Madre Teresa

Carlos Amigo, cardenal arzobispo emérito de Sevilla CARLOS AMIGO VALLEJO | Cardenal arzobispo emérito de Sevilla

Madre Teresa, ahora santa Teresa de Calcuta, canonizada por el papa Francisco. El amor, al que entregó su vida, ha quedado con nosotros. Si no tengo caridad, se nos advierte, somos como bronce que suena y nada más. Hace ruido, pero no ama. Si no tengo amor, aunque viva, estoy muerto y nada me aprovecha. Pero si hay caridad y amor, la pobreza se hace alegría y gozo de servir a los pobres.

El clamor universal –de creyentes y no creyentes– sobre la santidad de Madre Teresa es una prueba del reconocimiento sentido de que ella vive e intercede, que está con Dios y continúa siendo la valedora de los pobres. Los potentados y los indigentes, hindúes, budistas, musulmanes, judíos, católicos, ateos, agnósticos, indiferentes… A todos los ha unido Madre Teresa en el reconocimiento de la bondad, de la misericordia, de la justicia y de la caridad.

La identificación con Cristo era la razón de su vida, el motivo último de su caridad y de su amor a todos. Era la consecuencia entre lo que creía y lo que practicaba. Esa unión con Jesucristo no solo no la evadía de la responsabilidad y compromisos del amor fraterno, sino que la llevaba con mayor entusiasmo al encuentro con los más pobres de entre los pobres. Madre Teresa era la mujer creyente, la que reconocía las maravillas que el Señor había realizado en ella.

Como nos decía Juan Pablo II, hay unas mujeres que, a través de su dedicación vivida con plenitud y con alegría, son un signo de la ternura de Dios hacia el género humano. Muchas mujeres que, como Madre Teresa, han sacrificado su vida a lo largo de los siglos en el servicio de los más pobres, de los enfermos y de los ancianos, en una entrega hasta el heroísmo. Estas mujeres, las de entonces y las de hoy, prolongan el ministerio de la misericordia de Cristo, que pasó haciendo el bien y curando a todos. La pobreza de Madre Teresa no era desprecio de las cosas de este mundo, sino valoración de las personas. Así vivida y contemplada, era manantial permanente de alegría. Madre Teresa, una mujer verdaderamente nueva y ejemplar porque había encontrado en la pobreza la perla preciosa del amor de Dios.

Escribía Madre Teresa, santa Teresa de Calcuta: “Cuanto menos tenemos, más damos. Parece absurdo, pero esta es la lógica del amor”. Es que del vacío de las cosas se llena el corazón de amores muy grandes.

Publicado en el nº 3.002 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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