Resistencias de cardenales

Cuatro cardenales expresaron sus críticas a Francisco en un cuestionario con cinco dubia –dudas, en latín– que a ellos les plantea Amoris laetitia. Y como no recibieron respuesta, las publicaron. Pero el Papa no se ha referido a ellas, a no ser en su discurso navideño a la Curia Romana como “resistencias ocultas que nacen de corazones petrificados” y “resistencia maliciosa que nace de mentes distorsionadas”.

Otros cuatro cardenales –uno de ellos, Gerhard Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe–, también se declararon en disidencia que Francisco calificó de “resistencia por parte de los rigoristas que se agarran solo a la letra de la ley”. Y trece cardenales, durante la celebración del Sínodo de 2015, hicieron público su disenso. Muchos más lo siguen haciendo sotto voce.

El más recalcitrante de los purpurados rebeldes es el estadounidense Burke, que en octubre de 2014 opinó que la Iglesia estaba “como una nave sin timón” y tras la publicación de Amoris laetitia declaró que no era “un acto del magisterio”. Ahora califica a Francisco de hereje y lo amenaza con “un acto formal de corrección de un error grave”.

El tema controvertido es si los católicos divorciados y vueltos a casar por lo civil pueden comulgar, pero el bochinche es solo la punta del iceberg del enfrentamiento entre un sector conservador de la jerarquía –¿los que prefieren hacerse venias en los corredores vaticanos y recibir homenajes de sus feligresías?– y un Papa que intenta hacer de la Iglesia “casa de misericordia y hospital de campaña” a sabiendas de las críticas que levanta su propósito y sin amedrentarse frente a las resistencias de sus opositores.

Isabel Corpas de Posada

Teóloga

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