ARGENTINA – ¡Que nunca falte la esperanza!

En la XXI Misa de la Esperanza de la diócesis de Quilmes, se reclamó por el desempleo, el hambre y el narcotráfico.

mesp-apertura

“Salgamos al encuentro de quienes están más lejos”. Este fue el lema de la tradicional Misa de la Esperanza que cada año realiza la diócesis de Quilmes, Buenos Aires. Esta vez, el sábado 19 de noviembre por la tarde la Plaza de la Memoria en el Cruce Varela juntó a una muchedumbre que no quiso quedarse afuera de la clausura del Año Santo de la Misericordia, pero que también quiso celebrar la esperanza, en víspera a la solemnidad de Cristo Rey, en el marco de los 40 años de creación de esta diócesis y de la consagración episcopal de su primer obispo, Jorge Novak.

Al comienzo de la homilía, el obispo local Carlos José Tissera sintetizó el concepto de esperanza para los cristianos “Cuando Jesús es el centro, incluso los momentos más oscuros de nuestra existencia se iluminan, y nos da esperanza”.

mesp-gal-1

Luego, recordó a Novak como padre y pastor, comprometido con las problemáticas de los más necesitados. También, haciendo referencia a Enrique Angelelli –el primer obispo de La Rioja, a 40 años de su asesinato–, Tissera pronunció palabras contundentes contra el desempleo, la precariedad laboral, el hambre y el narcotráfico.

Parafraseando a Angelelli, “con un oído en el pueblo y el otro en el Evangelio”, el obispo de Quilmes habló sobre estos problemas sociales a todos el pueblo reunido en torno al escenario que oficiaba de altar. En las primeras filas se encontraban los principales referentes políticos de las tres ciudades que componen la diócesis de Quilmes.

 

mesp-gal-3

“Las estadísticas dicen que ha disminuido el consumo de leche en el país. Nos preocupa que en algunos barrios esté aumentando la cantidad de niños con tuberculosis. Hay casos de desnutrición (…) La situación es sostenida, y las fuerzas flaquean”, precisó el prelado.
“Hoy estamos aquí –continuó–, porque falta el trabajo. Porque el trabajo que hay está mal remunerado. No está alcanzando el dinero. Sabemos que las pequeñas y medianas empresas son el sostén de nuestra zona sur. Están en complicados problemas”.

 

El pasado sigue presente

En su reclamo social, el obispo de Quilmes trajo a esta XXI Misa de la Esperanza dos temas que fueron centrales en otras ediciones de esta tradicional celebración diocesana: la faltan de tierra y el narcotráfico.
“El año pasado decíamos ‘tierra, techo y trabajo son derechos sagrados’. Hoy seguimos preocupados por el tema de las tierras. Ha crecido la cantidad de asentamientos en nuestros distritos. Se han hecho gestiones, pero son insuficientes. Al problema de la vivienda se une el tema de la salud, la educación, la inseguridad, la droga y la falta de comunicación por falta de acceso al transporte”, insistió.

 

mesp-gal-5

Y volvió a hacer referencia al pasado: “Hace dos años decíamos aquí ‘que la droga no nos robe la esperanza’. Todos sabemos cómo sigue esto hoy en todo el país y en el mundo”. E hizo eco de varios conceptos de la última declaración pública de la Comisión Nacional de Pastoral de Adicciones y Drogodependencia: “No basta perseguir el narcotráfico. Hay que cuidar a los pibes”, remarcó Tissera.

Esta XXI Misa de la Esperanza fue también la clausura diocesana del Jubileo de la Misericordia. Al respecto, el obispo de la diócesis de Quilmes afirmó: “En este Año de la Misericordia todos hemos reparado en esas obras tan sencillas y valiosas: las obras de misericordia”. Y dejó un testimonio concreto de servicio en la diócesis: “juntos estamos construyendo un lugar para gente en situación de calle; se trata del Refugio ‘Jorge Novak, amigo de los pobres’”.

mesp-gal-8

La Misa de la Esperanza es una celebración que se lleva a cabo en la diócesis de Quilmes desde 1996. La situación política y social del país de aquellos tiempos –con los altísimos índices de desocupación, la angustia de la gente y la falta de oportunidades– motivaron esta eucaristía. Por eso, en aquel año, el obispo Novak invitó a proclamar la esperanza cristiana en un día que luego quedó como fecha fija: la fiesta de Cristo Rey. De esta manera, cada año se trata de afirmar concretamente la presencia del Reino de Dios en la vida de este pueblo diocesano, con su opción preferencial por los más pobres y necesitados, y su incondicional carisma misionero.

NICOLÁS MIRABET. BUENOS AIRES

 

Compartir