ARGENTINA – Algo nuevo está naciendo…

TESTIMONIO – Carlos Morena, sdb


“Nada se convierte en mucho”. Así se expresaba a principios de este año Ariel, un muchacho que transitó por el camino de las adicciones, y que afirma que “un joven consumiendo paco en la villa es ‘nada’, peor que un clavo oxidado”. Ese óxido malo, el paco –pasta base de cocaína, una droga de bajo costo elaborada con residuos de cocaína y procesada con ácido sulfúrico y querosene–, lo convierte en nada, “nada de él se puede esperar”.

El padre Angelito (Ángel Tissot, sdb) vio un baldío lleno de escombros. Los empezó a remover, como los de la vida, para transformar el baldío en una huerta. Poco a poco, con mucha paciencia y esfuerzo, algo nuevo nacía en la casa de Don Bosco.

La comunidad también empezó a soñar, a creer, y entonces unas tablas donadas y unas chapas viejas se convirtiendo en rancho y fogón. Las botellas que donaron los hermanos cartoneros se modificaron en invernadero y ventanas. Una humilde abuela del barrio regaló un casal de patos y otra vecina regaló la parejita de conejos que hoy, ya son diez.

Y lo más importante, comenzaron a venir los pibes, esos a quienes Don Bosco les dedicó su vida; los pibes que están mal, los que están sin motivo para vivir, los que pierden la esperanza, y así los “nada” se convierten en “mucho”, y hoy forman parte de una nueva familia agrandada, donde cada uno va encontrando su lugarcito.

Este relato cuenta la experiencia en la Huerta Don Bosco, un proyecto propiciado por los salesianos y las franciscanas misioneras de María con jóvenes que viven en Villa Itatí (localidad de Don Bosco, partido de Quilmes, Buenos Aires).

Unos cocinan, otros trabajan la tierra. También está el que se las ingenia para construir el gallinero o el invernadero. Todos son importantes.

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Nos preocupamos cuando alguien no viene. Una visita a la casa, calma la preocupación. Y por supuesto celebramos los cumpleaños, también porque la vida comienza a sonreír de otra manera, vemos si pueden retomar los estudios, y los que tienen que ir al juzgado, se los acompaña, porque la vida la hacemos con otros.

Algo nuevo está naciendo, nada se convierte en mucho.

Surge así un espacio para los pibes y pibas golpeados por una de las tantas experiencias duras que se viven en Villa Itatí. Un espacio para hacer experiencia de familia y encontrarse como amigos, como lo aprendieron de Don Bosco y de Mamá Margarita. Un espacio donde se cuida la vida, sostenidos por una gran red: la murga, el centro de noche, los jardineros, el oratorio, el apoyo escolar, la cooperativa de cartoneros, el centro de formación profesional. Todos poniendo en el centro los pibes más pobres y abandonados.

El camino ya recorrido de la pastoral de las villas de la Ciudad de Buenos Aires y los Hogares de Cristo animados por los curas villeros fueron inspirando las propuestas, los sueños, el ir encontrando los primeros pasos para recorrer este camino de acompañamiento de los que están con problemas de adicción a sustancias. No es un gran secreto, es vivir un sincero clima de familia que ellos lo hacen en los centros barriales, las granjas, las casitas amigables, así también como lo soñó Don Bosco para esa fundante experiencia del oratorio de Valdocco.

El espacio abierto

El miércoles 24 de agosto tenían ganas de juntarse para celebrar este nacimiento. ¡Hicieron fiesta! Y fue un día espectacular.

Comenzaron con la celebración de la Misa. Los acompañó, entre otros, el obispo de Quilmes, Carlos José Tissera, el provincial Honorio Caucamán, el padre Nicolás “Tano” Angellotti del Equipo de Sacerdotes para la Villas de Emergencia, junto a instituciones barriales, sindicales, educacionales, para indicar que algo nuevo está naciendo y que lo cuidamos entre todos: la Huerta Don Bosco.

Se escucharon testimonios, se repartieron recuerdos y se llevó en procesión, al centro de la huerta, en el lugar donde se juntan para compartir, una cruz con los nombres de pibes muertos por la violencia, como memoria viva de una semilla de sangre inocente, que los desafía a salir, a superarse, a resucitar, porque algo nuevo está naciendo.

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Y siguió la fiesta con los infaltables choripanes, los juegos, la música, el bingo familiar, el fútbol.

Como un día sucedió en la multiplicación de los panes, el propio Jesús es hoy, entre ellos, el mayor milagro. Él consiguió que la gente, acostumbrada a las soluciones venidas de afuera, empiecen a enfrentar los problemas a partir de ellos mismos y con los medios que disponían. Cuando se reparte, siempre alcanza y sobra. Así está sucediendo con la huerta, con estos pibes. No esperan nada de afuera.

Se enfrentan los dolores de cada día y de cada uno. Se trabaja, se hace de comer, se charla, se comparte la vida desde lo más íntimo y siempre sobra el deseo de dar un paso más.

Lo nuevo que está surgiendo es que estos pibes no son los del paco, son nuestros pibes, los que queremos que vivan, y vivan cada vez bien y mejor.

Don Bosco sonrió desde el cielo. Nosotros también.

 

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