‘Verano en Brooklyn’

Verano en Brooklyn, fotograma de la película

Verano en Brooklyn, fotograma de la película

J. L. CELADA | Un funeral y una mudanza, dos hechos que acentúan la desubicación a ciertas edades, constituyen el punto de partida de este Verano en Brooklyn, testigo de la amistad que se irá fraguando entre dos hombrecitos (los little men del título original) con vocación artística. Aunque no parece que los adultos vayan a ponérselo fácil, pues suelen establecer entre ellos diferencias sociales, económicas, culturales, religiosas… Fronteras en forma de convenciones –o prejuicios– que los más pequeños, sin embargo, cruzan con la mayor naturalidad del mundo.

Idéntica naturalidad emplea Ira Sachs al hablarnos de la infancia desde la perspectiva de los mayores; también para captar con su cámara la vulnerabilidad de unos y otros. Todo transcurre con aparente normalidad, como corresponde a un director habituado a desnudar emociones y sentimientos muy reconocibles. La disputa por el precio del alquiler de un local es esta vez el pretexto para irrumpir en el complejo universo de relaciones personales, familiares y vecinales.

Un matrimonio –él, actor en apuros laborales (Greg Kinnear); ella, psicoterapeuta con la agenda a rebosar (Jennifer Ehle)– se traslada con su hijo desde Manhattan al “bohemio” Brooklyn tras la muerte del abuelo paterno. Allí recibe el consabido pésame de amigos y conocidos, entre ellos, el de la mujer latina (Paulina García) que regenta el sencillo taller de confección textil sito en una propiedad del finado. De inmediato, su chaval y el recién llegado (dos jóvenes intérpretes cuya frescura otorga un valor añadido a la cinta) comparten juegos e intercambian confidencias, estrechando un vínculo a prueba de casi todo. ¿Incluso del contencioso contractual que mantendrán sus respectivos progenitores?

Como ya ocurriera en su anterior trabajo, El amor es extraño (2014), el realizador estadounidense se detiene en una historia corriente de barrio, habitada por personajes tan de carne y hueso que sus inquietudes no solo resultan muy cercanas al espectador, sino que cuesta posicionarse de una u otra parte a medida que avanza la trama. Porque aquí no hay víctimas ni villanos; simplemente, padres y madres que buscan lo mejor para los suyos, y dos adolescentes que pagan el mal humor y los conflictos de quienes lo dan todo por su cuidado y educación. Lo cual no es un contrasentido, sino la prueba definitiva de que lo más difícil de ser niño es entender que la paternidad/maternidad no exime de cometer errores.

Verano en Brooklyn huele a vida. La que, ajena a los años, invita cada a día a adaptarse, y la que enseña a nuestros chicos que las cosas cambian, por lo que sobrevivir a las pérdidas es experiencia obligada del aprendizaje vital. Películas así –sencillas y lúcidas– certifican que menos es más… cine.

FICHA TÉCNICA

Título original: Little men

Dirección: Ira Sachs.

Guión: Ira Sachs y Mauricio Zacharias.

Fotografía: Óscar Durán.

Música: Dickon Hinchliffe.

Producción: Lucas Joaquin, Ira Sachs, Christos V. Konstantakopoulos, Jim Landé, L.A. Teodosio.

Intérpretes: Theo Taplitz, Michael Barbieri, Greg Kinnear, Jennifer Ehle, Paulina García, Alfred Molina, Talia Balsam.

Publicado en el número 3.009 de Vida Nueva. Ver sumario

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