500 años de la Reforma: una invitación al diálogo

Declaración conjunta entre luteranos y católicos, firmada en la catedral de Lund (Suecia), el pasado 31 de octubre

Los coordinadores en Colombia del programa del aniversario llaman a un clima de entendimiento

Se multiplican en Colombia las actividades del programa por los 500 años de la Reforma Protestante, cuyo momento culmen será el 31 de octubre de 2017. La conmemoración, que entra en su fase más importarte, ha sido organizada en el país desde años atrás por la Iglesia Presbiteriana y la Iglesia Evangélica Luterana. Un coloquio internacional sobre el tema tuvo lugar en la Universidad Pontificia Bolivariana, de Medellín, los días 26 y 27 de octubre. El 30 de dicho mes se celebró una jornada de oración en la Primera Iglesia Presbiterana de Bogotá y al día siguiente se realizó un nuevo acto académico, esta vez en el Salón Rojo del Hotel Tequendama con la colaboración de la Oficina de Asuntos Religiosos del Ministerio del Interior.

Para Fernando Alexander Sanmiguel, uno de los coordinadores del programa, revivir la reforma significa reflexionar sobre temas como la conciencia, la libertad y la distinción entre Estado e Iglesia. El teólogo presbiteriano considera que es necesario, además, “pensarnos un cristianismo de forma humanista y no excluyente, que pueda entrar en diálogo con otras personas, aun con quienes no necesariamente son cristianas o profesan la fe; un diálogo abierto en el reconocimiento”.

Atahualpa Hernández, obispo de la Iglesia Evangélica Luterana, también coordinador de la conmemoración, sostiene que el aniversario trae consigo la posibilidad de un clima de entendimiento. A su parecer, éste implica, incluso, “que católicos y luteranos nos sentemos nuevamente a celebrar, a dialogar y a considerar que hay muchos aspectos que nos unen”. Según el prelado, entre estos aspectos se destaca el trabajo en común en favor del fin del conflicto, la transformación de las condiciones de vida de las comunidades marginadas y todo aquello que permita esfuerzos en conjunto para ofrecer a Colombia un mensaje de paz y reconciliación.

“El proceso de paz nos pone en una nueva lógica: poder entendernos en el marco de la reconciliación; poder construir caminos de diálogo y esperanza mutua en este nuevo proceso en el que entramos en Colombia”, reitera Sanmiguel, refiriéndose no solo al ámbito religioso, sino también al amplio espectro de los colombianos. A su parecer, hace falta una reflexión teológica profunda en torno a la categoría de justicia. “Un cristianismo excluyente, que no reconoce y que segrega, niega la Reforma”. Complementa esta idea el obispo Hernández señalando que uno de los aspectos de tradición que podrían cobrar particular relieve, dada la situación que vive Colombia, está asociado a la doctrina de la justificación. “Para un país que vive en conflicto es imposible pensar que una persona que ha hecho lo malo tenga un fin diferente al que estamos acostumbrados con un castigo punitivo; pero precisamente la Reforma exaltó el tema de la justificación como algo que no nos es propio, sino que nos es dado, por gracia de Dios”. En la reacción al mal, más allá del horizonte del castigo se abre el de la misericordia. “Las iglesias de tradición protestante que tenemos una herencia en la Reforma deberíamos incidir más en ese aspecto para que la Iglesia entienda que unos y otros somos necesitados de la misericordia de Dios”.

Un regreso a las fuentes de la Reforma, con disposición para el entendimiento mutuo, pasa por una mirada particular al tratamiento de las Escrituras. Durante las jornadas académicas celebradas recientemente se destacó la participación del argentino Darío Barolin, quien, volviendo sobre la contribución de Calvino, subrayó la importancia de que la Iglesia siempre en actitud de reforma una la interpretación bíblica a la vida de las comunidades y a la situación histórica. Un desafío al cual está sabiendo responder el programa del aniversario.

VNC

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