El camino del perdón

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Con la sencillez propia de una obra de arte, la película finlandesa Cartas al padre Jacob lleva al lenguaje cinematográfico la historia de dos vidas que, sin relación aparente, se encuentran en el incierto camino del perdón. A través de una carta, un sacerdote anciano e invidente solicita a las autoridades que Leila, una mujer que ha sido condenada a cadena perpetua, le ayude a leer las cartas que recibe a diario de sus fieles. Leila, después de doce años de presidio no desea ser perdonada y menos aún tener libertad. Asume con desagrado la tarea de leer las cartas al padre Jacob. Menosprecia tanto las peticiones de quienes escriben al padre, como la fe del sacerdote que invoca a Dios para dar respuesta a sus remitentes. El padre Jacob, consciente del escepticismo de Leila, le manifiesta que “es importante que la gente sepa y sienta que hay alguien velando por ellos y que ningún hijo de Dios es inútil o ha sido olvidado”.

El manejo de la sombra, la luz, el silencio y la gestualidad dotan a esta obra de un realismo impactante. La angustia, el asombro, la desconfianza, la decepción y la redención son retratadas con justeza en los gestos de los protagonistas. Cada escena de la película es una fotografía impecable de las tensiones y comprensiones que van surgiendo entre el padre Jacob y Leila. El relato se completa con el contenido de las cartas que van revelando la razón de la vida del sacerdote y aquello que a Leila la mantiene aprisionada a pesar de estar en libertad. Además de dotar de sentido la vida del padre Jacob, las peticiones -como la de la madre que ruega por su hijo para que encuentre trabajo después de la vida militar o la de la mujer que atraviesa el país para alejarse del maltrato de su esposo- le permiten a Leila ir entendiendo de qué está hecha la fe y la empatía de Jacob. La historia entra en una encrucijada cuando dejan de llegar las cartas. Surgen el temor de quien pierde su razón de ser y la compasión de quien ha sido estigmatizada por la sociedad como un ser irredimible. Una última carta, a la manera de un milagro, labra el camino del perdón para Leila y renueva la existencia del padre Jacob.

Este filme, que ha recibido diversos premios en Europa y Norteamérica, es sin lugar a dudas una obra necesaria, especialmente cuando el fin del conflicto armado en Colombia requiere de parte de la ciudadanía no solo una nueva manera de ver a quienes creemos ‘culpables’, sino, sobre todo, un viraje en el sentido de la vida más allá del antagonismo y la polarización a la que nos ha arrojado la guerra.

Biviana García

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