Jornada Mundial por el Trabajo Decente: “El mercado laboral no garantiza una vida digna para todos”

empleados trabajadores en La Encina empresa de Cáritas en Salamanca para promover el empleo entre los más desfavorecidos

Ante el próximo 7 de octubre, entidades eclesiales se unen para denunciar la precarización actual

hombre agricultor trabajando en la vendimia recogiendo uvas

Jornada Mundial por el Trabajo Decente: “El mercado laboral no garantiza una vida digna para todos” [extracto]

JOSÉ LUIS PALACIOS | Si hay una aspiración compartida en España no es otra que el trabajo decente. Y es lo que mueve a la Iglesia, ante los altos índices de desempleo y la extensión de la precariedad, para participar en la Jornada Mundial por el Trabajo Decente, que se celebra el 7 de octubre. De cara a esta fecha están programadas vigilias, charlas y actos públicos en una veintena de diócesis, aunque se espera que finalmente sean más las que acojan eventos a favor del empleo digno. Además de los movimientos eclesiales especializados en el mundo del trabajo, articulados en torno a la pastoral obrera, participan una veintena de congregaciones, como las Apostólicas del Corazón de Jesús, las religiosas de Jesús-María o de la Sagrada Familia de Burdeos.

Ya en septiembre de 2014 se conformó una plataforma mundial con las entidades de inspiración cristiana para que el trabajo decente fuera incluido, como finalmente ocurrió, en la agenda de desarrollo posterior a 2015, aprobada oficialmente como Objetivos de Desarrollo Sostenible. Y en mayo del año pasado, Cáritas, CONFER, HOAC, JEC, JOC y Justicia y Paz recogieron el testigo para lanzar en España la declaración Iglesia Unida por el Trabajo Decente, apoyada por decenas de entidades eclesiales.

La puesta de largo de la plataforma fue la Jornada Mundial por el Trabajo Decente de 2015, y en la que tomaron parte más de 40 diócesis. “Fue la primera vez que las distintas entidades nos uníamos, en tantos lugares a la vez, para tomar conciencia y hacer presente esta reivindicación tanto hacia dentro de la Iglesia como en la sociedad”, señala Ana Isabel González, responsable del área de Justicia y Paz de CONFER.

Las organizaciones diocesanas de Cáritas también han tomado parte. “No solo buscamos y fomentamos el empleo, también aspiramos a una vida digna”, detalla Teresa Villanueva, técnica del área de Empleo de esa organización. Una labor más que urgente, dado que “el mercado laboral, por mucho que parezca que presenta una evolución satisfactoria, no está en condiciones de asegurar una vida digna para todos y cada vez imposibilita otros espacios necesarios para la vida de las personas”, añade Villanueva.

Para la técnico de Cáritas, esta plataforma eclesial debe servir también para “construir desde la base y ayudar a cambiar la realidad actual del trabajo”. Aunque sea la labor de Cáritas la más reconocida socialmente, son muchas las entidades eclesiales empeñadas en esta labor.

“CONFER, a través de muchas congregaciones, acompaña hoy en barrios y pueblos a cientos de personas que añoran un empleo, participan en proyectos de inserción laboral, o apoyan cooperativas y pequeños negocios”, apunta Ana Isabel González. “La Iglesia tiene que estar presente en todos esos espacios donde se defiende la dignidad humana. Y el trabajo es uno de los elementos esenciales que permite a las personas vivir con dignidad y es, también, una de las realidades que más se han precarizado en los últimos años en nuestra sociedad y, con ello, las condiciones de vida de millones de personas”, añade la religiosa.

Luchar por los jóvenes

Por eso, el 7 de octubre, la plataforma de la Iglesia quiere hacerse presente, con el fin de, en palabras de González, “tener una voz pública eclesial que defienda la necesidad de emprender cambios profundos a nivel social, económico y político para que el trabajo ayude a humanizar la vida de las personas y no a deteriorarla”.

También desde la Conferencia Episcopal Española (CEE) se ha denunciado la precariedad en la que viven millones de españoles. “La Iglesia –lo hemos dicho los obispos hace poco en el documento Iglesia, servidora de los pobres–, recogiendo la centenaria experiencia en su Doctrina Social, tiene como ideal que el trabajo sirva para realizar a la persona y que, además de satisfacer sus necesidades básicas, ha de ser un trabajo digno y estable”, explica Antonio Algora, obispo emérito de Ciudad Real y responsable del departamento de Pastoral Obrera de la CEE. Sin embargo, para el prelado, “esta cultura dominante trata de llamar trabajo o empleo a cualquier cosa que nos permita vivir en una sociedad en la que el consumo es lo primero”. Y ante esta cruda verdad, clama por un Pueblo de Dios que aumente su conciencia social a partir de la Doctrina Social para alumbrar “luchadores activos que claman por la justicia social”.

Como “testigo de muchas crisis económicas, que son antes que nada morales”, Algora advierte de la división entre “los que están empleados y los que no lo están”, así como del drama de “muchos de los que están en el lado del empleo sin llegar a cubrir las primeras necesidades familiares”.

Y califica como un “desastre” el desempleo de las nuevas generaciones, que impide a tantos “poder casarse”. Coincide con quienes reclaman “cambiar la orientación y promover una cultura que tenga en el diálogo y el encuentro su orientación básica”, si bien admite las dificultades, dado que “estamos todos a defender nuestras posiciones frente a…”.

empleados trabajadores en La Encina empresa de Cáritas en Salamanca para promover el empleo entre los más desfavorecidos

Empleados de La Encina durante una jornada de trabajo

La Encina: generando empleo de calidad

Cáritas ha reforzado su apuesta por la economía social durante estos últimos años. Así lo demuestran sus 30 empresas de inserción, sus cuatro fundaciones, sus dos centros especiales de empleo y sus nueve cooperativas, que han permitido la contratación de más de 1.300 personas, de la cuales 755 cuentan con un contrato de inserción, así como las 562 personas que han recibido apoyo para desarrollar su propio proyecto de autoempleo durante 2015.

La Encina es una de esas empresas de inserción promovidas por Cáritas que presta servicios relacionados con la jardinería, el medio ambiente, la limpieza y el control de plagas. Lleva 20 años combinando los fines sociales con la sostenibilidad económica en Salamanca. Han proporcionado una experiencia laboral a cerca de 90 personas. En la actualidad, cuenta con un plantilla de 26 personas, de las que el 40% son técnicos y el resto empleados con contrato de inserción laboral.

“Lo que hacemos es aumentar la empleabilidad de quienes tienen un rango muy bajo, por diversas circunstancias, para las empresas ordinarias”, explica Ana Fe Félix, gerente de La Encina. La normativa impide prolongar los contratos de inserción más allá de los tres años.

En La Encina se cumple la jornada laboral, pero también hay tutorías puntuales, asambleas cada dos semanas y cursos de formación que sirven para obtener certificados de profesionalidad o incluso el graduado escolar. Se aprende haciendo y se hace aprendiendo. Siempre a cambio de prestar un servicio muy profesional a los clientes.

La Encina trabaja para el Ayuntamiento salmantino y para otros clientes privados. “El papel de la Administración como contratante es básico, sobre todo al principio, para permitir el despegue de la actividad”, destaca la gerente, quien ha visto la evolución sorprendente de muchos de los empleados de La Encina: “Cambian totalmente, si no hay incidencias irresolubles en sus procesos. Se sienten útiles, parte de algo, mejora su autoestima, cambia su ánimo, como nos pasa a cualquiera cuando encontramos empleo”. Sin olvidar, concluye, que muchos “vienen de la economía sumergida y aquí tienen la oportunidad de desempeñar su tarea, con derecho, en un clima de respeto y acompañamiento”.

Publicado en el número 3.005 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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