David Cantero: “La fe es un antídoto al temor a la muerte”

David Cantero, periodista y escritor

Periodista y escritor, publica ‘El destino era esto’

David Cantero, periodista y escritor

ÁNGELES LÓPEZ | Es uno de los rostros de Informativos Telecinco. Este periodista de raza, que ya de niño jugaba a ser el reportero que luego fue, es además un hombre renacentista que ilustra, pinta, toca la guitarra y, sobre todo, escribe. A propósito de su última novela, El destino era esto (Ediciones B), charlamos con David Cantero.

PREGUNTA.- Con esta nueva novela cambia de registro, se mete de lleno en un ‘thriller’ con tintes románticos. ¿Cómo ha surgido este cambio?

RESPUESTA.- Todas mis novelas están llenas de romanticismo. Pero esta vez me apetecía hacer algo muy distinto, más sencillo de leer, una novela más ligera, más entretenida, más veloz, que transcurriera en la mente del lector con un ritmo más cinematográfico.

P.- Enhorabuena: ¡por fin leemos un libro en el que la debilidad de corazón la padece un hombre!

R.- Suele pasar en mis novelas. Mis protagonistas masculinos, a pesar de su hombría y su rudeza, sufren por amor, se turban, se debilitan. Muchas lectoras me felicitan por esa faceta mía que hace que los hombres también sufran la impaciencia y la debilidad del corazón.

P.- ¿Le da rubor escribir de amor?

R.- En absoluto, creo que todas las novelas giran en torno a eso y a la muerte. Las mías también. Creo que, en cierto modo, es inevitable escribir de amor, a todos nos toca, a todos nos afecta o nos afectó, a todos nos condiciona la vida muchas veces esa extraña pasión humana, esa debilidad, esa rareza de nuestra especie.

P.- ¿No echa de menos su etapa de reportero?

R.- No. Todo aquello quedó atrás, lo viví muy intensamente y en el momento preciso, en la edad precisa. Fue una larga y fructífera etapa (de más de 15 años) repleta de momentos muy duros y muy gratificantes, fueron tiempos divertidos y peligrosos, ser reportero supuso para mí una auténtica escuela de vida. Me permitió conocer bien África, pude viajar por muchos países de ese fascinante continente, más de veinte. Allí viví muchas experiencias inolvidables, casi incompartibles. Ser reportero me permitió viajar por todo el planeta como más me gusta hacerlo, trabajando, teniendo una “misión” que cumplir.

P.- Como periodista –y como ciudadano–, ¿qué opinión le merece el Papa?

R.- Conocí personalmente a Juan Pablo II, pude incluso charlar con él en muchas ocasiones, entrevistarle; era un hombre muy interesante. También me encantaría poder conocer y entrevistar a Bergoglio. Francisco ha supuesto una verdadera revolución en el Vaticano, es un hombre muy peculiar, de gran humanidad, un Papa muy distinto a todos, que aún puede darnos muchas sorpresas estando al frente de la Iglesia.

P.- No sé si le puedo preguntar si tiene algún sentido de trascendencia, de fe…

R.- Puede, cómo no. Tener fe en algo es fundamental para los seres humanos. Desde niño he estado convencido de la trascendencia humana, o he querido estarlo. La fe es una especie de antídoto ante el innato temor a la muerte. Creo que somos algo más que una compleja concentración de átomos, que un rarísimo amasijo de células, de tejidos, de fluidos y órganos. En nosotros habita algún tipo de esencia, llámelo alma o espíritu. He podido ver muchos cadáveres, he visto la muerte muchas veces y muy de cerca, y siempre que he contemplado a una persona recién fallecida he sentido lo mismo: ahí falta algo, algo se ha ido de ese cuerpo que ahora yace sin vida, sin ese brillo en los ojos. Quiero pensar que sí, que hay algo más que esta estúpida existencia terrenal. No lo sé. Espero que sí.

Dicto sentencia

  • “El judo, más que un deporte, es una verdadera pasión para mí. También cocino bastante bien desde niño, es otra de mis habilidades, pero no le veo un mérito especial, sale solo, como sale casi todo lo demás. Saco tiempo para todo de donde puedo, casi siempre restando horas al sueño”.
  • “De niño jugaba a que las cajas de cartón eran cámaras y ponía a mi hermano frente a ellas. Era algo muy singular, ya que en aquellos tiempos era algo rarísimo ver una. Ahora todos llevamos una en el bolsillo y es habitual ver cámaras por las calles…”.

Publicado en el número 3.020 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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