Tolerancia cero frente a los abusos sexuales

 

Obispos colombianos reciben curso de parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe

Un grupo de obispos colombianos, entre ellos quienes ocupan sus sedes desde hace menos tiempo, participó en un encuentro sobre reacción ante casos de abusos sexuales a menores por parte de clérigos.

La actividad, una iniciativa del nuncio apostólico en Colombia, Ettore Balestrero, estuvo a cargo del catalán Jordi Bertomeu, oficial de la sección disciplinaria de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y se llevó a cabo en Bogotá, entre el 3 y el 5 de febrero, en instalaciones de la Conferencia Episcopal.

Uno de los objetivos de la reunión fue estudiar de manera colectiva cómo mejorar la política eclesial de prevención de estos delitos en ambientes eclesiales, como colegios y seminarios. Igualmente se analizó la legislación católica que indica cómo proceder frente a una acusación de abuso sexual, con el fin de que se establezca justicia.

“La Iglesia tiene un compromiso público y manifiesto de tutelar los derechos de todos los fieles, pero sobre todo de los más vulnerables: los menores de edad o aquellos adultos con especiales problemas de tipo síquico”, señaló el padre Bertomeu, en conversación con Vida Nueva. Los obispos están obligados a conocer cómo se propone la Iglesia tratar estas situaciones; la institución debe recomendar a la víctima denunciar al abusador ante el juez civil. Todo caso de abuso sexual ha de ser comunicado al Vaticano, dado que estos hechos están reservados a la Santa Sede y no proscriben, a diferencia de lo que ocurre en instancias no católicas.

Según el sacerdote, anualmente llegan a la Curia Romana entre 250 y 300 señalamientos de abuso sexual contra menores. Hay casos que nunca se resuelven debido, entre otras razones, a que la víctima no se atreve a denunciar.

Bertomeu explica los abusos por parte de miembros del clero haciendo mención de la trivialización del sexo en la sociedad contemporánea. A su parecer, la formación inicial debe abordar este tema con claridad. “No podemos continuar con una política de esconder; de no decir, para que no quede mal la Iglesia; la Iglesia ya está mal y cuando hay un delito de este tipo, ha sido lesionada muy gravemente”, afirma. “No podemos salir a excusar al sacerdote ni a inculpar al menor (…) el presbítero tiene una obligación, que es ser padre y facilitar a los fieles que sean santos”. Por eso insiste en que el sacerdote que abusa de un menor no sólo lo ataca a él, sino también a la Iglesia en su conjunto y al sacramento del orden.

El padre Juan Álvaro Zapata, secretario adjunto de la Conferencia Episcopal de Colombia, explica que desde 2010 la Iglesia Católica del país ha trabajado intensamente la política de “tolerancia cero” con relación al abuso sexual por parte de clérigos. El tema se ha tratado especialmente con los rectores de los seminarios mayores y con los obispos. Ha habido un interés por fortalecer el acompañamiento de la dimensión humana, para clarificar qué experiencia deben madurar los candidatos al sacerdocio, con el fin de que quienes lleguen al ministerio ordenado sean las personas idóneas. La lectura del padre Zapata sobre la pedofilia es tajante: se trata, a su parecer, de una enfermedad que alcanza la estructura misma de la persona; si bien no está asociada directamente a ninguna forma de vida, la Iglesia Católica debe dolerse cuando los abusos tienen lugar en su seno, buscar el modo de sanar las heridas y evitar que haya más afectados.

Miguel Estupiñán

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