‘El fundador’

fotograma de la película El fundador

fotograma de la película El fundador

J. L. CELADA | Solo era cuestión de tiempo que la poderosa industria de Hollywood, siempre dispuesta a ensalzar las bondades del sueño americano, se fijara en una de las figuras que mejor encarna ese ideal del progreso. También por lo que representa para aquel país la corporación que este individuo puso en marcha allá por los años 50 del siglo pasado. Se trata de El fundador de McDonald’s, Ray Kroc (un espléndido Michael Keaton, que evoluciona con soltura del patético vendedor de batidoras al implacable hombre de negocios), protagonista del último trabajo de John Lee Hancock.

Concebida como un biopic al uso sobre este visionario que transformó una marca familiar en la mayor cadena de comida rápida del mundo, la historia nos traslada a la localidad californiana de San Bernardino, donde Dick y Mac MacDonald regentan una popular hamburguesería. Allí, con la cámara acompañando la perfecta sinfonía coral que hace posible la preparación y entrega de la comida con extraordinaria agilidad, el director rememora la trayectoria de estos hermanos “hechos a sí mismos” –otro rasgo común al subgénero de triunfadores anónimos–, mientras nuestro obstinado comercial va trazando su ambicioso plan: abrir franquicias del establecimiento de costa a costa.

Por el camino, sin embargo, deberá hipotecar su casa y superar un divorcio, pero, fundamentalmente, enfrentarse a las reservas de los pioneros (¿mejor tener un gran restaurante o cincuenta mediocres?, ¿cómo controlar la calidad del producto con un crecimiento exponencial?…). Dudas y opiniones encontradas que la cinta maneja con ritmo y oficio, imprimiendo la justa tensión dramática a los acontecimientos. Aunque, eso sí, desaprovechando la ocasión para ahondar en las contradicciones y miserias morales de cierta prosperidad que depreda la dignidad en nombre de los sueños.

Porque El fundador es un interesante vehículo para conocer la génesis de los “nuevos templos” de la comunidad, coronados por esos arcos dorados que jalonan la geografía norteamericana junto a la cruz de la iglesia y la bandera del juzgado. Pero no basta con proclamar los beneficios de la tenacidad por encima del genio, del talento o de la educación. Menos aún, adornarlos con consignas lapidarias (“la ambición es la esencia de la vida”, “la suerte sonríe a los valientes”…) para defender la necesidad de “pensar a lo grande”. Un episodio como el que nos ocupa no puede ser objeto de una narración aséptica y sin una mínima carga ética.

Nadie debería renunciar a perseguir sus sueños, pero la oportunidad de escalar hasta la cima del éxito deja tras de sí preguntas ineludibles ante las que no podemos permanecer indiferentes. Tampoco el cine. Con mucha más razón si, como ya anunciaba el propio Kroc, en este mundo competitivo no es la ley del más fuerte la que impera, sino la ley del más desalmado. Incluso, a golpe de hamburguesa.

FICHA TÉCNICA

Título original: The founder

Dirección: John Lee Hancock.

Guión: Robert D. Siegel.

Fotografía: John Schwartzman.

Música: Carter Burwell.

Producción: Don Handfield, Aaron Ryder.

Intérpretes: Michael Keaton, Nick Offerman, John Carroll Lynch, Linda Cardellini, B. J. Novak, Laura Dern, Justin Randell Brooke, Katen Kneeland, Patrick Wilson, Griff Furst.

Publicado en el número 3.028 de Vida Nueva. Ver sumario

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