URUGUAY – Para que los jóvenes exploren, sueñen y plasmen ideas

En Salto se inició un centro juvenil para fomentar el desarrollo personal, el progreso comunitario y la formación laboral.

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El Barrio Nuevo Uruguay de la ciudad de Salto tiene un nuevo centro educativo para adolescentes y jóvenes. Se trata de Ibirapitá, inaugurado el 17 de agosto en un acto que presidió el obispo del lugar, Pablo Galimberti y que se inició con la plantación de un Ibirapitá, árbol de Artigas, planta que le dio el nombre a esta iniciativa educativa. Un grupo de adolescentes del barrio, madres y adultos animadores del programa, así como estudiantes de la Universidad Católica de la sede de Salto junto con algunos de sus profesores, animaron el sencillo acto.

La actividad del Centro Ibirapitá está orientada a compartir momentos de juegos, talleres y la merienda comunitaria. Durante agosto y setiembre será guiado por alumnos de la Universidad Católica y desde octubre se intensificarán los talleres con la incorporación de otros profesionales del área educativa, con el propósito de ir creando conciencia de la importancia de la educación.

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Al finalizar el acto de inauguración, Galimberti conversó con Vida Nueva: “Aterrizamos por fin en este lugar, al lado de una zona con familias con muchas necesidades y expectativas, en donde ya existe una capilla atendida muy bien por los salesianos, con un amplio espacio”. Y retomó la alegoría que dirigió a los chicos luego de plantar el árbol: “Una mujer caminaba y vio hombres trabajando. Preguntó al primero qué hacía. Este le respondió: ‘pongo ladrillos’. Hizo lo mismo con otro y la respuesta fue: ‘levanto paredes’. Después se dirigió a un tercero que le respondió: ‘¡construyo catedrales!’. ¿Quieren solamente poner ladrillos o construir algo importante y duradero?”.

Respeto a las actividades que se realizarán en el Centro Ibirapitá, Galimberti aseguró que en lo inmediato “no empezaremos con la educación formal porque la ofrece la escuela pública de la zona con la que ya entramos en contacto”, la idea es “dar este paso” más adelante. “Hoy queremos ofrecer a los adolescentes herramientas para crecer, adquirir habilidades y encontrar un trabajo. Capacitaremos para el trabajo seguro, más que el puesto seguro. Pero el trabajo no es todo. La felicidad es el desarrollo pleno y la capacidad de soñar sueños, aceptar fracasos y replantearnos siempre nuevos horizontes. El cristiano sabe que no camina solo. Somos células vivas de una Presencia generadora de esperanzas”, aseguró.

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Justamente, la capacidad de despertar el gusto y las habilidades vinculadas al trabajo, “es una vieja constatación de los salesianos inspirados en san Juan Bosco”, apunta el obispo. Y explica en detalle: “Se trata de templar al joven, que no es sólo mano de obra. Despertar sueños, esa vocación dormida que late en nuestro barro. Integrarlo a una comunidad, ayudarlo a descubrir lo que, junto a otros, pueden hacer. Lo que hacen bien tiene que dejarlos contentos. Debemos alentarlos cuando comprueban resistencias dentro y fuera de ellos mismos. Tenemos que estimularlos para que exploren, sueñen y plasmen ideas. El abandono del sistema educativo convencional plantea ensayar nuevos métodos”.

Volviendo al gesto incial del acto, la plantación del árbol de Artigas es la expresión de un sueño: “poder ver un día, no lejano, una generosa sombra para reunir y alentar a los adolescentes y sus familias”.

NICOLÁS MIRABET. BUENOS AIRES

 


“Palos en la rueda”

Al conversar con el obispo sobre el Centro Ibirapitá y su misión educativa, no se ha podido obviar de la charla la eliminación de la posibilidad de deducir del Impuesto a la Renta de las Actividades Económicas las donaciones que se hagan a las universidades privadas, un tema que últimamente está dando que hablar a los uruguayos. Galimberti expresó: “Son pequeñas piedras en el camino. No critico la educación oficial. Sabemos que las universidades privadas aún tienen mucho que mejorar, pero se mueven con mayor libertad respecto a propuestas innovadoras”.

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“La enseñanza pública de gestión privada, como sería mejor llamar a las instituciones de enseñanza ‘privadas’ –explicó–, pretenden sumar y aprovechar nichos aún no explorados. La Iglesia se ha sumado a otras universidades de gestión privada para exponer razones y mostrar números, que son mínimos en comparación con otros rubros para la educación. Contra los palos en la rueda es difícil plantear razones. La lógica política responde a otros ímpetus”.

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