Revista La13

lademocracia-1

Polifonía de mujeres sembradoras de paz

Trece, un número cargado arbitrariamente de connotaciones negativas y malos augurios, es parte del nombre con el que La Red Nacional de Mujeres Excombatientes de la Insurgencia Colombiana decidió llamar a su publicación virtual trimestral. El nombre La13 tiene su inspiración, explican sus autoras, tanto en los meses lunares de los mayas (que están en analogía con los ciclos menstruales), como en el relato en el que “en la mesa de la última cena habían trece apóstoles sentados con Jesús. La número trece era María Magdalena, quien estaba encargada de enseñar el amor desde lo femenino a una sociedad patriarcal que estaba enferma por el odio y la codicia”. En consecuencia, el eje de esta publicación es la polifonía de los discursos de diversas mujeres que han trabajado siempre por la paz y que -desde ámbitos como el hogar, la educación, el periodismo, el arte y los movimientos sociales y la insurgencia, entre otros- han inspirado y transformado el sentimiento y el pensamiento de la sociedad.

Empeñadas en la paz

El mundo, la danza mística. La pintura de Manuela Calleguerrero da apertura al quinto número de la revista.

El mundo, la danza mística. La pintura de Manuela Calleguerrero da apertura al quinto número de la revista.

La Red Nacional de Mujeres Excombatientes de la Insurgencia Colombiana agrupa a mujeres que, por distintos caminos, se han hecho constructoras de paz: “unas, participantes de las organizaciones firmantes de los Acuerdos de Paz con el Estado colombiano; otras, mujeres insurgentes solidarias con la lucha de otros pueblos; algunas, que dejaron las armas por decisión propia, en diferentes circunstancias, y mujeres pertenecientes a las redes de apoyo político”. Afirman las participantes de la red que los firmantes de los acuerdos de los años 90, el M-19, el EPL, el PRT, el MAQL y el CRS han cumplido su palabra de dejar atrás la lucha armada, a pesar de que han sufrido persecuciones y amenazas y provocaciones, como el asesinato de Carlos Pizarro a los 48 días de la firma de los acuerdos o el genocidio de la UP. Su empeño en la paz ha sido su “manera de ser y de vivir”. Por ello, la publicación refleja esa lógica y se ha convertido en un trabajo de comunicación en el que “se han activado las ciudadanías como un ejercicio para la paz”. Hacer las paces, Diversidades, Territorios, Matria, Memoriantes y Paz son los seis números que La13 ha publicado en línea desde 2014 (ver www.revistala13.com). Allí convergen entrevistas, reseñas, crónicas, artículos especializados, canciones, poemas y obras pictográficas referidas al tema de la paz. En su número más reciente: ¡!, se destaca la entrevista que pone en diálogo, sobre los dilemas y desafíos de la paz negociada, a tres voces: Rosa Emilia Salamanca directora del CIASE (Corporación de Investigación y Acción Social y Económica), Piedad Córdoba, lideresa de Marcha Patriótica, y Ana Milena González Valencia, directora para Colombia de FOKUS (Foro de Mujeres y Desarrollo, plataforma que agrupa a 65 organizaciones de mujeres afiliadas en Noruega). Rosa Emilia, quien también hace parte del Colectivo de Pensamiento Mujeres, Paz y Seguridad, considera fundamental promover iniciativas como el Pacto Ético por un País en Paz para la construcción de una paz transformadora, justa y sostenible, en las que confluyan “mujeres de sectores opuestos, socialmente hablando: lideresas indígenas del Cauca con mujeres del Ejército y la Policía; mujeres de empresa privada con mujeres desplazadas por el conflicto; mujeres afro, campesinas, académicas, religiosas, periodistas, exguerrilleras, unidas por las búsquedas de la paz”. “Uno tiene que construir este país con la gente del Centro Democrático, uno no puede decir que debe desaparecer de este país, porque estaríamos en el relato semejante que usan con los demás”, asegura Rosa. Piedad, desde su experiencia política, plantea que más allá de los acuerdos de La Habana se requiere en el futuro una constituyente que genere transformaciones en lo territorial y, por tanto, le devuelva al país su capacidad productiva y su soberanía en materia de recursos. Ana Milena cuenta desde su experiencia en las regiones que “hay que hacer un ejercicio en el que todas entendamos que en cada territorio el conflicto está expresado de maneras diferentes, y por eso hay muchos miedos y, más que miedo, hay muchas dudas de que la cosa cambie”; además lanza el interrogante de “cómo la sociedad colombiana se va abrir un poco a la llegada de las personas que han estado durante tantos años en la insurgencia”. Considera que esto es un enorme reto que exige “mucha generosidad, pero la paz no se construye sin generosidad y esto es algo que tenemos que tener muy presente”.

“Éramos guerrilleras”

rosaee-charlotte-isaksson

Con el propósito de seguir aportando a la construcción de la paz, a partir de sus experiencias en la dejación de armas y el tránsito a la vida civil, 12 mujeres excombatientes participaron de la Subcomisión Técnica y de Género de la Mesa de Diálogos de La Habana. En este espacio insistieron en su consigna: “seremos siempre mujeres combatientes, / es decir, mujeres decididas a construir/ una sociedad donde la felicidad sea lo corriente, / la justicia una manera de ser, / la libertad una ética/ y la política una comunicación fluida en el bienestar. / Somos soñadoras. /Éramos guerrilleras”. Los textos de las reflexiones de las excombatientes Elizabeth Caicedo del Corral, Rosmary Brito de Pimienta (Partido Revolucionario de los Trabajadores PRT), Blanca López Yace (Movimiento Indígena Quintín Lame), María Herminia Rojas Pacheco, Alix María Salazar (Movimiento 19 de Abril) y Alejandrina Pacheco (Ejército Popular de Liberación) se pueden leer en la sección La13 Esquina de la revista. Allí se transparentan las visiones de las excombatientes. Por ejemplo, Maria Eugenia Vásquez Perdomo, excombatiente del M-19, describe la manera en la que a las mujeres guerrilleras la sociedad “les cobró la doble transgresión: actuar contra el establecimiento” e “ir en contravía de los patrones femeninos”, porque, mientras los hombres que participaron en los combates fueron tratados como héroes, a ellas se les juzgó por el abandono de su hogar. Este estigma social y los señalamientos han hecho que muchas mujeres no puedan decir abiertamente que fueron guerrilleras. Hablar de la historia como combatiente, añade María Herminia Rojas Pacheco, es necesario para “conocer y valorar el pasado, sin tener que esconderlo ni negarlo. Como parte de la memoria individual y colectiva” que requiere el país.

BIVIANA GARCÍA

Compartir