Los obispos se mojan por lo social

Jesús García Burillo apoya al sindicato de Nissan, mientras Fidel Herráez clama contra los hogares ‘sin luz ni calor’

Jesús García Burillo obispo de Ávila con el Comité de Empresa de Nissan y Fidel Herráez arzobispo de Burgos en una manifestación contra la pobreza energética

A la izquierda, Jesús García Burillo. A la derecha, Fidel Herráez

RUBÉN CRUZ | Preocupado por el empleo. Así se mostró Jesús García Burillo, el obispo de Ávila, en una carta escrita tras su encuentro con el Comité de Empresa de Nissan el pasado 24 de febrero. “Me siento verdaderamente unido a vosotros y a todo el mundo del trabajo”, explicó el prelado.

La realidad es que la multinacional nipona tiene una planta que da trabajo a 500 personas en Ávila. En ella fabrica dos vehículos, uno que van a dejar de hacer y otro cuya producción finalizará en 2019, por lo que los trabajadores temen un despido masivo o la reubicación en otras centrales del grupo en España. Un cierre que no afectaría solo a estas 500 familias, sino también a las otras casi 500 que viven indirectamente de esta central. “A la larga, repercutiría directamente en las posibilidades para nuestros jóvenes, pérdida de capital humano y un empobrecimiento general de la sociedad”, clama el obispo.

Los trabajadores de Nissan, en contacto con la HOAC, pidieron verse con el obispo. “El sindicato nos ha mostrado su agradecimiento por el apoyo. Eran un gesto que no se esperaban de la Iglesia”, explica a esta revista Antonio Gallardo, responsable diocesano de Difusión de la HOAC. Y es que, además del encuentro con el prelado, la pastoral obrera de Ávila organizó un acto de apoyo a los trabajadores al que acudieron alrededor de 500 personas.

García Burillo hizo un llamamiento a los responsables de Nissan para que mantengan el empleo. Y a los trabajadores de la factoría les pidió que “mantengan el talante dialogante y constructivo en la defensa de sus puestos de trabajo, de su futuro y de sus familias, en definitiva de la ciudad de Ávila”.

Compromiso cristiano

Por su parte, Fidel Herráez, arzobispo de Burgos, encabezó la manifestación organizada por la Cáritas diocesana para clamar contra la pobreza energética. Bajo el lema Ningún hogar sin luz ni calor, la Iglesia burgalesa salió a la calle el 2 de marzo, porque, como se puso de manifiesto en la concentración, entre 2008 y 2014, el precio de la electricidad se ha incrementado un 73% en España, mientras que el del gas lo ha hecho un 67%.

Alrededor de 400 personas recorrieron las calles del casco viejo y escucharon las palabras de su obispo: “La Iglesia diocesana no puede ser insensible con las realidades que está viviendo día a día tanta gente en Burgos y más allá de esta diócesis”. Al mismo tiempo, pidió que “el signo de unión sea afectivo y efectivo” con los que peor lo están pasando.

Cáritas pidió el compromiso de todos a través de una colecta, que recaudó 5.748,30 euros, según confirmó a Vida Nueva Myriam García, directora del Departamento de Formación Sociopolítica. Este montante servirá para seguir prestando apoyo a estas familias. Solo en 2016, 345 han recibido ayudas de Cáritas para pagar la electricidad (38.148 euros) y 152 para el pago de sus facturas de calefacción (13.809 euros).

“No estamos acostumbrados a que la Iglesia diga esto en la calle. Había religiosos, sacerdotes, familias… Acudían todos a la llamada del obispo, porque es muy importante que él esté con su gente”, explica a esta revista José Luis Lastra, vicario de Pastoral. Este gesto público se repetirá los jueves de ceniza de los próximos años, porque “hay que dejar claro, sin querer polemizar, que hay mucha gente pasándolo mal”, reconoce Lastra.

De hecho, la incapacidad para hacer frente al pago de la factura de la luz o la calefacción, la denominada pobreza energética, es uno de los rostros quizás menos visibles de la pobreza.

Publicado en el número 3.027 de Vida Nueva. Ver sumario