Pilar Márquez: “La música está llena de teología y la teología está llena de música”

Pilar Márquez, mezzosoprano y autora del libro Cristo, música de Dios PPC

La mezzosoprano publica ‘Cristo, música de Dios. “¡Escuchadle!”‘ (PPC)

Pilar Márquez, mezzosoprano y autora del libro Cristo, música de Dios PPC

Entrevista a Pilar Márquez [extracto]

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | La música –Beethoven, Bach– es más que canto y oración. “Yo considero que la belleza y la espiritualidad, sobre todo, son el núcleo de la música. Porque Dios se hace música, es decir: la palabra se hace sonido y ese sonido penetra en el mundo, se encarna y hace eco en el corazón del hombre”. La afirmación es de la mezzosoprano Pilar Márquez Olozagarre (Jaca, Huesca), autora de Cristo, música de Dios. “¡Escuchadle!” (PPC).

Márquez ya publicó hace unos años –en 2009– un libro que proclamaba, sirviéndose de la Novena Sinfonía de Beethoven, que “Dios es música”. Este, de hecho, fue su título. Ahora, aquella experiencia, esa revelación del misterio de la melodía divina, ha ido evolucionando –“madurando”, señala la cantante lírica– hasta dar un nuevo testimonio: ¿qué música habría creado Cristo de ser compositor? La pregunta –atrevida, sin duda– también puede hacerse desde otro punto de vista: ¿qué compositor encarna el mensaje de Cristo? ¿Qué música resuena o mana del Evangelio? Y estas tres preguntas las responde Pilar Márquez con el mismo nombre: Johann Sebastian Bach.

“En este sentido, Bach es la mejor elección, con toda su obra religiosa, toda su espiritualidad y toda su biografía –explica la mezzosoprano–. Casi todas sus obras son lecciones de teología”. Y eso es lo que hace Pilar Márquez: interpretar el Evangelio, el testimonio de Cristo, desde la música de Bach. “La cantata que canta Cristo se desarrolla como si fuera una cantata literaria. Tiene sus arias, dúos, duetos, corales… y en esta cantata se va insertando la vida y la obra de Bach, con sus sufrimientos y con su superación. Va todo unido, es como un trenzado, en el que a la palabra de Cristo se le incorpora la música de Bach. De modo que al interpretar esta música de Cristo que es el Evangelio, vamos escuchando las arias de Bach. Y resulta que oyes dos lenguajes, el literario y el musical, y también hay un lenguaje visual –porque también se incorporan potentes imágenes– que cuentan la historia de Cristo en el mundo”.

Huella humana y espiritual

Márquez vive la música como una revelación, y la religión como una experiencia realmente musical. “No hablo de compases y musicología. Me centro en Bach, en la huella espiritual y humana que ha dejado este músico, que ha querido compartir a través de su música la gran experiencia cristiana que él mismo ha vivido. Cuando oyes esta música de Bach piensas en el espíritu y no en musicología, en contrapuntos o en fugas”, insiste.

Sabe de lo que habla –fue discípula predilecta de la soprano Pilar Andrés y ha estudiado Ciencias Religiosas al amparo del teólogo Antonio Mas Arrondo– y lleva años impartiendo conferencias y dando conciertos sobre la comunión entre teología y música: “La música está llena de teología y la teología está llena de música –afirma–. Por supuesto que se puede enseñar teología a través de la música, y no se hace, quizás, con toda la insistencia que debiéramos”.

“Todo hombre está conectado a lo sagrado –explica–. Y a través de la música, creo, es más fácil encontrar a Dios que encontrar música en la teología. No sé por qué. En otros tiempos, los grandes músicos sabían de teología porque comprendían que sus composiciones estaban construidas sobre un misterio profundo. Las grandes misas y las grandes cantatas, por ejemplo, estaban construidas sobre un fondo y un núcleo cristiano. Los músicos contemporáneos también buscan su conexión con lo sagrado. Otra cosa es que se dejen encontrar por lo sagrado”.Cristo, música de Dios, libro de Pilar Márquez, PPC

El verdadero origen de la música

La mezzosoprano sí que se ha dejado encontrar por lo trascendental y lo religioso: canta un amplio repertorio de lied, de canción española y francesa, pero sobre todo también oratorios y composiciones religiosas: “El público puede encontrar a Dios en la música, al igual que lo hace el propio compositor. Esta unión, este nexo música y religión, es muy importante para el hombre. El músico espiritual es un hombre que se regenera dentro de su propia música y regenera al oyente porque le da esperanza, serenidad y una luz especial. Y esto es muy importante”.

Tanto, que llega a afirmar: “Si penetras a fondo en la música, te encuentras, pienso yo, con el verdadero origen de la música, que es la espiritualidad, la belleza encarnada. Una belleza que no es superficial, como la que podría dar origen a una música tan superficial como la que se desvanece al oírla”. Por ello, proclama y da ejemplo: “Es muy necesario darle al mundo la belleza y la música. Para que los valores espirituales no decaigan en los momentos difíciles como los que vivimos”. Y a ello se dedica.

También a los no creyentes. “La música, cuando es verdadera y eleva el alma hacia un encuentro con la trascendencia, llega a todos –manifiesta–. El hombre busca la belleza, el amor, la paz. Es lo que quiere, cuando, por ejemplo, va a escuchar un concierto. El hombre siempre busca la felicidad. Y la música es capaz de otorgarle esta felicidad. Dios también”.

Por eso, cree la mezzosoprano que en la música –como en la poesía– se da la paradoja de que compositores que se dicen no creyentes “velan a Dios en su música”. Es decir, según explica: “A pesar de estos músicos opacos, el espíritu traspasa y se vierte en notas divinas con un sentido propio. Y hace que sean audibles los silencios… He visto cómo, por ejemplo, un determinado público ha sido capaz de ver a Dios en la música de un intérprete que, realmente, ni se lo imagina. Hay músicas que tienen, como Dios, una bondad originaria”.

La cantata de Cristo

La relación entre Dios y la música es, en Pilar Márquez, vocación y necesidad. “En realidad, es un tema que comienza desde mis primeros años, desde la infancia –narra–. Porque digamos que aprendí antes las notas que las letras. Y, a la vez, también todo este proceso espiritual. Así que desde muy niña he vivido de una manera muy fácil esta convivencia”. Y ha pasado por tres fases: “Una podría decirse que es ‘Dios y la música’, lo que descubro en mis primeros años. Son, de algún modo, las primeras intuiciones de lo que llamaríamos trascendencia. Luego, al ir creciendo, podríamos decir que viene ‘Dios en la música’, cuando descubro que hay una presencia de Dios en mi vida en momentos puntuales, pero no de manera definitiva”. Y ya en tercer lugar, “cuando descubro que ‘Dios es música’, con una presencia permanente de Dios en el hombre y en el mundo. Este descubrimiento es el que dio lugar a mi primer libro, que también editó PPC en 2009”.

Este Cristo, música de Dios. “¡Escuchadle!” lo comenzó a escribir mucho antes de aquel primer título: “Empecé hace ya años. Entonces descubrí de algún modo que la Novena Sinfonía de Beethoven contenía la historia bíblica de la salvación. Y pensé que esa era la clave de todo el proceso de la creación de Dios, del mundo y del hombre. Y dentro de esta historia de la salvación, una vez construida, es cuando ya creía que podía reflexionar sobre lo que hace este libro: entonar la cantata que es el paso de Cristo por el mundo, que se convierte en hombre para traer el mensaje de Dios al mundo”.

Publicado en el número 3.005 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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