El Maestro Mateo por fin en el Prado

escultura del Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago de Compostela del Maestro Mateo en una muestra en el Museo del Prado finales 2016

El Museo madrileño se abre por primera vez al artista más importante de la Catedral de Santiago de Compostela

escultura del Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago de Compostela del Maestro Mateo en una muestra en el Museo del Prado finales 2016

El Maestro Mateo por fin en el Prado [extracto]

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | El arte de la piedra –y la policromía– del Maestro Mateo ingresa en el Museo del Prado. Las manos y el ingenio que cincelaron el Pórtico de la Gloria habla de tú a tú a los más grandes pintores de todos los tiempos. “Fue capaz de convertir la dureza del granito en una de las obras de mayor expresividad de nuestra historia”, explica Ramón Yzquierdo Peiró, director técnico del Museo-Catedral de Santiago de Compostela y comisario de la exposición Maestro Mateo en el Museo del Prado.

La pinacoteca ha reunido de forma excepcional en dos salas –las 51 y 51 B del edificio Villanueva– las ocho estatuas –nueve, si se contabiliza la cabeza de un personaje bíblico sin identificar– que se conservan de la desaparecida fachada exterior del Pórtico de la Gloria, incluida la hallada en octubre como relleno de uno de los huecos de la torre de las Campanas. “Es un punto culminante de un proyecto de estudio y difusión de la figura del Maestro Mateo, un personaje fascinante, fundamental para la Catedral de Santiago y el arte de Galicia y europeo en la transición de los siglos XII al XIII”, según Yzquierdo Peiró. “Un sueño cumplido”, según Miguel Zugaza, exdirector del Museo del Prado.

La figura aún misteriosa del Maestro Mateo, como apunta el comisario de la exposición, es hoy más que un escultor, un pintor, un artista; es “un gran director de proyecto”: está considerado –“más acertadamente”, añade Yzquierdo Peiró– como quien llevó a cabo la “absoluta transformación” desde las perspectivas “artística, litúrgica, simbólica, ceremonial y funcional” del proyecto de la catedral románica de la ya entonces Archidiócesis de Santiago.

La muestra, en este sentido, arranca con el documento en pergamino por el cual, el 23 de febrero de 1168, el rey Fernando II de León concedía al Maestro Mateo una pensión vitalicia de cien maravedíes anuales. “Constituye la primera referencia expresa sobre el Maestro Mateo, quien ‘posee la primacía y el magisterio de la obra de la iglesia de Santiago’ –dice el texto–, y es el punto de partida para una etapa decisiva en la historia de la catedral”, según relata Yzquierdo.escultura del Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago de Compostela del Maestro Mateo en una muestra en el Museo del Prado finales 2016

Las tres grandes intervenciones

El Maestro Mateo debía concluir las obras de la catedral, comenzadas hacia 1075 bajo el reinado de Alfonso VI y el episcopado de Diego Peláez, además de “ejecutar los trabajos necesarios para adecuar el interior del santuario jacobeo de cara a su solemne consagración en el año 1211”, según el comisario. Su intervención fue asombrosa. “Además de completar la construcción de la catedral medieval con el cerramiento occidental, salvando el desnivel entre el templo y la actual Plaza del Obradoiro con la construcción de una cripta”, como explica Yzquierdo Peiró, Mateo y su taller ejecutaron tres grandes intervenciones: el Pórtico de la Gloria, la desparecida fachada occidental y el coro pétreo que ocupaba los tres primeros tramos de la nave central más otro ocupado por el trascoro.

La exposición, coorganizada por el Museo del Prado, la Real Academia Gallega de Bellas Artes y la Fundación Catedral de Santiago, centra la mirada en la fachada que el Maestro Mateo concibió para proteger la majestuosidad del Pórtico de la Gloria, su gran obra maestra: “Esa fachada occidental, la fachada exterior del pórtico, es muy poco conocida. Reunimos todas las esculturas que se conservan y algunos restos arquitectónicos que dan una idea de cómo era su estructura original”.

Esa portada fue modificada en el siglo XVI, entre 1519 y 1521, cuando fue inevitable construir puertas para cerrar la catedral de noche, que hasta entonces siempre había estado abierta a los peregrinos. “Fue obligado desmontar, entre otras piezas, las esculturas-columna y relieves situados en ellas por el Maestro Mateo y su taller para completar la decoración y el programa iconográfico del pórtico”, añade el también conservador del Museo-Catedral de Santiago.

La fachada mateana fue desmontada definitivamente a partir de 1738, cuando fue sustituida por la actual portada del Obradoiro, de factura barroca, obra de Fernando de Casas Novoa. El Prado ha logrado reunir por primera vez –y cinco siglos después– todas las piezas conocidas e identificadas como procedentes de esa primitiva portada occidental, cuya composición exacta aún se desconoce, y que se encontraban en la propia Catedral de Santiago, además de otras distintas instituciones, como el Museo de Pontevedra, y en colecciones particulares.

“Este proyecto tiene una clara vocación divulgativa, con el objetivo de difundir la singularidad del trabajo del Maestro Mateo en la basílica jacobea y su influencia en el arte medieval”, según insiste Yzquierdo Peiró. Así, se puede apreciar con detalle las estatuas-columna de los reyes David y Salomón, que han sido restauradas y desmontadas de la monumental escalinata de acceso a la catedral de Santiago, su actual ubicación. Junto a ellas se pueden ver las estatuas-columnas de dos profetas –probablemente, Isaac y Abraham, o, según otros, Ezequiel y Jeremías–, la estatua descabezada de Fernando II –que también está catalogada como de un rey bíblico o como Santiago Miles Christi–, las estatuas de Elías y Enoc o la recién hallada estatua-columna de la torre de las Campanas, además de la cabeza de un personaje bíblico sin identificar que perteneció a otra estatua-columna. Las piezas procedentes de esta fachada se culminan con dos dovelas con el castigo de la lujuria, que debieron de estar colocadas en los arcos laterales, y la reconstrucción a partir de varios fragmentos del gran rosetón o “espejo grande” que servía de eje a la portada. esculturas del Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago de Compostela del Maestro Mateo en una muestra en el Museo del Prado finales 2016

“Quizás el nombre del Maestro Mateo, sobre todo en Galicia, es muy conocido, pero necesita difusión y, sobre todo, investigar más en su figura, de la que conocemos muy poco”, admite el comisario. Esta primera exposición –abierta al público hasta el 26 de marzo– que se le dedica en el Prado se completa con otras dos piezas procedentes del coro pétreo de la nave central de la catedral, que fue sustituido en el siglo XVII por otro de madera: la extraordinaria estatua de san Mateo, hoy en el Museo Catedral, y el relieve con caballos del cortejo de los Reyes Magos procedente de la fachada del trascoro, en donde aún pueden verse restos de la rica policromía con la que el Maestro Mateo pintaba de dorados y vivos colores el granito que tallaba. Un pintor, un escultor, un artista, que por fin está en el Prado. Una ocasión única.

El hombre desconocido del Pórtico de la Gloria

El 5 de octubre de 2016, con motivo de los trabajos de retirada del relleno de tierra –efectuado en fecha incierta– en uno de los huecos de la torre de las Campanas de la catedral de Santiago, casi al nivel del pavimento del propio templo, se produjo el hallazgo fortuito de una estatua-columna “que, por sus características formales y estilísticas, procede con seguridad de la desaparecida portada mateana del Pórtico de la Gloria”, según el relato de Ramón Yzquierdo Peiró.

La escultura, una figura masculina que exhibe una cartela cuya inscripción ha desaparecido, es la que más expectación ha despertado en la exposición del Museo del Prado por su novedad. “Probablemente, es una de las piezas que tuvieron que retirarse en 1520”, afirma el comisario de la muestra. Aún no ha sido posible identificarla, entre otras razones, porque le falta la cabeza, “un hecho habitual por el que la imagen perdía su carácter sagrado y se convertía en simple piedra”, revela el conservador y director técnico del Museo-Catedral.

Publicado en el número 3.016 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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