Francisco reivindica a Lutero en la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos
ANTONIO PELAYO (ROMA) | La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos (18-25 de enero) de este año revestía un significado muy particular para Francisco. En la audiencia del miércoles 18, al saludar a los participantes en el Itinerario Ecuménico Europeo, recordando la oración ecuménica en la que participó en su reciente viaje a Suecia, les dijo: “En Europa esta fe común es como un hilo verde de esperanza: nos pertenecemos los unos a los otros. Comunión, reconciliación y unidad son posibles. Como cristianos, tenemos la responsabilidad de este mensaje y debemos testimoniarlo con nuestra vida. Dios bendiga esta voluntad de unión y custodie a todas las personas que caminan por la senda de la unidad”.
Tras el ángelus del domingo 22, recordó que el lema de este año para la Semana es Reconciliación. El amor de Cristo nos apremia, y que el 25 clausuraría el acontecimiento con la tradicional ceremonia en la Basílica de San Pablo Extramuros, en la que “participarán hermanos y hermanas de las otras Iglesias y comunidades cristianas que están presentes en Roma. Os invito a que perseveréis en la oración para que se cumpla el deseo de Cristo: ‘Que todos sean una sola cosa’”.
Pero fue el jueves 19 cuando el Papa explicitó los motivos por los que consideraba excepcional esta cita ecuménica. Ese día, en el que se celebra la memoria litúrgica de san Enrique, evangelizador de los países escandinavos, acude al Vaticano desde hace años una delegación ecuménica de Finlandia. La presidía este año el obispo luterano de Turku, Kaarlo Kalliala, y de ella formaban parte, entre otros, el metropolita de la Iglesia ortodoxa finlandesa, Elia de Oulu, y un grupo de católicos guiados por Teemu Sippo, obispo de Helsinki. Todos acompañados por el cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.
A las palabras del obispo luterano, que habló en español, respondió Bergoglio agradeciéndole que se hubiese hecho acompañar por algunos niños, pues “tenemos necesidad de su sencillez, porque ellos nos enseñarán el camino hacia Jesús”. Según el Pontífice, los niños son “maestros del diálogo en la vida cotidiana entre fieles de diferentes Iglesias”.
Evocó a continuación la ceremonia que tuvo lugar el 31 de octubre en la catedral luterana de Lund durante su visita a Suecia para recordar los comienzos de la Reforma: “Esta conmemoración conjunta de la Reforma ha tenido un significado importante en el plano humano y teológico-espiritual. Después de cincuenta años de diálogo ecuménico oficial entre católicos y luteranos, hemos conseguido exponer claramente las perspectivas desde las cuales podemos decirnos que estamos de acuerdo. Al mismo tiempo, sentimos vivo en nuestro corazón el arrepentimiento sincero por nuestras culpas. Con este espíritu en Lund, se recordó que el intento de Martín Lutero, hace 500 años, era el de renovar la Iglesia y no dividirla”.
Y añadió: “Preparando la conmemoración común de la Reforma, católicos y luteranos han tomado mayor conciencia de que el diálogo teológico sigue siendo esencial para la reconciliación y hay que continuarlo con constante empeño. (…) 2017, año conmemorativo de la Reforma, representa, para católicos y luteranos, una ocasión privilegiada para vivir de forma más auténtica la fe, redescubrir juntos el Evangelio y buscar y dar testimonio de Cristo con renovado impulso”.
Apertura del año judicial del Tribunal de la Rota
Por otro lado, también en enero se celebra tradicionalmente la apertura del año judicial del Tribunal de la Rota Romana. A primeras horas del sábado 21, el sustituto de la Secretaría de Estado, Angelo Becciu, celebró una misa en la Capilla Paulina a la que acudieron los prelados auditores y los abogados rotales, presididos por el decano, Pío Vito Pinto.
A continuación, en la Sala Clementina tuvo lugar la audiencia con el Santo Padre, cuyo mayor interés reside en el discurso que este pronuncia y que, de algún modo, fija las consiguientes directrices de la jurisprudencia rotal. El de este año lo resumían bien los titulares de L’Osservatore Romano y el Avvenire: respectivamente, “El amor necesita la verdad” y “Matrimonios frágiles: es necesario un catecumenado”.
Citando su encíclica Lumen fidei, Francisco afirmó que, “solo fundado en la verdad, el amor puede perdurar en el tiempo, superar el instante efímero y permanecer sólido para sostener un camino común. Si el amor no está en relación con la verdad, está sujeto al cambio de los sentimientos”. Luego acompañó esta afirmación con la siguiente invitación: “Quiero repetir la necesidad de un nuevo catecumenado de preparación al matrimonio. Acogiendo el deseo de los padres del último Sínodo de la Familia, es urgente que, así como en el bautismo de los adultos el catecumenado es parte del propio proceso sacramental, así también la preparación al matrimonio sea parte integrante de todo el procedimiento sacramental del matrimonio como antídoto que impida la multiplicación de matrimonios nulos o inconsistentes”.
800 años de los dominicos
Ese mismo día, por la tarde, el Pontífice celebró en la Basílica de San Juan de Letrán una eucaristía para recordar los 800 años de la fundación de la Orden de Predicadores por santo Domingo de Guzmán, aprobada por el papa Honorio III.
En su homilía, el jesuita Bergoglio advirtió a los dominicos que “nos movemos en la llamada ‘sociedad líquida’, sin puntos fijos, desquiciada, privada de referencias sólidas y estables, en la cultura de lo efímero, del ‘usa y tira’”. Argumentó después que la respuesta de Jesús y de la Iglesia era “el apoyo en medio de este ambiente líquido”, a condición de que “la sal no pierda su sabor y no se esconda la luz, porque ¡ay de la sal que pierde su sabor! ¡Ay de la Iglesia que pierde su sabor! ¡Ay del sacerdote, del consagrado, de la congregación que pierde su sabor!”.
Desconcierto ante la próxima JMJ
Finalmente, ha creado un cierto desconcierto el anuncio de que la próxima Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que tendrá lugar en Panamá en 2019, se celebrará del 20 al 27 de enero. Como ha explicado el cardenal Brian Farrell, la razón principal son las condiciones climatológicas del país centroamericano, ya que ese es el único período del año en que las lluvias no son incesantes y el calor es menos tórrido.
Es fácil prever que la presencia de jóvenes peregrinos desde Europa será menor, ya que son fechas escolares, pero los organizadores calculan que sí habrá un número muy alto procedente del norte y del sur de América. Será la tercera JMJ que se celebre en el nuevo continente; la primera tuvo lugar en Buenos Aires (1987) y la segunda en Río de Janeiro (2013).
- OPINIÓN: La edición semanal de ‘L’Osservatore Romano’, por Antonio Pelayo
Publicado en el número 3.021 de Vida Nueva. Ver sumario