Biblioteca de la paz

Una iniciativa que evoca la memoria y la paz territorial

Como fruto de la suma de esfuerzos de diversas organizaciones y de un ejercicio de memoria, necesario en el país, la Redprodepaz creó la primera biblioteca especializada en desarrollo y paz, ubicada en la capital del país.

Su propósito no es otro que el de aportar, desde los saberes y experiencias que cada comunidad ha venido cimentando en la construcción de paz, a la anhelada paz nacional. Fundada en “una voluntad espiritual y social inquebrantable” desde el año 2002, la Redprodepaz, gestora de esta iniciativa, se ha definido como “un sistema de coordinación y articulación de la sociedad civil, con el gobierno, las empresas, las iglesias y la cooperación internacional, en función de construir una Nación en Paz desde procesos locales y regionales de desarrollo y paz territorial”. La Redprodepaz está presente en 585 municipios colombianos, a través de 25 entidades facilitadoras, 24 entidades de apoyo y más de 5000 organizaciones sociales vinculadas a procesos locales y regionales. En ese mismo horizonte, la biblioteca Alma Rosa Jaramillo, inaugurada el 5 de agosto de este año, se creó “para contribuir a la construcción de paz y así también rendir un homenaje a todas las comunidades y grupos de personas que dieron su vida por esta causa“. El material bibliográfico, audiovisual y digital con el que cuenta la biblioteca está catalogado en cinco líneas de acción: convivencia y reconciliación, desarrollo humano integral, territorio y ambiente, cultura y educación y gobernanza

Una puerta al conocimiento

Astrid López, integrante del Equipo de Construcción Social del Conocimiento de la Coordinación Nacional de la Redprodepaz, cuenta que el proyecto de crear la biblioteca surgió de la necesidad latente de compilar la información y los saberes sistematizados en las regiones sobre el tema de desarrollo y paz y tenerlos en un lugar específico al que la gente tuviera acceso de manera presencial o virtual. En su opinión, “el tema de paz en los últimos años se ha reducido a los acuerdos de paz y la construcción de paz abarca mucho más que eso”. Desde su experiencia, afirma que la paz “son procesos que se vienen desarrollando por las comunidades desde hace muchas décadas”. “Una biblioteca es una forma de abrir la puerta a ese conocimiento”, sostiene; por ello, considera fundamental hacer visibles los esfuerzos de paz de cada territorio, que se han sintetizado en: estrategias, proyectos, experiencias pedagógicas y metodologías de múltiples temas que pueden ser apropiadas en otros espacios. El material con el que cuenta la biblioteca es de aproximadamente 3.300 títulos. Va desde lo teórico y académico a lo audiovisual, práctico y lúdico, en temas como desarrollo integral sostenible, transformación de conflictos, equidad de género, educación y cultura, reconciliación y convivencia, entre otros. Las consultas del material impreso o digital se pueden hacer presencialmente en sala de la biblioteca o a través de un catálogo online (www.redprodepaz.net/Armadillo/) que cuenta con 481 documentos digitales. En el futuro se espera que el número de ejemplares y de títulos en la biblioteca crezca, para que se pueda hacer préstamo externo a través de una afiliación, que se establezcan alianzas con otras bibliotecas y centros de memoria para desarrollar eventos compartidos sobre temas como derechos humanos, entre otros, y que el espacio de la biblioteca sea un escenario muy activo para el lanzamiento de libros y de otras actividades culturales referidas a la construcción de paz.   

El alma de la biblioteca

La biblioteca Alma Rosa Jaramillo fue llamada así como homenaje a una mujer que dedicó su vida y su profesión a la defensa de los campesinos del Magdalena Medio. Lamentablemente, como muchos otros defensores de derechos humanos en Colombia, Alma fue asesinada. Águeda Plata Gómez, compañera de trabajo, recuerda que Alma había sido retenida por el ELN antes de haber sido asesinada por los paramilitares de la zona de Morales (Bolívar). En su recuerdo tiene grabado que el padre Jesús Rosales, párroco de la zona, fue a buscar a Alma por petición de sus hijos y que, según relató el sacerdote, el comandante paramilitar le dijo: “no la busque porque ya está muerta”. Alma Rosa fue asesinada el 29 de junio del año 2001 y en el contexto de terror y violencia de Morales fue la primera persona asesinada por los paramilitares cuyo cuerpo se pudo recuperar. Olga Lafaurié Jaramillo, madre de Alma, recuerda que ella siempre estuvo decidida a “hablar por los que no tenían voz, le daba tristeza las injusticias contra los campesinos, sobre todo cuando los desalojaban de sus tierras”. La creación de un espacio dedicado a la construcción de paz y desarrollo con el nombre de esta defensora de derechos humanos ha sido para su familia “un aporte a la anhelada reparación” y un justo reconocimiento a una persona que “dio hasta su vida por los más desfavorecidos, porque todos tuviéramos más de equidad en la vida”. Para Amparo Cadavid, amiga y compañera de trabajo de Alma, la creación de esta biblioteca evoca “la vida de una mujer colombiana, abogada, compañera, una luchadora por los derechos, por el desarrollo y la paz”. En palabras de otro amigo y compañero, Ubencel Duque, la biblioteca “es una respuesta humana, de cariño, de amor, de solidaridad, de reconocimiento, pero al mismo tiempo de la búsqueda de la verdad, de la búsqueda de reconciliación y una manera de decir que estas cosas no deben pasar, no deben seguir pasando en este país”.

Iniciativas culturales como la biblioteca Alma Rosa Jaramillo nos hablan de la necesidad de comunicar las experiencias de construcción de paz que se han gestado desde la creatividad y el trabajo arduo en muchas regiones; además, nos invitan a sacar el concepto de paz de las 310 páginas del Nuevo Acuerdo y entenderlo a la luz del camino construido en cada comunidad, haciendo memoria especialmente de aquellos que dieron su vida para que todos tengamos el país que soñamos.

Su vida por la paz

La Redprodepaz reitera en su manifiesto de creación que la guerra en el país se “resistió gracias a muchas personas e iniciativas que trabajaron por el desarrollo de los territorios y una cultura de la no violencia aún en medio del conflicto armado”. No obstante, muchas de las personas que han resistido a la injusticia, al despojo y a la violencia en Colombia, como Alma Rosa Jaramillo, han sido asesinadas. Aunque la Fiscalía General de la Nación se sostiene en que “no existe un patrón común en las agresiones contra los defensores de derechos humanos y demás líderes sociales” en los últimos años, lo cierto es que en lo corrido del 2016, según cifras de las Naciones Unidas, 52 defensoras y defensores de derechos humanos han sido asesinados. De acuerdo con las denuncias de las organizaciones sociales, defensoras de derechos humanos, nacionales y regionales, la cifra asciende a los 75 homicidios. Respecto a esta cruda realidad María Emma Wills, asesora de la Dirección General del Centro Nacional de Memoria Histórica, sostiene que la cultura de los derechos humanos debería ser “entendida como el buen vivir que nos han enseñado los pueblos indígenas, que va más allá de pensar que todos somos iguales”, pero que en Colombia esta cultura no se tiene, porque se impone la mentalidad de pensar “por algo pasó”, cuando alguien muere víctima de la violencia.

Biviana García

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