La vida se respeta

Hemos de respetarnos por lo que somos, por el hecho de existir, por saber que el otro es humanidad, hombre o mujer, más allá de su identidad u orientación sexual, toda persona ha de ser respetada en su dignidad. El respeto por el otro no puede depender de su condición social, su religión, sexo, edad, lengua o nación. Nos encontramos ante un mundo diverso, que nos exige un nuevo discurso y nuevos comportamientos.

Una sociedad actual, multicultural y multidiversa, dada la variedad de maneras de vivir, está exigiendo de nuestra parte, como cristianos y cristianas, evitar toda injusticia y discriminación, todo comportamiento agresivo y violento, todo hecho o actitud que no responda al Evangelio. Asumir lo diverso, dentro del conjunto de los nuevos movimientos sociales, comporta la concientización de una sociedad igual, moralmente construida y afincada en estatutos axiológicos de responsabilidad ciudadana, del ejercicio de la justa democracia, de sinergias capaces de engendrar, cimentar y fortalecer un orden nuevo, una nueva manera de participación eclesial donde siempre haya lugar para todos y todas. Hemos de educar para que nuevas maneras de ser varón-mujer sea un compromiso del prójimo en la práctica de la inclusión social-eclesial. Estamos llamados a resignificar al prójimo en un mundo diverso. Hemos de lograr la igualdad respetando las diversidades y las diferencias. Educar para la paz es educar para el respeto. Los hechos ocurridos en Colombia alrededor de la cuestión de género y de responder al plebiscito colocan en evidencia la necesidad que tenemos de educarnos para no vulnerar el derecho a existir, se trata de respetar la vida, así le diremos ¡sí a la paz!

Víctor M. Martínez, S. J.

Teólogo

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