Cláudio Hummes: “La naturaleza ya no aguanta más”

Cláudio Hummes, cardenal arzobispo emérito de Sao Paulo Brasil, prefecto emérito de la Congregación para el Clero y actual presidente de la Red Eclesial Panamazónica REPAM

Cardenal y presidente de la Red Eclesial Panamazónica

Cláudio Hummes, cardenal arzobispo emérito de Sao Paulo Brasil, prefecto emérito de la Congregación para el Clero y actual presidente de la Red Eclesial Panamazónica REPAM

Entrevista a Cláudio Hummes [extracto]

JOSÉ LUIS CELADA | Nos recibe en la sede de Cáritas Española en Madrid con la misma sonrisa que lució tras conocer la elección de su amigo Jorge Mario Bergoglio como Papa. El cardenal franciscano Cláudio Hummes (Montenegro, Rio Grande do Sul, 1934), arzobispo emérito de São Paulo (Brasil) y prefecto emérito de la Congregación para el Clero, preside actualmente la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) y ha estado en España para apoyar la campaña Si cuidas el planeta, combates la pobreza, con la que las entidades de Enlázate por la Justicia (Cáritas, CONFER, Justicia y Paz, Manos Unidas y REDES) se proponen contribuir al cambio del actual modelo de desarrollo. Ese que provoca la “cultura del descarte” tantas veces denunciada por Francisco.

PREGUNTA.- Han pasado casi cuatro años desde aquel “no te olvides de los pobres” que le susurró al cardenal Bergoglio durante el cónclave. ¿Estamos más cerca de esa “Iglesia pobre para los pobres” que soñaba el nuevo Papa?

RESPUESTA.- Creo que sí. Quizá no visiblemente, pero la Iglesia se dejó interpelar por los pobres y procura ponerlo más en práctica cada día. Está en un proceso de convencimiento, de cambio en el estilo de vida, pero no se hace por decreto. Y siempre muy animada por el ejemplo y las actitudes del Papa. Como Jesús, él nos recuerda que no podemos servir a dos señores: a Dios y al dinero.

P.- ¿Le sigue sorprendiendo el papa Francisco?

R.- Todos los días, sobre todo en ese querer vivir pobre y estar muy cerca de ellos. Siempre que puede, va a ver a los pobres, enfermos o a quienes tienen mayor necesidad. O visita un país que lo está pasando mal. Se decía que quería venir a Brasil el año próximo, pero no lo hará porque hay otros países que viven situaciones de mayor sufrimiento. Esas decisiones son una confirmación de por qué eligió el nombre de Francisco. Porque san Francisco de Asís es el santo de los pobres. De ahí su preocupación constante por ayudarlos, consolarlos, animarlos, abrazarlos… Y nosotros nos sentimos desafiados a hacer lo mismo.

P.- A la vista de este testimonio, ¿por qué hay tantas reticencias hacia sus reformas, especialmente entre algunos cardenales?

R.- No es nada admirable, pero en cualquier grupo humano es así. Y el Papa lo ve también normal. Pero una cosa es tener tu opinión diferenciada y otra promover la división, lo cual es inaceptable. Que haya puntos de vista diferentes, discusiones, diálogo…, el propio Papa dice que es muy saludable; pero cuando se empieza a perjudicar la unidad, eso no viene de Dios.

El cuidado de la casa común

P.- Junto a los pobres, otra de las inquietudes de Francisco –y así lo refleja su encíclica Laudato si’– es el medio ambiente. ¿Cómo valora el compromiso de la Iglesia con el planeta?

R.- San Francisco es el santo de los pobres, de la paz y del cuidado de la creación. Estos tres aspectos resumen los grandes empeños del Papa. Laudato si’ fue muy profética, tanto que nuestra REPAM la tiene como su carta magna. Francisco nos dio un texto que presenta nuevos aspectos sobre una cuestión no solo económica o política, sino de responsabilidad, de ética social y con una dimensión religiosa. Se tenía la impresión de que el mundo, la sociedad, los grandes líderes veían a la Iglesia como una institución milenaria que poco a poco cerraba sus puertas y agotaba su misión, pero con este Papa eso cambió por completo. Ahora se percibe que la Iglesia sí tiene una contribución positiva e importante que hacer. El Papa de la misericordia no solo nos llama a tener compasión con el que sufre, sino a caminar juntos. Nadie deberá quedar fuera, porque todos tenemos algo que aportar. Es una propuesta que tiene mucho que decir al momento histórico actual, con un mundo muy dividido por las guerras, el terrorismo o la falta de perspectivas de futuro. La cuestión del planeta, por ejemplo, se demostró que era global, no solo de la Amazonía.

P.- ¿En qué debemos cambiar todos si queremos salvar nuestra casa común?

R.- El Papa muestra que lo básico es un cambio en el sistema económico, de producción y distribución, porque el sistema dominante hoy en el mundo tiene como prioridad el lucro propio, no importa a qué costes humanos o ambientales. Es una conversión de valores, para tener mucho más en cuenta al ser humano, que debe estar en el centro. Se trata de un cambio muy grande, que necesita también un proceso, porque no hay que comenzar todo de nuevo, sino transformarlo. Por ejemplo, la Cumbre del Clima de París tuvo muy claro que hay que buscar otras fuentes de energía alternativas a las que acaban creando el efecto invernadero. Algunos científicos o Donald Trump dicen que eso es una farsa porque hay detrás intereses económicos gigantescos.

P.- ¿Cree que la elección de Trump pone en riesgo el cumplimiento del Acuerdo de París?

R.- Puede retrasarlo un poco, pero no tiene el poder de impedirlo. No es un dictador plenipotenciario. Deberá moverse dentro de los límites democráticos y tiene un tiempo limitado de gobierno. No podrá detener este proceso, porque la naturaleza ya no aguanta más. Es necesario empezar a trabajar seriamente para salvar lo salvable. Como decía el ministro francés Laurent Fabius, “plus tard, trop tard” (más tarde, será demasiado tarde).

P.- ¿Y qué podemos hacer los ciudadanos de a pie?

R.- Los grandes cambios son necesarios, pero hay otros menores que cada uno puede y debe enfrentar en su casa: el desperdicio de comida, de energía, el tratamiento de la basura, el consumismo… Hay muchas cosas que se pueden hacer en la vida diaria individual, familiar…; en las escuelas, en los medios de comunicación, pero hablan poco de ellas porque hay otros intereses.

P.- ¿Sobran declaraciones contra el cambio climático y sigue faltando voluntad política para luchar contra él?

R.- Hay demasiados intereses detrás. Por eso, en la Laudato si’, el Papa dice que la sociedad civil debe organizarse y hacer presión, pacífica y democrática. Los intereses organizados son muy fuertes, y los gobiernos no tienen a veces la fuerza para enfrentarse a los grandes complejos económicos. Pero si sienten el apoyo de la población, tendrán más fuerza para enfrentarse y llevarlo a cabo.

P.- Ya para acabar, ¿qué balance haría de este Año de la Misericordia recién concluido?

R.- Fue un período muy importante y positivo para la Iglesia. Primero, porque nos recordó todos esos aspectos de un Dios misericordioso, lo cual consuela a mucha gente. A mí me hizo bien escuchar todo eso sobre la misericordia de Dios. También porque nos mostró otro concepto de Iglesia: abierta, que no excluye a nadie, que no se separa de nada aun a riesgo de contaminarse. Una Iglesia que va hasta el último, el más alejado. Y el Papa la supo guiar muy bien, lo cual es muy importante para un mundo tan necesitado de nuevas esperanzas, certezas y valores.

Misericordia para Brasil

También necesita misericordia Brasil, que está en “un momento bueno”, pero que “debe saber construir” tras el impeachment contra Dilma Rousseff y los escándalos por corrupción, asegura el cardenal Hummes. Recuerda aquel proceso político como “traumático y ambiguo”, aunque admite que “estaba disminuyendo cada vez más la credibilidad internacional”. “Eso –añade– no podía continuar así”. Ahora, pasado el tiempo, reconoce que “es posible emitir muchos juicios, pero lo importante es el futuro, hacer que Brasil se ponga en pie y dé trabajo y condiciones de vida digna a su gente”. Y para ello hay que seguir en guardia contra la corrupción. Una lucha que está resultando “muy saludable”, porque “jamás la gente podía imaginarse las cantidades de dinero desviadas”, y hay ya una “obligación moral” de que se haga justicia. “El proceso se está llevando muy bien –concluye– y esperamos que pueda continuar así”.

Publicado en el número 3.014 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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