Navidad es Navidad

Carlos Amigo, cardenal arzobispo emérito de Sevilla CARLOS AMIGO VALLEJO | Cardenal arzobispo emérito de Sevilla

El gozo y la alegría que sentimos y cantamos no tiene otro motivo sino el del nacimiento de Jesucristo. Si de luces se llenan las calles durante estas semanas, si fiesta se hace en el interior de las casas, si desborda la alegría, no es otra la razón que nos mueve sino la memoria del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo. No tenemos otro motivo. Y bien que nos basta este que tenemos. Paz y felicidad, sí, a los hombres, pero porque ha llegado Jesucristo.

Cuando en no pocos ambientes podemos palpar una especie de extraño rubor a la hora de hacer referencia a lo religioso y se buscan “alternativas culturales” para soslayar el nombre de Dios, para el cristiano, y para tantos hombres de buena voluntad, el misterio de Cristo llena por completo la historia y la vida.

Celebrar la fiesta de Navidad no solo es recordar con gozo el día en que el Hijo de Dios se apareció ante la humanidad, sino adentrarse en la profundidad del misterio para vivirlo en la admiración y en la gratitud. Navidad es aurora de un tiempo nuevo. El tiempo y la historia que se inauguran con el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo. El eterno se hace presente en el tiempo. El invisible aparece ante los ojos de los hombres. El inconmensurable nace del seno de la bienaventurada Virgen María.

Hubo un tiempo en el que no había christmas que se preciara que no te largara una serie de explicaciones acerca de lo que era la Navidad. Cuando se sonríe a la gente, es Navidad. Cuando acoges a un marginado en tu casa, es Navidad. Cuando… ¡es Navidad! Más que una felicitación, era como un amable tirón de orejas, una fraterna corrección por lo que había de ser recuerdo de un compromiso ineludible de atención al desvalido.

Sí, se percibe ese rubor a la hora de abordar lo que está aconteciendo en estas fechas desde el punto de vista religioso. Las luces en las calles son indefinidas, sirven para adornar cualquier fiesta. Y con las palabras sucede lo mismo. En el mejor de los casos, “felices fiestas”, pero de ninguna de las maneras ¡feliz Navidad!

Para el cristiano, y para tantos hombres de buena voluntad, es el misterio de la encarnación del Verbo. Cristo llena por completo la historia y la vida. Todo gira en torno a Cristo. Nada tendría sentido si no estuviera empapado y revestido de la fe en el Hijo de Dios.

Publicado en el número 3.016 de Vida Nueva. Ver sumario

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