Mario Zenari: “La Santa Sede tiene el corazón en Siria”

Mario Zenari, nuncio apostólico en Siria, cardenal en el tercer consistorio de Francisco 19 noviembre 2016

Nuncio apostólico en Damasco y neocardenal

Mario Zenari, nuncio apostólico en Siria, cardenal en el tercer consistorio de Francisco 19 noviembre 2016

DARÍO MENOR (ROMA) | Siria ha tenido voz propia en el último consistorio por boca del italiano Mario Zenari, nuncio apostólico en Damasco, que ha recibido la birreta cardenalicia de manos de Francisco este sábado 19. Con este insólito gesto, pues los responsables de las legaciones diplomáticas de la Santa Sede no son cardenales, Bergoglio muestra “que tiene el corazón” en un país sumido en una cruenta guerra desde 2011.

No fue la única señal del Pontífice: también quiso que fuera él quien dirigiera un saludo en nombre de los nuevos purpurados en la ceremonia. “Algunos venimos de lugares donde millones de adultos y niños son dejados muertos o heridos en las calles de sus pueblos y barrios o bajo los cascotes de sus casas y escuelas a causa de feroces violencias y de sangrientos e inhumanos conflictos”, comentó, aplaudiendo la “incansable labor” del Papa por “la reconciliación y la paz” .

Tras el consistorio, Zenari atendió a algunos medios, entre ellos Vida Nueva, y recordó que, mientras otros países retiraron a sus embajadores de Siria, la Santa Sede mantiene a su representante, “y hasta le ha puesto la birreta cardenalicia en la cabeza”.

PREGUNTA.- ¿Su trabajo en Siria se facilita con el cardenalato?

RESPUESTA.- En un cierto sentido, sí. Tras el anuncio, me encontré con cristianos, patriarcas católicos y ortodoxos, y vi que toda la gente estaba entusiasmada con el gesto del Papa. Siria es el único país que tiene un nuncio cardenal. Es un símbolo de que no se han olvidado de nosotros. La gente dice que el Papa nos ayuda y nos menciona, y ahora nos da un nuncio cardenal, lo que supone un elemento único en la historia moderna de las nunciaturas. Ha sido un gesto hermoso por parte del Papa. Que haya sido yo u otra persona no tiene importancia. Creo que las autoridades han entendido también que la Santa Sede tiene el corazón en Siria, mientras que otras naciones han hecho otras elecciones. Es un gesto para Siria, no para unos o para otros, sino para todo el país.

P.- ¿Cómo es ahora la situación en el país?

R.- Por desgracia, las cosas continúan igual. Llevo allí ocho años y el conflicto que he vivido ha ido cambiando cada día, empeorando cada vez más. Esperemos que se produzca un cambio.

P.- ¿Ve posible una salida próxima al conflicto?

R.- Todo es posible. Se ha producido además un milagro. Yo lo llamo así, aunque no se habla mucho de ello. En septiembre de 2013, en un momento muy difícil, existía el riesgo de una intervención por parte de algunos países. Entonces, el Papa hizo aquella hermosa iniciativa de oración y ayuno. En aquel momento, antes de la crisis de Crimea y de Ucrania, las dos superpotencias estaban unidas y se produjo un milagro: el desmantelamiento del arsenal químico en Siria. Si hubo aquel logro que nadie podía haber imaginado, se podría producir un cambio positivo de nuevo, siempre que haya un acuerdo entre las dos superpotencias. Hay por tanto una clave para solucionar el conflicto.

P.- ¿Cree que la llegada de Donald Trump a la presidencia estadounidense puede mejorar la situación, dado la buena sintonía que mantiene con el presidente ruso, Vladimir Putin?

R.- Wait and see (esperemos a ver).

P.- ¿Piensa que, sin intervenciones extranjeras, sin esa pequeña guerra mundial en miniatura que se da en Siria, el conflicto podría acabar pronto?

R.- Es un conflicto que se desarrolla continuamente de forma negativa. Esperemos que haya un cambio. El hombre está dotado de conciencia e inteligencia, y llegará un momento en el que la persona diga que no se puede seguir adelante de esta manera. Esperemos.

P.- Francisco dijo que quiere ir a Siria. ¿Le ha dicho algo a usted al respecto?

R.- El Papa está siempre disponible para ir, pero con un mínimo de seguridad, no solo para él, sino también para la gente. No podemos provocar una concentración de personas si se están exponiendo a un riesgo.

Publicado en el número 3.013 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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