Hijas de la Caridad: calor para el alma antes que para el estómago

El comedor de las religiosas en Madrid cumple un siglo al servicio de los últimos

comedor y proyecto de las Hijas de la Caridad en Madrid cumple 100 años

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Osvaldo dos Santos, originario de Cabo Verde, lleva 26 años en España. Su vida se rompió de la noche a la mañana cuando acabó divorciado, sin trabajo y pasó dos años en la cárcel. Al poco de salir en libertad y cuando ya empezaba a remontar, un derrame cerebral le dejó en la nada más absoluta. Aquí le acogieron después de que pasara una noche en la puerta haciendo cola para entrar y, a las pocas semanas, ya era querido por todos, siendo uno de los referentes del grupo de teatro.

Teresa Rentería vino de su Perú natal hace 15 años. Hasta ahora le iba bien, pero se ha quedado en paro y solo aquí, en su amplia bolsa de trabajo, ha encontrado un rayo de esperanza. Aquí es el Comedor Social María Inmaculada, de las Hijas de la Caridad en Madrid.

Hay frases que parecen tópicas de tanto repetirlas, pero también sucede que ningunas otras pueden recoger en su plenitud una experiencia vital; así, lo primero que hay que decir (no cabe otra opción) es que este es mucho más que un comedor… Es un hogar. Y si no, ¿cómo se explica que haya cumplido un siglo de vida desde que, en 1916, echara a andar en el número 18 la calle del General Martínez Campos (entonces una zona de arrabales) bajo el impulso de la marquesa de Águila Real? ¿Cómo es que abre los 365 días del año y jamás ha suspendido su actividad al servicio de los últimos, ni siquiera en los duros años de la Guerra Civil? Pero, sobre todo, ¿cómo es que muchos de sus usuarios quieren pasar en él hasta diez horas de su día en un espacio que todos conocen como Centro de Vida?

Como describe la hija de la Caridad Josefa Villar, directora del proyecto, en 1997 decidieron dar un paso más y conseguir que los usuarios fueran “los protagonistas de su propio desarrollo, en todos los sentidos”. Así, si bien la propia actividad del comedor es ya ingente (sirven más de 500 comidas diarias y preparan más para 144 familias que se la llevan a casa, por lo que dan unas 170.000 al año), desde hace casi dos décadas crearon, en las mismas instalaciones, el Programa Integral Vicente de Paúl, donde cada día son atendidas más de 800 personas por parte de nueve hijas de la Caridad, 23 profesionales y 200 voluntarios. Entre todos ellos, sostiene la superiora de la comunidad, Leonor Lario, se vive un fuerte sentimiento de identidad: “Estamos todos juntos. Nos queremos… Somos una familia”.

Publicado en el número 3.005 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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