Editorial

Peajes para la comunión

Compartir

portada VN Entrevista a Bernard Fellay lefebvrianos 3022 febrero 2017 pequeña

EDITORIAL VIDA NUEVA | Desde que en 2009 Benedicto XVI levantara la excomunión de los obispos consagrados por Marcel Lefebvre, no se había vivido una etapa de mayor acercamiento entre la Santa Sede y la Fraternidad San Pío X. Sobre la mesa se encuentra la fórmula de la prelatura personal como penúltimo paso para la plena comunión con Roma. Sin embargo, el camino no parece del todo allanado con el fin de lograr que “todos seamos uno, para que el mundo crea”.

Así lo revela el superior general de este movimiento, Bernard Fellay, que en una entrevista en exclusiva con Vida Nueva reconoce que, si bien no encuentra “obstáculo insalvable para un reconocimiento canónico”, sí hay líneas rojas “en las que no cederemos”. Y no son precisamente asuntos baladíes: el diálogo interreligioso y el ecumenismo, la reforma litúrgica y la relación Iglesia-Estado. Desde ahí, preocupa su grado de adhesión real al Concilio Vaticano II. “Que Roma nos acepte tal y como somos” es el peaje que defiende Fellay para dar por superadas estas vicisitudes entre magisterio y tradición.

Cabe preguntarse si desde la Fraternidad San Pío X
hay un empeño real en acortar distancias
cuando todavía se cuestiona la eclesiología conciliar.

Desde la Santa Sede se han multiplicado los gestos de acogida, como la reciente validez de la absolución sacramental de los sacerdotes lefebvrianos. La Fraternidad, por su parte, ha mostrado cierto acercamiento en relación a la obediencia al Papa y a los sacramentos celebrados con el Novus Ordo, fruto del Vaticano II.

Se seguiría así la máxima marcada por Evangelii gaudium para “desarrollar una comunión en las diferencias”. La cultura del encuentro en términos intraeclesiales conlleva reconocer la diversidad y creer que esta acogida, lejos de dispersar y recalar en un “todo vale”, construye familia. Animados por el Espíritu, habrá que confiar y velar para que, como subraya la exhortación apostólica, desde el actual disenso con los lefebvrianos se pueda alcanzar “una cultura pluriforme que engendre una nueva vida”.

Este concepción poliédrica del Pueblo de Dios no rehúye el conflicto, pero sí afrontarlo desde una apuesta por la integración de la singularidad del otro. Para ello, esta huída de la bipolaridad conceptual ha de materializar en actitudes y acciones, en una apertura al diálogo por ambas partes, no en que se suscriba un monólogo. Y es ahí desde donde cabe preguntarse si desde la Fraternidad San Pío X hay un empeño real en rebajar la tensión, en acortar distancias, sobre todo cuando todavía cuestiona la eclesiología conciliar, en la que se asienta, precisamente, esta mirada teológica de Francisco. Entre otras cosas, porque como apunta a esta revista el máximo responsable vaticano de las relaciones con la Fraternidad, Guido Pozzo, “un buen católico no puede rechazar el Concilio”.

Publicado en el número 3.022 de Vida Nueva. Ver sumario

 


LEA TAMBIÉN: