Chiapas y la misericordia con los migrantes

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Albergues, formación y asesoría entre las respuestas de la Iglesia al flujo migratorio

Dos hechos pasaron prácticamente desapercibidos en la visita que el papa Francisco realizó a San Cristóbal de Las Casas, en Chiapas, el 15 de febrero de este año, durante su viaje apostólico a México. “En nuestra diócesis, con ocasión de su visita, hicimos una colecta para ayudar a los migrantes y logramos reunir 15.000 dólares [unos 43,5 millones de pesos]. Por su parte, el Papa nos obsequió un dinero para los pobres: 80.000 euros [equivalentes a 262 millones de pesos, aproximadamente], que se han destinado a cubrir diversas necesidades entre las que se encuentran, claro está, las de los migrantes”, comenta el obispo Felipe Arizmendi Esquivel.

Ambos gestos de generosidad –el de los fieles y el de Jorge Mario Bergoglio– han posibilitado la multiplicación de obras que son ‘símbolo’ y ‘memoria’ del Jubileo Extraordinario de la Misericordia en la Iglesia de Chiapas, que históricamente ha sido sensible a la situación de los migrantes centroamericanos.

¡Fui forastero y me recibieron!

Los migrantes usan la red de trenes de mercancías para llegar a Estados Unidos.

Los migrantes usan la red de trenes de mercancías para llegar a Estados Unidos.

Ubicado al sur del país, el estado de Chiapas es un ‘paso obligatorio’ para los migrantes centroamericanos que transitan hacia el norte del continente. Solamente entre 1985 y 1995, la Iglesia atendió a más de 100.000 refugiados de Guatemala. Tanto la arquidiócesis de Tuxtla Gutiérrez, como las diócesis de Tapachula y de San Cristóbal de Las Casas –que se extienden a lo largo y ancho del estado– experimentan a diario los clamores y las angustias de la movilidad humana, tal como se describe en el ‘juicio final’ del evangelio de Mateo, citado con frecuencia por el propio papa Francisco: “tuve hambre… tuve sed… fui forastero… estuve desnudo… enfermo… en la cárcel” (Mt 25, 35-36; 42-43).

No en vano monseñor Arizmendi asegura que “el flujo migratorio, proveniente de Centroamérica, nos sigue presentando un gran desafío, pues se ha incrementado en los últimos meses. En la actualidad, hemos vuelto a las estadísticas de hace dos años, cuando empezamos a recibir un promedio de cien migrantes por día”.

Ante esta realidad, al sur de la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, la arquidiócesis ha promovido la Casa del Migrante “Jesús, esperanza en el camino”, que funciona como albergue temporal a partir de las 6:30p.m., para pasar una o máximo tres noches –en caso de enfermedad– mientras que en el día ofrece comida a las 2 y a las 6p.m., servicios médicos y ropa a quien lo necesite. Todo de manera gratuita.

De igual forma en Tapachula, desde 1980 hasta la fecha, la Casa del Migrante Scalabrini, a través del albergue “Belén”, ha recibido a miles de migrantes de diversos países que en su travesía en pos del ‘sueño americano’, también son acogidos en otros albergues que se sitúan justamente en la ruta hacia los Estados Unidos, en las poblaciones de Huixtla, Mapastepec y Arriaga, al tiempo que se ofrece asistencia a trabajadoras domésticas procedentes de Guatemala.

Más recientemente, el 14 de diciembre de 2015, los misioneros scalabrinianos –cuyo carisma al servicio de la movilidad humana es ampliamente reconocido– abrieron las puertas de la Aldea “Arcoiris”, que funciona como un centro para refugiados y víctimas de trata, proporcionándoles espacios de formación para que puedan insertarse laboralmente en la sociedad. Al saludar esta feliz iniciativa, que coincidió con la fecha de apertura de la Puerta de la Miseriocordia en la diócesis de Tapachula, al inicio del año Jubilar, el obispo Leopoldo González González manifestó que “aunque parecieran puertas diferentes, en realidad son la misma puerta, la puerta de la misericordia de Dios”.

Dignidad para los ‘don Nadie’

Asistencia humanitaria en beneficio de los migrantes

Asistencia humanitaria en beneficio de los migrantes

En efecto, el padre Flor María Rigoni, gestor de la iniciativa, considera que esta obra “es una mano tendida hacia cuantos han sido despojados de la dignidad mínima de ser un alguien, con un nombre, con un apellido, con la posibilidad de levantar su cabeza y de dialogar. Los migrantes en general, así como otras categorías de personas, pasan su vida en la periferia de la historia, invisibles, porque los consideramos como unos ‘don Nadie’, rechazados y despreciados”.

Por este motivo la Escuela de Artes y Oficios adscrita a la Aldea, ofrece cursos trimestrales de costura, belleza, cocina, carpintería y electricidad, entre otros, que con el aval de la Secretaría de Educación Pública del gobierno mexicano y con el respaldo de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), favorece la regularización migratoria de los refugiados.

Otras acciones similares se han encaminado en la diócesis de San Cristóbal de Las Casas, como la Casa del Caminante “Jtatic Samuel Ruiz García”, en la fronteriza ciudad de Palenque, que ofrece un gran albergue, asistencia jurídica, y actualmente construye un taller para que los migrantes elaboren velas y cirios, que puedan vender y así obtener un pequeño ingreso para su sostenimiento.

Asimismo, en Frontera Comapala se ha habilitado el albergue “San Rafael” para quienes solicitan refugio político y huyen de la trata de personas. Este albergue cuenta con un equipo de atención humanitaria integral conformado por una psicóloga, una trabajadora social, un abogado y un sacerdote jesuita.

Propiamente, en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas, se abrió la Casa del Migrante “San Martín de Porres” que, como detalla monseñor Arizmendi, “es un centro de acogida para migrantes, principalmente centroamericanos y mexicanos, donde se les brinda una atención digna, ropa, aseo personal, orientación, sin descuidar la defensa y la promoción de los derechos humanos, la escucha de sus problemas y el seguimiento de las violaciones a sus derechos que han sufrido en su trayecto por el territorio chiapaneco”.

Por otra parte, se está construyendo otro albergue en Salto de Agua, que llevará el nombre de “Betania”, mientras que en Comitán ya funciona “Mambré”, un albergue pequeño, mientras que se tramita un terreno de 20×60 metros, para uno más grande y permanente.

Estas y otras iniciativas han sido posibles gracias a la solidaridad de la comunidad católica y del obispo de Roma, abanderado de la misericordia con los migrantes. No es casualidad que el nuevo comedor para migrantes en Frontera Comalapa lleve el nombre de “Papa Francisco”.

“Los migrantes nos duelen en el corazón”

“Acoger al migrante no es un asunto de moda, ni un esfuerzo por quedar bien, se trata de un imperativo evangélico”, ha manifestado monseñor Felipe Arizmendi. “La migración es un fenómeno mundial pero las necesidades de nuestros hermanos que pasan por acá nos duelen en el corazón, nos llegan al alma y no podemos permanecer indiferentes ante ello”, concluye el obispo de San Cristóbal de Las Casas.

Óscar Elizalde Prada

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