Rusia, en su línea

Jesús Sánchez Camacho, periodistaJESÚS SÁNCHEZ CAMACHO | Periodista

En diciembre se cumplían 25 años de la disolución de la URSS. En 1991, Occidente esperaba la llegada de la paz y del entendimiento. Nadie suponía que, un cuarto de siglo después, las reformas de Gorbachov caerían en tierra estéril. Por el contrario, los que fueron testigos de esa transición auguraban un futuro prometedor para la Federación de Rusia. Sin embargo, a finales de 2016, la prensa occidental ha reflejado el iceberg de una crisis que el Kremlin venía labrando sin escrúpulos. Y ahora se ha hecho más perceptible con la posible implicación de Rusia en los ciberataques en la campaña electoral de Estados Unidos.

En unos días se cumplirán los 100 años de la Revolución de 1917. Una revuelta que, pretendiendo poner freno a la autocracia zarista de Nicolás II, evolucionó hacia el fracaso de una URSS generadora de atrocidades como las de los gulags. El 2 de febrero de 1967 (VN, nº 560), Antonio Alférez evaluaba los 50 años de la URSS, reconociendo algunos logros que palidecían “a la hora de ser enfrentados a las lacras del nuevo Estado”: la implacable censura ideológica y la carente libertad religiosa.

La anexión de Crimea, la guerra de Siria y los presuntos ataques cibernéticos son síntomas de una Rusia que vuelve a dar la espalda al resto del mundo. Y debe darse cuenta de que el camino es mejor andarlo con quienes construyen puentes de paz, y no muros de división.

Publicado en el número 3.022 de Vida Nueva. Ver sumario

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