Juan Manuel de Prada: “Soy cristiano: progresista en lo social y reaccionario en lo moral”

Juan Manuel de Prada, escritor

Escritor, publica ‘Mirlo blanco, cisne negro’

Juan Manuel de Prada, escritor

ÁNGELES LÓPEZ | Juan Manuel De Prada publica su nueva novela, Mirlo blanco, cisne negro (Espasa), sobre la relación tormentosa maestro-discípulo entre dos escritores. Sin máscaras que actúen como bálsamo para los recuerdos amargos, el novelista mira hacia atrás y se encara con el reflejo de sí mismo para ajustar cuentas. Un libro que molesta a algunos, alegra a otros y no deja indiferente a nadie. En el Hotel Emperador tomamos un café de media mañana.

PREGUNTA.- En su protagonista, el escritor novel, y su maestro se le ve a usted. ¿Cuántas personas hay dentro de cada uno?

RESPUESTA.- En los dos está el propio autor y en los dos están otras personas. En el escritor joven hay autores a los que traté, y en Octavio están los maestros que conocí: Umbral y Cela. Luego hay elementos de ficción. Son versiones disparatadas de mí mismo, que podrían haber sido y afortunadamente no son.

P.- En su libro aparece también lo “políticamente correcto”…

R.- Hay un nuevo puritanismo, sustitutivo del puritanismo religioso, que consiste en convertir determinadas visiones de la realidad en un dogma de fe, de tal manera que las bromas solo las puedes hacer de seres indeterminados.

P.- ¿Por qué dice que no encaja en ningún grupo?

R.- Porque siento repugnancia hacia los paradigmas culturales actuales y las mafias que controlan el pensamiento. Lo hice a costa de recibir golpes, ser insultado y difamado. Tengo una visión del mundo contraria a la que se ha impuesto; un pensamiento cristiano que es como aguarrás sobre este mundillo cultural de gente materialista. Mis principios les producen urticaria. El éxito de esta mafia se basa en el aplastamiento del espíritu, porque el espíritu es un incansable buscador de belleza.

P.- Si tuviera que definirse, ¿qué diría de usted?

R.- Mi pensamiento es tradicional, y soy profundamente antiliberal. Soy antimoderno. Soy cristiano: progresista en lo social y reaccionario en lo moral. Esto me ha llevado a tener amistad con gente de izquierda marxista, una izquierda con la que en algunos aspectos no me identifico pero en otros sí.

P.- ¿Siempre fue creyente?

R.- Fui un niño muy creyente que en la adolescencia se distanció de la Iglesia. Sigo teniendo fe, tengo una visión profundamente cristiana de la vida. Hay indicios para creer en Dios: no creo que la vocación de belleza, de crearla o de conmovernos ante ella, pueda explicarse químicamente. Lo que sí estoy es muy lejos del oficialismo católico.

P.- En cuanto al Papa, ¿qué opina?

R.- Tiene cosas buenas y cosas malas. Tiene una vocación política dudosa porque interviene en cuestiones que no debería intervenir. Compromete el ministerio que encarna entrando en cuestiones que son opinables, como el llamado proceso de Paz en Colombia. En cambio, sí me gusta que haya puesto en el tablero cuestiones que en anteriores papados estaban postergadas: de orden social y económico o que arremeta contra el liberalismo económico. Mi opinión es ambivalente, como ambivalente es él…

Dicto sentencia

  • “Nunca he sido sionista. Otra cosa es que admire muchas cosas del pueblo judío y que deplore la persecución sufrida durante determinados momentos de la historia”.
  • “La religión no es incompatible con la ciencia, es otra vía para alcanzar la verdad, no mediante el empirismo sino con la revelación”.

Publicado en el número 3.011 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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