‘Vida Nueva’: 168 horas para hacerla y una semana para leerla

Alfonso Rodríguez, sacerdote de A Coruña y suscriptor de Vida Nueva, con miembros del grupo

Presentamos al equipo de periodistas que hace la revista y a algunos de los suscriptores más fieles

el equipo de redacción y periodistas de Vida Nueva junio 2016 José Beltrán, Sonsoles Hernández,

El equipo de redacción de Vida Nueva, preparando una portada

RUBÉN CRUZ / MARÍA GÓMEZ | En toda redacción que se precie hay una frase que nunca debería ser pronunciada. Y en esta revista no iba a ser menos: “Vamos bien, hoy vamos a tener un cierre tranquilo”. Dicha así o en sus múltiples variantes. Porque ningún cierre es tranquilo. ¡Ninguno! Para nosotros, las semanas no empiezan los lunes, como para el común de los mortales, sino los jueves. Cada miércoles, a las 17:00 horas, Vida Nueva tiene que estar en la imprenta, llueva o truene, como reza el dicho. En nuestro caso, tanto si el Papa decide abrir la puerta al diaconado femenino o anunciar el viaje del año a las 16:59 de ese mismo miércoles. Y qué difícil y apasionante hace Francisco nuestro trabajo. Nos exige, aunque sin querer, como lo hace con todos.

Nosotros la hacemos…

(…) La secretaria de redacción, Esperanza Vela –cuyo papel muchas veces es casi el de una madre, pese a su corta edad…–, nos informa cada miércoles por la tarde, a través de un mensaje de correo electrónico, de la reunión que tendremos el jueves por la mañana. Ese correo es la señal de que acaba una semana y comienza otra. Contamos las semanas en números de Vida Nueva. Y en 58 años ya contamos 3.000. Cada dos décadas cambiamos el ‘numerito’ de delante.

Del equipo actual, hace 20 años por aquí solo se encontraban José Luis Celada –Celadita para los que somos muy de los diminutivos–, el hombre que vive su vida entre pliegos, libros y películas –por supuesto sin piratear, como mandan los obispos–, y Sonsoles Hernández, nuestra maquetadora, orgullosa madre de Lucía, Alejandra y Marcos, y defensora férrea de la vista de nuestros lectores. En esta línea, también se encuentra Amparo Hernández –amiga de Sonsoles desde la facultad y la alegría de PPC–, que es parte del equipo y creadora del nuevo diseño.

(…) Solo un año después del número 2.000, llegó José Lorenzo –Pepiño, como lo llamaba su madre, y yo… mientras me deje–. Hoy es el redactor jefe, el que va cantando las secciones y los temas que tenemos en cada una de ellas en esa reunión de los jueves. Más tarde, desde Galicia, como él, vino María Gómez, el primer Premio Lolo de periodismo joven de la Unión Católica de Informadores y Periodistas de España. Siete ediciones más tarde, José Beltrán, el actual director de Vida Nueva, cogería el testigo. María Gómez es la persona que hoy se encarga de las redes sociales y de la web de la revista: investiga quién pincha cada información, cuánto tiempo permanece en ella, qué palabra puede enganchar más para recibir visitas… (…)

Miguel Ángel Malavia es otro de los redactores. Siempre pendiente de darle vueltas a la crisis de los refugiados para hacer denuncia periodística. Vive tanto sus temas que quiere que todos vayan como A Fondo, pero ahí está Beltrán para frenar sus impulsos.

El director lleva menos de dos años a cargo de la revista. 88 números. 36 desde que estrenáramos diseño. Y ha traído más vida… más nueva… En su presentación a los lectores lo dejó claro: quería una revista crítica, no criticona. Ser crítica significa ser incómoda para algunos. Incluso molesta. Objetivo cumplido. Pero siempre se puede seguir mejorando (incomodando).

Y, por último, solo quedo yo –y prometo no volver a usar esta primera persona–. Llegado desde las periferias –pero no existenciales–. Concretamente desde Tenerife. Es paradójico que sea el último de la fila, el más joven y con una vida nueva desde hace menos de un año, quien cuente cómo hacemos la revista, pero supongo que Beltrán pensaría que algo tendría que hacer… En definitiva, un grupo de periodistas. (…)

Con las presentaciones hechas, volvamos al jueves a las 10:00, punto en el que comienza nuestra semana. En esta reunión de redacción –que, por cierto, tiene lugar en la Sala Tarancón…– también acogemos a Ana Blasco, la responsable de suscripciones, siempre pendiente de las llamadas de nuestros lectores, y Javier González, encargado de gestionar la publicidad para que esta revista pueda seguir llegando al lector. (…)

… para vosotros

Alfonso Rodríguez, sacerdote de A Coruña y suscriptor de Vida Nueva, con miembros del grupo

El sacerdote Alfonso Rodríguez (de verde) con algunos miembros del grupo juvenil de su parroquia en A Coruña

Son 168 horas para hacerla y una semana para leerla, porque es el tramo de tiempo entre número y número. Pero nos consta que el lector de Vida Nueva le dedica mucho más. La revista ya es del suscriptor cuando la concebimos, pero es auténticamente suya cuando llega al buzón, en su camisita de plástico. Y es entonces cuando comienza un proceso de lectura, formación y disfrute dispar en función del lector, pero con muchos denominadores comunes.

Solo hay una pega en ese primer momento en que VN llega al suscriptor. “¿Qué día recibo la revista? Muy tarde, aunque no siempre es así. Tan pronto llega el viernes, como hay semanas que hasta el miércoles siguiente no la recibo. Como media, el lunes”, cuenta Alfonso Olmos, que vive en Guadalajara.

Tienen más suerte las carmelitas descalzas de Puzol (Valencia): “Normalmente, lunes o martes”. Y Alfonso Rodríguez, en A Coruña, que afirma: “Los lunes”. Y las Hermanas del Ángel de la Guarda de Fuenlabrada (Madrid): “La recibimos a principios de semana con bastante regularidad”.

¿Y qué pasa después? “La mayoría de las hermanas la leemos entera y la comentamos con frecuencia. Siempre queda en un lugar visible a disposición de todas”, explica Mª Dolores Vázquez. En su comunidad de Fuenlabrada –que se formó hace 40 años– hoy son cinco religiosas; casi todas procedentes de países de misión, están jubiladas y dedicadas al voluntariado en diferentes sectores. Y suscritas a Vida Nueva desde hace 27 años. (…)

En los tiempos de Twitter en que vivimos, hay un nuevo usuario de prensa, y en concreto un nuevo lector de Vida Nueva, que no por preferir un soporte digital está menos comprometido con la revista. Es el caso de Fernando Lorenzo: “Estoy suscrito a la newsletter, y ahí me entero del contenido, leo los titulares, ojeo algunos temas en la web y cuando el asunto es de mayor incumbencia, la compro y analizo a través de la app”, la revista en formato digital, disponible para dispositivos móviles. “Es muy buena, muy clara”, aprecia.

Publicado en el nº 3.000 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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