Libros

‘Aquí en el cielo’


Un libro de María Dolores López Guzmán (Sal Terrae) La recensión es de Fernando Cordero, SS.CC.

Aquí en el cielo, libro de María Dolores López Guzmán, Sal Terrae

Título: Aquí en el cielo

Autora: María Dolores López Guzmán

Editorial: Sal Terrae

Ciudad: Santander, 2016

Páginas: 248

FERNANDO CORDERO, SS.CC. | María Dolores López Guzmán (Pamplona, 1965) es profesora de teología en la Universidad Pontificia Comillas y en el Instituto Superior de Pastoral de Madrid. Sobre todo, Doli es esposa y madre, donde aplica su rica vida interior a lo cotidiano, en actitud de disponibilidad. Autora de varios libros, destaca su capacidad para comunicar la fe con hondura, sencillez y atracción, lo que la conduce con facilidad a la conexión con los jóvenes.

Experta en diálogo y reconciliación, apasionada de santa Josefina Bakhita, nos brinda en este volumen el resultado de su trabajo docente en la asignatura El cielo en la tierra, donde afronta dos cuestiones fundamentales: la posibilidad de experimentar la vida eterna en la cotidianidad y la imperiosa necesidad de buscar imágenes que nos ayuden a aproximarnos al paisaje del Más Allá, que nos espera al final de la vida, pero que ya podemos vislumbrar aquí en parte.

Es necesario acercar el cielo a la gente de hoy. Lo tiene muy claro la autora, por lo que resalta continuamente la valiosa relación existente entre el cielo y la tierra, sumergiéndonos en esta aventura a través de las tres partes en las que se estructura el libro. En la primera, incide en las afirmaciones de la fe que favorecen la posibilidad de acceso a dicha experiencia incluso en medio del dolor y las lágrimas.

El cielo se nos ha adelantado porque Dios ha dejado algo de sí mismo en su obra y ha venido a encontrarse con todo ser humano, por lo que el Creador no entiende de apartheid ni de guetos celestes. Tres son las puertas principales de acceso: la Creación, las acciones de Dios en la historia y Jesucristo.

Pasa posteriormente a los tres “clásicos” –muerte, purgatorio y juicio– que necesitamos conocer para ubicarnos en los umbrales del cielo en esta vida, que no están solo al final, sino que los situamos desde el principio en este mundo, por lo que nos queda seguir progresando en el conocimiento del contenido de esa vida eterna que aquí comienza y a la que accedemos por los sentidos, previo paso por la fe.

La segunda parte se concentra en cómo aparecen los sentidos en Jesucristo, deteniéndose en las imágenes que del cielo nos han brindado tanto las Escrituras como la Tradición. En varios capítulos va mostrando los sentidos clásicos, junto con el entendimiento, precedidos por alguna cita literaria (Momo, Marianela, Pepita Jiménez, El perfume…) que expresa condensada y llamativamente su riqueza. Asimismo, no olvida las referencias a los santos como Agustín, Ignacio de Loyola, Damián de Molokai o Teresa de Lisieux, entre otros, o personajes de la talla de Hellen Keller, Gandhi o Dorothy Day, por citar algunos.

Elijamos, a modo de ejemplo, el sentido del sabor que nos traslada al futuro que no conocemos del todo. Afirma María Dolores: “Hay sabores inconfundibles que transportan al cielo; son aquellos que nos hacen revivir y, sobre todo, reconocer el amor entregado que sostiene el mundo, pero que las más de las veces pasa desapercibido” (p. 181). Concluye con el sentido del entendimiento, porque el ser humano, al mismo tiempo que recibe impresiones de los cinco sentidos, las procesa de forma inconsciente gracias a la capacidad de razonar sobre las cosas.

Final feliz

La última parte nos descubre el final feliz, pero no como el de las películas, sino de una manera mucho más potente, con fuerza, profundamente consolador, respetuoso con nuestra vida y heridas. Saber dicho destino no nos impide comprometernos con la realidad cuando nuestro afán es identificarnos con Cristo, que nos emplaza a colaborar en su plan. Esto lo integró magníficamente Bakhita: “No deseo ni ir al Paraíso ni quedarme aquí. Me gusta hacer lo que Dios quiere. Él sabe que estoy aquí. Él dispondrá. De lo demás, entre ir o quedarme no hay diferencia, estoy siempre en sus posesiones”.

Incluye tres relatos que nos ayudan a asomarnos a la gloria presente y final: la Transfiguración, la Ascensión y la Asunción de María. Y nos anima la autora: “No perdamos la oportunidad de fortalecer nuestro espíritu, no solo para no esquivar la entrega, sino para animarnos a hacerla efectiva” (p. 220).

Este libro es un acierto: por su temática, lenguaje, imágenes, citas y vivencias. Realmente motiva y aproxima el cielo a la tierra. Está llamado a convertirse en texto inseparable –de cabecera– para los cristianos de hoy, que encontrarán maneras concretas de establecer un puente entre la vida presente y el porvenir. Útil, además, para compartir en reuniones de jóvenes y de adultos en búsqueda, que desean afrontar juntos la alegría de la fe y del banquete.

Publicado en el número 3.010 de Vida Nueva. Ver sumario

Actualizado
04/11/2016 | 00:10
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