Las predicciones sobre la renuncia de Benedicto XVI

Símbolos, sucesos, personajes ficticios… Un gesto de Joseph Ratzinger en 2006 y una enigmática novela parecen ser un anticipo de su histórica renuncia hace 4 años.

EMILIO RODRIGUEZ ASCURRA @licenciadamente

“La realidad supera la ficción”, es una afirmación trillada, sin embargo, muchas veces podría pensarse desde una óptica alternativa, algo así como lo proponía Julio Verne: “todo lo que un hombre puede imaginar, otros pueden hacerlo realidad”. Esta parece ser la posibilidad para entender cómo muchos sucesos que han marcado la historia han sido “anticipados” por la literatura y, por tratarse de simbólicos hechos, pasaron inadvertidos frente a los ojos del público.

La novela del reconocido escritor australiano Morris West (1916-1999), Las sandalias del pescador (Ediciones B, 2001), publicada en 1963 y llevada al cine años después, narraba la historia de un obispo ucraniano condenado a trabajos forzados por los soviéticos, que años más tarde es convocado por el Papa para ser creado cardenal y suceder al fallecido Pío XIII, asumiendo así el desafío de ser el Papa en un tiempo de una guerra de espionaje entre soviéticos y americanos.

Las coincidencias con la historia del papa Juan Pablo II, llegado al pontificado en 1978 también desde un país del este europeo, habiendo padecido la violencia comunista y afrontado la Guerra Fría, entre otras, nos resulta hoy, a la distancia, premonitoria.

Pero no sólo este ha sido el curioso anticipo revelado por la literatura respecto de acontecimientos puntuales en la historia reciente de la Iglesia. La renuncia del papa Benedicto XVI, ocurrida hace 4 años, parece ser el centro de numerosas conjeturas y versiones respecto de sus motivos, incluso de complejas especulaciones apaciguadas por el propio protagonista, quien afirma en Últimas conversaciones con Peter Seewald (Mensajero, 2016) que “para mí la evidencia era tan grande que no hubo ninguna lucha interior especialmente intensa”.

 

El ficticio Pietro de Paoli

El filósofo italiano Giorgio Agamben, en su libro El misterio del mal. Benedicto XVI y el fin de los tiempos (Adriana Hidalgo editora, 2013), ha intentado mostrar las similitudes existentes en las renuncias del papa Celestino V, el primero en renunciar al trono de Pedro en 1294, y el alemán Ratzinger, al comparar lo expresado en sus cartas de renuncia, en ellas ambos coinciden “en la debilidad del cuerpo”, en el caso del primero, y en que “por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para llevar adelante el ministerio petrino”, en el caso del segundo.

Pero hay un hecho apenas conocido que Agamben destaca al comienzo de su obra y que, de haber sido interpretado de otra forma, tal vez en la mañana del 13 de febrero del 2013 muchos no nos hubiéramos quedado estupefactos.

El 4 de julio de 2009, en su visita a la basílica Santa María di Collemaggio, donde había sido coronado Celestino V –y trasladados sus restos en 1317–, el papa Benedicto XVI se quitó el palio y lo depositó sobre su tumba, como anticipando la posibilidad de la decisión que sopesara y anunciara años después.

Escribir acerca de este gesto luego de los hechos no parece demasiado original, sin embargo, pocos se percataron del mismo. Aunque sí aparece una novela adjudicada a monseñor Pietro de Paoli, –seudónimo adoptado por el propio autor al afirmar que bajo ese nombre “se esconde una personalidad que, debido a su posición en la Iglesia, no desea revelar su identidad”–, publicada en 2006, un año más tarde de la elección de Ratzinger como papa, y titulada Vaticano 2035 (Grijalbo, 2006), en la que se narra la historia del papa Tomás, el primero en usar ese nombre, en la que aparece la cita: “…tras la inesperada renuncia de Benedicto XVI”, agregando a pie de página: “Benedicto XVI, para sorpresa general, abdicó el 16 de abril de 2007, el día de su octogésimo cumpleaños” (pág. 97).

La novela que inicia nutriéndose de hechos reales resulta no menos inquietante al hablar de la renuncia del Papa con tanta precisión, si bien sabemos que no se llevó a cabo ese mismo día, tampoco podría presuponerse que el autor anticipara sin dudas la futura decisión de Benedicto XVI o que, al menos, siendo algo más escépticos la sostuviera ficticiamente.

Una novela con poca trascendencia que pone en el llano un hecho conocido por todos y enigmático hasta lo más profundo, cuyo autor se describe como personaje ficticio, como secretario, guardaespaldas y hombre de confianza del papa Tomás I, –una especie de Paolo Gabrielle del momento–, de ágil pluma, conocedor de profundos secretos, y guardián poco celoso de su sigiloso trabajo.

Francisco, ¿de la ficción a la realidad?

Aun así, la elección del papa Francisco también parece haber sido, al menos en parte, anticipada. En su última novela, Eminencia (Buenos Aires, 2013), aparecida luego de su muerte, Morris West relata que un cardenal argentino, jesuita, de ideas más progresistas que su antecesor y “marcado por la dictadura de su país” parece ser el elegido para ser Papa, luego de que un el mayordomo del Romano Pontífice robara sus diarios personales y los vendiera a la prensa, tal como ocurrió con las cartas hurtadas a Benedicto XVI y publicadas en 2012.

Si bien el texto va por numerosos caminos, a grandes rasgos merece ser leído, aun cuando el acontecer cronológico de los hechos no sea exacto, el mensaje que queda de fondo propone numerosas preguntas.

 

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