El huracán ‘Matthew’ remueve los escombros de Haití

grupo de personas entierran a víctimas mortales del huracán Matthew en Haití octubre 2016

El huracán deja más de mil muertos en un país aún devastado por el terremoto de 2010

mujer reza en una iglesia devastada por el paso del huracán Matthew en Haití octubre 2016

Una familia reza en una iglesia devastada por el paso del huracán

El huracán ‘Matthew’ remueve los escombros de Haití [extracto]

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Otra vez la naturaleza desatada cebándose con Haití, el país más pobre de América y que aún no se ha levantado del terremoto que el 12 de enero de 2010 devastó la vida de más de 300.000 personas y dejó sin hogar a un millón y medio. En esta ocasión ha sido el huracán Matthew, que también ha golpeado Cuba y la costa este de Estados Unidos, pero que ha dejado en el pueblo haitiano el mayor impacto, con más de mil muertos, cientos de heridos e innumerables daños materiales. Y es que, casi seis años después, el país aún seguía postrado.

En conversación con Vida Nueva, el redentorista José Miguel de Haro, responsable de la ONG Acoger y Compartir, con muchos proyectos en Haití, se muestra consternado. “En Jérémie –explica– hacía un par de semanas que habíamos instalado una estación solar que ahora ha sido totalmente destruida. Y no es nada comparado con cómo ha quedado el pueblo…”. Las horas discurren en una carrera para poder evaluar el alcance de la catástrofe y así ofrecer una respuesta, pero se encuentran con que “los puentes y carreteras de acceso al sur están intransitables. A algunos lugares no es posible llegar ni en moto. Los Cayos, donde tenemos un dispensario, fue anegado por la lluvia y la invasión del mar, que llegó hasta el hospital. Tampoco sabemos nada de nuestra escuela de Fonfrede”.

Mientras, buscan organizar desde España la ayuda más urgente. “Nos piden comida y lonas. Desde Tenerife y Madrid se están preparando tres contenedores con elementos de primera necesidad”, informa Haro, quien añade que “el temor ahora es que rebrote el cólera”. Enfermedad esta que hizo estragos en los meses posteriores al terremoto de 2010, ocasionando miles de muertes. Además, como “las cosechas han sido destruidas”, otro gran temor es “la hambruna y el abandono de la escolarización de los pequeños por la carencia de medios”. Aunque no todo son malas noticias: “En nuestro orfanato de Puerto Príncipe y en el colegio San Gerardo los daños han sido mínimos. Tanto las placas solares como la estación siguen funcionando”.

Del espanto al silencio

“Cuando el martes llegué a la oficina de Fe y Alegría –relata a esta revista la misionera española Matilde Moreno, religiosa del Sagrado Corazón que dirige esta entidad eclesial en Haití–, Maxene me miró con su cara de niño bueno y me dijo: ‘Mi familia está en la calle. Lo han perdido todo’. Poco después llegaba Rose Mèrie: ‘Mis padres están en la calle. No hay nadie que pueda ayudarles porque todos han perdido sus casas. Yo no puedo ir a traérmelos porque no hay carreteras’”.

Con el corazón en un puño, la religiosa prosigue su relato: “Conozco bien a los padres de Rose Mèrie. Estuvieron en casa, hace unos años, cuando tuvieron que venir a la capital para una revisión médica. Ya entonces eran gente mayor y con una salud precaria. A los cinco días del desastre, Alix, otro amigo, me mandó un mensaje: ‘Acabo de hablar con mi padre. Está vivo, gracias a Dios, pero perdió todo. Voy a ver si puedo llegar allá mañana’. El ‘allá’ es un campo en los alrededores de Jérémie, una de las zonas más devastadas. Así estamos, así está Haití, y mi actitud estos días va del espanto al silencio”.

Para Moreno, es obvio por qué Matthew ha sacudido más a Haití que a otros territorios: “El ciclón es un desastre anunciado, pero no todos tenemos las mismas posibilidades de cerrar puertas y ventanas sólidas… Quien vive al día y con lo puesto se resiste a abandonar los cuatro metros cuadrados donde se cobija. Más incluso que el ciclón, mata la vergonzosa pobreza en la que este pueblo parece condenado a vivir”.

grupo de personas entierran a víctimas mortales del huracán Matthew en Haití octubre 2016

Quema de cadáveres para evitar brotes de cólera

Políticas corruptas

De ahí que la misionera, amiga personal de Isa Solá y con la que iba a compartir ahora un proyecto educativo, clame indignada: “En Caradeux, el barrio donde vivo con mi comunidad, están tres de los mayores campamentos de desplazados por el terremoto que quedan en los alrededores de Puerto Príncipe. Es bochornoso que haya que ayudar a esta gente a reparar las chabolas en las que viven desde 2010. Ellos son los últimos. ¿Llegarán también ahora ayudas de esas que se pierden en bolsillos equivocados y las chabolas provisionales que se construyan en el sur se convertirán, otra vez, en viviendas definitivas?”.

Ante este panorama, “el silencio es lo único elocuente cuando abrazas a amigos que sufren la pérdida y el desamparo. Y gritar con el salmista: ‘¿Hasta cuándo, Señor?’. Pero este pueblo es fuerte y generoso”. “Entre el espanto y el silencio –concluye Moreno– están la ayuda mutua y la fuerza de seguir viviendo. Esta es la esperanza y la fe que aprendo de ellos cada día. Es la bendición que recibo y que me ancla en este pueblo querido. Es el privilegio de vivir entre los preferidos de Jesús”.

Fredy Elie, sacerdote local muy implicado en el desarrollo de comunidades rurales, también expresa su estupor a este semanario: “Otra vez… Es algo horrible lo que ha pasado”. Aunque denuncia que, “en un primer tiempo, parece que querían tapar la cantidad de muertos”, en el fondo entiende que se buscaba aparentar tranquilidad: “Tras el terremoto, no podemos asimilar que siga sucediéndonos esto. Debería haber un cambio en Haití. Con tantas ONG y gente de Iglesia volcada, solo puedes rezar y decir, ‘oh, Dios mío, dime qué podemos hacer para que, si llega otro 12 de enero, no haya tantos muertos… No, no es posible que Haití siga así”.

“Es tiempo –enfatiza Elie– de organizarnos, de formar líderes… Muchos murieron por la falta de comunicación, por estar demasiado marginados y arrinconados. ¿Cuándo va a tener el Gobierno un plan de desarrollo para quienes viven en el campo? La gente espera ayudas, acompañamiento. ¡El país espera un cambio radical!”.

Cáritas Internacional busca reunir 250.000 euros para una primera fase de emergencia destinada a la atención de 13.500 personas. Manos Unidas está analizando los daños con las entidades locales con las que trabaja en Haití para decidir cómo canaliza la ayuda.

Cuentas de ayuda

  • Acoger y Compartir: ES80 2100 5622 0702 0008 3804 (La Caixa)
  • Cáritas: ES85 0049 1892 6124 1329 0941 (Banco Santander)

Publicado en el número 3.007 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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