‘El viajante’

El viajante, fotograma de la película

El viajante, fotograma de la película

J. L. CELADA | Llega con el Óscar a la mejor película de habla no inglesa bajo el brazo. Viene de Irán, uno de los siete países musulmanes a cuyos emigrantes Donald Trump ha prohibido la entrada en Estados Unidos, una “inhumana falta de respeto” a la que su director, Asghar Farhadi, respondió no acudiendo a recoger la preciada estatuilla.

Ausencia que no le impidió enviar un mensaje a quienes se empeñan en dividir el mundo entre “nosotros” y “nuestros enemigos”: “Las películas crean empatía entre las personas, una empatía que necesitamos ahora más que nunca”. Y las suyas, aunque con resultados diversos, siempre buscan cultivar esa capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos.

El viajante –que así se titula este último trabajo– no es una excepción. Tras su escala en París con El pasado (2013), el director de A propósito de Elly (2009) y, sobre todo, de la también oscarizada Nader y Simin, una separación (2011) regresa a su patria para contarnos otra historia de resonancia universal, que no entiende de fronteras ni nacionalidades. Sí de relaciones sometidas a la erosión de las tormentas cotidianas.

Las grietas del edificio evacuado por temor a derrumbe constituyen la inequívoca metáfora de las fracturas que irán socavando, ya en el nuevo hogar, la convivencia de la pareja protagonista, cabeza de cartel de una representación teatral de Muerte de un viajante. Entre ensayo y ensayo del clásico de Arthur Miller, un desgraciado suceso, cuyo origen nos remite a la vida licenciosa de la antigua inquilina, introduce un giro dramático en el día a día de ese profesor de instituto (Shahab Hosseini, mejor actor en Cannes) y de su esposa.

Un móvil, un manojo de llaves y un fajo de billetes le bastan al director y guionista iraní para poner en escena –en las tablas y fuera de ellas– las consecuencias de tan traumática experiencia: preguntas, dudas, sospechas, desconfianza, silencio, distanciamiento… Actitudes y reacciones que van colándose poco a poco por las fisuras del matrimonio, poniendo de relieve su deterioro, mientras Farhadi incorpora sus habituales pinceladas neorrealistas, con los vecinos –solidarios o cotillas, según convenga al desarrollo de los hechos– como impagables aliados.

No alcanza la maquinaria narrativa de El viajante ni la complejidad ni la perfección de una obra maestra como Nader y Simin, una separación, pero sus debilidades pasan a un segundo plano cuando la cinta se encamina hacia su desenlace. Tentaciones, humillaciones, ajustes de cuentas, venganza, perdón… se dan cita en una secuencia absolutamente conmovedora.

Si el consejo ignaciano sugería no hacer mudanza en tiempo de tribulación, la recomendable película de Farhadi nos enseña que, en esta época de mudanzas –no solo de cambios de piso–, tan importante como encontrar el sosiego del alma es tratar de empatizar con cuantos se cruzan en nuestro camino. Quizá porque una cosa depende necesariamente de la otra.

FICHA TÉCNICA

Título original: Forushande

Guión y Dirección: Asghar Farhadi.

Fotografía: Hossein Jafarian.

Música: Sattar Oraki.

Producción: Alexandre Mallet-Guy, Asghar Farhadi.

Intérpretes: Shahab Hosseini, Taraneh Alidoosti, Babak Karimi, Farid Sajjadi Hosseini, Mina Sadati, Maral Bani Adam, Mehdi Koushki.

Publicado en el número 3.027 de Vida Nueva. Ver sumario

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