CHILE – En recuerdo y homenaje de los difuntos

Miles de familias celebran a los santos, no sólo a los canonizados, sino también aquellos que gozan ya de la gloria de Dios

Todos los años, a lo largo de todo el país, miles de familias llegan a los cementerios durante el feriado de Todos los Santos, el 1 de noviembre, víspera de la celebración de los difuntos. Lo hacen para cumplir con el rito de llevar flores y compartir unos momentos en la tumba de algún pariente. Se trata de una tradición fuertemente arraigada que persiste y alcanza a adultos y jóvenes.

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El arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati, llegó hasta un pequeño pueblo rural, al norte de su diócesis, para celebrar la eucaristía con quienes visitaban el cementerio a esa hora. En su homilía destacó los arreglos que pudo apreciar en el lugar. “He visto con conmoción –dijo– cómo su humilde cementerio se ha vuelto un jardín lleno de flores y eso es un signo de su amor, de su fe y su esperanza. Amor porque la expresión de estar aquí en el día de hoy, de pasar unos momentos junto a los restos mortales de sus seres queridos, son un testimonio de lo bello, de lo hermoso que ha sido vivir como hijos, como hermanos, como esposos, como padres. Signo de fe porque están aquí, porque saben que los restos mortales de nuestros seres queridos recibieron la transformación que es participar de la resurrección del Señor”.

Luego agregó: “el último capítulo de nuestra existencia no está en la destrucción de nuestro cuerpo, sino que el último capítulo, que no tiene fin, es la vida eterna, esa vida eterna que en el credo de cada domingo decimos profesar y querer. Junto con Jesús estamos llamado a participar de la gloria de Cristo”.

Recordando a los santos chilenos Alberto Hurtado, Teresa de Los Andes y Laura Vicuña, Ezzati expresó: “Le pedimos a los santos y también a todos los que descansan en los cementerios, ayúdennos a caminar en la vida, fieles a Jesucristo, fieles a nuestras familias, fieles a la iglesia de Jesús, fieles a nuestros deberes cristianos de justicia, paz, solidaridad y amor, ayúdenos a anticipar aquí en la tierra, el reino definitivo de Dios”.

Grata sorpresa

Terminada la eucaristía el arzobispo compartió con las personas presentes. Entre ellas, Mariela Arias expresó: “es muy especial que el pastor esté con nosotros, más en este día donde recordamos a nuestros seres queridos que ya partieron. Tengo a casi toda mi familia en este lugar y siempre los vengo a acompañar. Hoy me llevo esta grata sorpresa de su presencia y por sobre todo sus palabras tan esperanzadoras que Dios siempre está con nosotros y con ellos”.

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Óscar Farías, por su parte, señaló: “estamos muy contentos por su compañía. Lampa es un pueblo que está en el patio trasero de Santiago, muchas veces somos olvidados y que justo en un día como hoy, donde recordamos a los que ya no están, venga (el pastor) a acompañarnos en nuestro dolor, es un muy lindo gesto que nos une como comunidad y como iglesia”.

En la explanada del cementerio municipal de Arica, al medio día del día de Todos los Santos, el obispo Moisés Atisha celebró la eucaristía y compartió también con quienes concurrían a esa hora a visitar sus difuntos. En su homilía llamó a que todos debemos “contagiarnos de las bienaventuranzas, pues es el llamado a ver el rostro del Señor que se dibuja delante nuestro: Jesús pobre de espíritu”.

Celestino Aós, obispo de Copiapó, también concurrió hasta el cementerio municipal a celebrar la eucaristía y allí enseñó que “la muerte no es el final del camino. Creemos que Jesús resucitó y que está en el pan y el vino que compartimos en cada eucaristía. Como dice san Pablo: si Cristo no resucitó, vana es nuestra fe. Pero resucitó, por eso nuestra fe tiene sentido”. Más adelante agregó que la resurrección “no es una vuelta atrás, no es volver a vivir como vivimos ahora. Es un paso adelante. Nuestro cuerpo será transfigurado para entrar en el mundo glorioso que Dios tiene preparado para quienes le aman”.

Esta fiesta celebra a todos los santos, no sólo a los canonizados, sino también a quienes no tienen ese reconocimiento de la Iglesia, pero gozan ya de la gloria de Dios. No tiene similitud con la fiesta de los muertos que se celebra en México y Centroamérica, de origen indígena y que ha sido reconocida como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Más bien es una antigua tradición católica en todo Chile con variaciones según las costumbres de algunas localidades, como cenar en la tumba del difunto para compartir allí toda la familia.

ROBERTO URBINA AVENDAÑO. SANTIAGO

 

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