Las claves de la carta ‘Misericordia et misera’ que no puedes pasar por alto

papa Francisco firma la carta apostólica Misericordia et misera que cierra el Jubileo Año Santo Extraordinario de la Misericordia 20 noviembre 2016

Francisco amplía el perdón sobre aborto e instituye la Jornada mundial de los pobres

papa Francisco firma la carta apostólica Misericordia et misera que cierra el Jubileo Año Santo Extraordinario de la Misericordia 20 noviembre 2016

El Papa firmó la carta apostólica tras la misa de clausura del Jubileo, el domingo 20 de noviembre

MARÍA GÓMEZ | Parecía que el Año Santo de la Misericordia estaba a punto de finalizar y que ya no iban a venir más que balances, cuando el viernes 18 se anunciaba la publicación de Misericordia et misera (Misericordia y pobreza), una carta apostólica del papa Francisco para rematar el Jubileo. La carta se hizo pública ayer lunes 21 de noviembre. En ella, a lo largo de 22, el Pontífice analiza los frutos de este año extraordinario; concluye que, aunque se hayan cerrado las puertas santas de las iglesias, “la puerta de la misericordia de nuestro corazón permanece siempre abierta”, y pide que se sigan realizando las obras de misericordia: “Podemos llevar a cabo una revolución cultural”. Esta es una breve guía para leer la carta apostólica sin perder de vista los puntos más relevantes.

¿Se acaba del Jubileo de la Misericordia?

  • El Jubileo como tal sí. Pero en estos días, el Papa y muchos obispos están insistiendo en que la misericordia como actitud, camino y guía no se puede abandonar.
  • “La misericordia no puede ser un paréntesis en la vida de la Iglesia, sino que constituye su misma existencia (…). Todo se revela en la misericordia; todo se resuelve en el amor misericordioso del Padre” (n. 1).
  • “Ahora, concluido este Jubileo, es tiempo de mirar hacia adelante y de comprender cómo seguir viviendo con fidelidad, alegría y entusiasmo, la riqueza de la misericordia divina” (n. 5).
  • “Termina el Jubileo y se cierra la Puerta Santa. Pero la puerta de la misericordia de nuestro corazón permanece siempre abierta, de par en par” (n. 16).

De dónde viene el título de la carta

  • Misericordia et misera son las palabras que usa san Agustín para comentar el encuentro entre Jesús y la adúltera, según el Evangelio de Juan 8,1-11. “No podía encontrar una expresión más bella y coherente que esta –dice el Papa– para hacer comprender el misterio del amor de Dios cuando viene al encuentro del pecador: ‘Quedaron solo ellos dos: la miseria y la misericordia’. Cuánta piedad y justicia divina hay en este episodio”.

¿Y la ley? Primero el amor…

  • “Una mujer y Jesús se encuentran. Ella, adúltera y, según la Ley, juzgada merecedora de la lapidación; él, que con su predicación y el don total de sí mismo, que lo llevará hasta la cruz, ha devuelto la ley mosaica a su genuino propósito originario. En el centro no aparece la ley y la justicia legal, sino el amor de Dios que sabe leer el corazón de cada persona, para comprender su deseo más recóndito, y que debe tener el primado sobre todo” (n. 1).
  • “A quien quería juzgarla y condenarla a muerte, Jesús responde con un silencio prolongado, que ayuda a que la voz de Dios resuene en las conciencias, tanto de la mujer como de sus acusadores” (n. 1).
  • “Quedarse solamente en la ley equivale a banalizar la fe y la misericordia divina. (…) Incluso en los casos más complejos, en los que se siente la tentación de hacer prevalecer una justicia que deriva sólo de las normas, se debe creer en la fuerza que brota de la gracia divina” (n. 11).

… el perdón…

  • “El perdón es el signo más visible del amor del Padre, que Jesús ha querido revelar a lo largo de toda su vida. No existe página del Evangelio que pueda ser sustraída a este imperativo del amor que llega hasta el perdón” (n. 2).
  • “No existe ley ni precepto que pueda impedir a Dios volver a abrazar al hijo que regresa a él reconociendo que se ha equivocado, pero decidido a recomenzar desde el principio” (n. 11).

… la alegría

  • “Cuánta alegría ha brotado en el corazón de estas dos mujeres, la adúltera y la pecadora. El perdón ha hecho que se sintieran al fin más libres y felices que nunca. (…) La misericordia suscita alegría porque el corazón se abre a la esperanza de una vida nueva (n. 3).
  • “Experimentar la misericordia produce alegría. No permitamos que las aflicciones y preocupaciones nos la quiten; que permanezca bien arraigada en nuestro corazón y nos ayude a mirar siempre con serenidad la vida cotidiana” (n. 3).

Siete recomendaciones:

  • “Recomiendo mucho la preparación de la homilía y el cuidado de la predicación. Ella será tanto más fructuosa, cuanto más haya experimentado el sacerdote en sí mismo la bondad misericordiosa del Señor” (n. 6).
  • “La homilía, como también la catequesis, ha de estar siempre sostenida por este corazón palpitante de la vida cristiana” (n. 6).
  • “Deseo vivamente que la Palabra de Dios se celebre, se conozca y se difunda cada vez más (…). Sería oportuno que cada comunidad, en un domingo del Año litúrgico, renovase su compromiso en favor de la difusión, conocimiento y profundización de la Sagrada Escritura: un domingo dedicado enteramente a la Palabra de Dios” (n. 7).
  • “La lectio divina sobre los temas de la misericordia permitirá comprobar cuánta riqueza hay en el texto sagrado, que leído a la luz de la entera tradición espiritual de la Iglesia, desembocará necesariamente en gestos y obras concretas de caridad” (n. 7).
  • “En el Sacramento del Perdón, Dios muestra la vía de la conversión hacia él, y nos invita a experimentar de nuevo su cercanía. Es un perdón que se obtiene, ante todo, empezando por vivir la caridad” (n. 8).
  • “Solo Dios perdona los pecados, pero quiere que también nosotros estemos dispuestos a perdonar a los demás, como él perdona nuestras faltas” (n. 8).
  • “La iniciativa 24 horas para el Señor en la proximidad del IV Domingo de Cuaresma ha encontrado un buen consenso en las diócesis y sigue siendo como una fuerte llamada pastoral para vivir intensamente el Sacramento de la Confesión” (n. 11).

Una recomendación específica para los confesores

  • “A los sacerdotes renuevo la invitación a prepararse con mucho esmero para el ministerio de la Confesión, que es una verdadera misión sacerdotal. (…) “Os pido que seáis acogedores con todos (…). El sacerdote en el confesionario tenga también un corazón magnánimo” (n. 10).
  • No arruinemos esas ocasiones con comportamientos que contradigan la experiencia de la misericordia que se busca. Ayudemos, más bien, a iluminar el ámbito de la conciencia personal con el amor infinito de Dios. (…) Se requieren sacerdotes que pongan su vida al servicio del ‘ministerio de la reconciliación’, para que a nadie que se haya arrepentido sinceramente se le impida acceder al amor del Padre” (n. 11).

Y otra más: no dejéis de hacer obras de misericordia

  • “Es el momento de dejar paso a la fantasía de la misericordia para dar vida a tantas iniciativas nuevas, fruto de la gracia. (…) Han pasado más de dos mil años y, sin embargo, las obras de misericordia siguen haciendo visible la bondad de Dios” (n. 18).
  • “El mundo sigue generando nuevas formas de pobreza espiritual y material que atentan contra la dignidad de las personas. Por este motivo, la Iglesia debe estar siempre atenta y dispuesta a descubrir nuevas obras de misericordia y realizarlas con generosidad y entusiasmo” (n. 19).
  • “Podemos llevar a cabo una verdadera revolución cultural a partir de la simplicidad de esos gestos que saben tocar el cuerpo y el espíritu, es decir la vida de las personas. Es una tarea que la comunidad cristiana puede hacer suya (…). No hay excusas que puedan justificar una falta de compromiso cuando sabemos que él se ha identificado con cada uno de ellos” (n. 20).

Las tres “prórrogas”: Misioneros de la Misericordia, aborto y lefebvristas

  • Se amplía la figura de los Misioneros de la Misericordia, sacerdotes nombrados directamente por Francisco durante el Jubileo y enviados a recorrer las diócesis del mundo, acercándose a los alejados e invitando a todos a confesarse: “Doy las gracias a cada Misionero de la Misericordia por este inestimable servicio de hacer fructificar la gracia del perdón. Deseo que se prolongue todavía, hasta nueva disposición, como signo concreto de que la gracia del Jubileo siga siendo viva y eficaz, a lo largo y ancho del mundo” (n. 9).
  • Se amplía la facultad de perdonar a quien realice un aborto: “De ahora en adelante concedo a todos los sacerdotes, en razón de su ministerio, la facultad de absolver a quienes hayan procurado el pecado de aborto. Cuanto había concedido de modo limitado para el período jubilar, lo extiendo ahora en el tiempo, no obstante cualquier cosa en contrario. Quiero enfatizar con todas mis fuerzas que el aborto es un pecado grave, porque pone fin a una vida humana inocente. Con la misma fuerza, sin embargo, puedo y debo afirmar que no existe ningún pecado que la misericordia de Dios no pueda alcanzar y destruir, allí donde encuentra un corazón arrepentido que pide reconciliarse con el Padre. Por tanto, que cada sacerdote sea guía, apoyo y alivio a la hora de acompañar a los penitentes en este camino de reconciliación especial” (n. 12).
  • Los lefebvristas pueden seguir absolviendo los pecados: durante este Año, se concedió que los fieles que acuden a iglesias donde hay sacerdotes de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X recibieran la absolución “válida” de los pecados; es decir, que los sacerdotes cismáticos –que no están dentro de la comunión con Roma– podían perdonar. Esta disposición también se prorroga. “Por el bien pastoral de estos fieles –indica ahora el Papa–, y confiando en la buena voluntad de sus sacerdotes, para que se pueda recuperar con la ayuda de Dios, la plena comunión con la Iglesia Católica, establezco por decisión personal que esta facultad se extienda más allá del período jubilar, hasta nueva disposición, de modo que a nadie le falte el signo sacramental de la reconciliación a través del perdón de la Iglesia” (n. 12).

Lázaro, la misericordia como valor social y la Jornada Mundial de los Pobres

  • “Las obras de misericordia corporales y espirituales constituyen hasta nuestros días una prueba de la incidencia importante y positiva de la misericordia como valor social. Ella nos impulsa a ponernos manos a la obra para restituir la dignidad a millones de personas que son nuestros hermanos y hermanas” (n. 18).
  • “El carácter social de la misericordia obliga a no quedarse inmóviles y a desterrar la indiferencia y la hipocresía” (n. 19).
  • “No podemos olvidarnos de los pobres: es una invitación hoy más que nunca actual, que se impone en razón de su evidencia evangélica” (n. 20).
  • “Como otro signo concreto de este Año Santo extraordinario, se debe celebrar en toda la Iglesia, en el XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario, la Jornada mundial de los pobres” (n. 21).
  • “Mientras Lázaro esté echado a la puerta de nuestra casa, no podrá haber justicia ni paz social” (n. 21).

 


ESPECIAL FINAL DEL JUBILEO DE LA MISERICORDIA:

 


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