gobierno y de la oposición– de hacer descarrillar el débil proceso de paz. Ataques de los que tampoco ha salido indemne la Iglesia: a finales de febrero, en Kinshasa, la capital, fue atacada la casa de los Oblatos de María Inmaculada, y se profanó y destruyó la parroquia de Santo Domingo; y fue asaltado el seminario de Kananga.

Mientras la Iglesia católica sigue mediando entre el Gobierno y la dividida oposición, para poder alcanzar el acuerdo que siente las bases para un gobierno de unidad nacional, la muerte del veterano líder Etienne Tshisekedi, el pasado febrero en Bruselas, desató viejas rencillas entre las filas opositoras, que querían apropiarse de su legado y su relevante papel.

En este contexto, el presidente del Episcopado, Marcel Utembi, se lamentaba de que los participantes en el proceso de normalización política “piensen más en los puestos ministeriales que en los intereses de los congoleños”, perdiendo un tiempo precioso en temas de cargos y prebendas, mientras la situación en la calle sigue siendo tensa e incierta.

Finalmente, el vicepresidente de los obispos, Fridolin Ambongo, anunciaba el 21 de marzo que, el próximo día 27, se procederá a la firma del esperado acuerdo previo a la formación del nuevo gobierno, condición clave para normalizar la frágil situación política del país. Este acuerdo incluye puntos relativos a la presidencia del nuevo ejecutivo, mecanismos internos de monitorización y el procedimiento a seguir para designar al nuevo primer ministro.

No habrá visita papal

A toda esta intrincada coyuntura se añadía hasta hace poco la perspectiva de una visita papal. Durante su viaje al Vaticano en septiembre de 2016, el presidente Kabila había invitado oficialmente al papa Francisco a que visitara el país en junio o julio de este año, pero en las últimas semanas, en una entrevista con el semanario alemán Die Zeit, el Pontífice confirmó la anulación del viaje, añadiendo literalmente que “las cosas [con Kabila] no están bien”.

Aunque el portavoz oficial congoleño alegaba “motivos internos de seguridad”, el gesto es interpretado por observadores vaticanos como un intento de evitar que la presencia del Papa pueda ser interpretada como una expresión de apoyo al presidente y se convierta en “un balón de oxígeno” ante la desidia de un Gobierno que está haciendo lo posible por dilatar y ralentizar la puesta en práctica de los acuerdos con otros grupos políticos.

Publicado en el número 3.029 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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