Pedro Belderrain: “La secularización más dañina no afecta a la ropa, sino al corazón”

Pedro Belderrain, nuevo superior de la Provincia Claretiana de Santiago

Entrevista al nuevo superior de la Provincia Claretiana de Santiago

Pedro Belderrain, nuevo superior de la Provincia Claretiana de Santiago

Entrevista a Pedro Belderrain [extracto]

JOSÉ LORENZO | Huir de la mundanidad, del poder y de la rutina para dejarse convertir de nuevo. Estas son algunas de las premisas que, con mirada esperanzada para el futuro, contempla el nuevo superior de la Provincia Claretiana de Santiago, Pedro Belderrain (La Felguera, Asturias, 1964). Elegido el 5 de agosto, en Madrid, durante el tercer capítulo de esta entidad creada hace nueve años tras la fusión de las provincias de Aragón, Castilla y León, Belderrain sustituye a Luis Ángel de las Heras, quien cesó en ese cargo –y en el de presidente de CONFER– tras ser nombrado obispo de Mondoñedo-Ferrol el 16 de marzo.

PREGUNTA.- “Esperanza” ha sido una palabra muy repetida en ese capítulo. ¿En qué la basan, teniendo en cuenta la edad media de los 260 claretianos de Santiago (70 años) y la crisis vocacional, común a la mayoría de las congregaciones?

RESPUESTA.- En cristiano, optimismo y esperanza son muy diferentes. El optimismo se basa en datos e indicios. La esperanza en la convicción de que Dios cumple su palabra y conduce la historia. Como tantos cristianos, los claretianos nos sabemos acompañados por el Espíritu. En la historia de la fe y la vida consagrada hay miles de momentos en los que todo parecía irse a pique y, de repente, estallan los signos del Reino. La vida incluye primavera, verano, otoño e invierno. Nos toca seguir caminando y agradecer los signos de esa presencia de Dios.

P.- ¿Cuáles son los principales acentos y propuestas para la misión de los claretianos que han salido durante el reciente capítulo provincial?

R.- Tras unos meses de discernimiento, oración y diálogo, queremos impulsar las opciones que nos guían desde 2012: la convicción de que sin cuidar nuestro discipulado en su dimensión más honda de fe no aportamos nada; el anhelo de ayudar a todo cristiano a descubrir su vocación; una preocupación singular por la increencia y el alejamiento de la fe de tanta gente; el deseo de vivir más en Iglesia al lado de los demás discípulos (laicos, obispos, sacerdotes, otros consagrados…); configurar nuestra vida desde la pobreza; y repensar con realismo nuestros empeños misioneros. Para seis años no está mal.

P.- ¿Qué tienen que intensificar y qué corregir en su misión en esta –como se ha afirmado en el capítulo– “nueva etapa”?

R.- Hemos de intensificar nuestra fe y experiencia personal de Dios, la calidad de nuestra vida fraterna y la escucha a los demás, sobre todo a los pobres. Hemos de huir de toda mundanidad: la secularización más dañina no afecta a la ropa o a la decoración de edificios, sino al corazón. A todos nos tientan el poder, la comodidad y la rutina. Y también hay qué rectificar: quizá hayamos descuidado el cultivo espiritual y aferrado a ámbitos, prácticas y métodos. Se trata de dejarnos convertir. Como decía el cardenal Tarancón, nadie va a pedirnos más que el mismo Cristo.

P.- ¿Qué lugar tienen en ella los laicos?

R.- ‘Nuestra’ misión (subrayo nuestra) no existe. Gracias a Dios, y nunca mejor dicho, para los laicos y nosotros hay un espacio precioso, juntos, en la misión de la Iglesia. Unas veces abrimos camino y les alimentamos; otras (no pocas) son ellos quienes indican el rumbo y nutren nuestra fe. Lo hemos sentido con fuerza en torno al capítulo y nunca daremos gracias suficientes a Dios por ello.

“Francisco nos recuerda a Claret”

Los tres años del pontificado de Francisco se han notado también en las deliberaciones, propuestas, acentos y esperanzas recogidas en este tercer capítulo de los claretianos de Santiago. Aunque Pedro Belderrain afirma que “todo Obispo de Roma ha tenido su grandeza y ha sido una bendición”, reconoce también que “como misioneros, sentimos con el papa Francisco una sintonía singular. Es difícil verle y oírle sin recordar al Padre Claret. Con mucho gozo, como miles de cristianos y gentes de bien, nos sentimos muy influidos e iluminados por sus propuestas y modo de vivir”.

Publicado en el nº 3.002 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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