¿Qué mujeres para qué Iglesia?

Lo usual es preguntarnos qué características debe tener la Iglesia de hoy para que responda de manera significativa al caminar de tantas personas que aún se sienten Iglesia y ven en ella la posibilidad de ser fermento en la masa para la sociedad de hoy.

Ahora me interrogo: ¿qué mujeres para qué iglesia? A diferencia de otras épocas, en las que la reflexión teológica era elaborada por un grupo élite clerical, la experiencia eclesial de las dos últimas décadas del siglo XX y lo corrido de este siglo está marcada por el fortalecimiento de una corriente en la Iglesia formada por grupos que participan en la producción del saber. En esta línea, no podemos desconocer el aporte de las teologías hechas por mujeres. Esto nos ha llevado, por un lado, a reconocer la conformación desigual y excluyente en todos los modelos de participación en las iglesias; y, por otro, a proponer nuevas categorías para la construcción de modelos alternativos que no sólo evidencien la huella de las mujeres en el pasado, sino que muestren igualmente nuestra identidad física e intelectual en el presente.

No podemos desconocer a mujeres que, en la Biblia, salieron al paso con propuestas significativas a situaciones conflictivas o límite. Mujeres del Antiguo Testamento, como Tamar, Betsabé, Rut, Rajab. Mujeres que, extranjeras en esa tierra, presentaron salidas liberadoras, respondieron de manera creativa y resiliente a las situaciones vividas. O el caso de Miriam, la hermana de Moisés, que encarna la función profética de mediar entre Dios y las personas. Con su cántico interpreta la realidad humana que está viviendo el pueblo de Israel en su experiencia del éxodo hacia la tierra prometida.

También algunas mujeres del Nuevo Testamento, en circunstancias diferentes, dieron soluciones a situaciones adversas, tanto en casa, como en el espacio público, aun contrariando la norma socio-religiosa del momento. Mujeres que creyeron en el anuncio de la Palabra, decidieron asumir un liderazgo en la comunidad cristiana. Aparecen nombradas en el libro de los Hechos de los Apóstoles: Tabita, María, Lidia, Priscila, Safira, Eslava, Rode, entre otras.

El desafío actual para las mujeres en la Iglesia es ofrecer una reflexión que ayude a mostrar con claridad las afirmaciones centrales, los temas, los cuestionamientos, las victorias, los espacios de autoridad emancipadora y el servicio que ellas han ejercido y están ejerciendo en distintas iglesias. Con este esfuerzo, mujeres teólogas hemos tratado de validar las creaciones prácticas e intelectuales que hemos ido tejiendo para avanzar hacia modelos socio-eclesiales que promuevan justicia y real participación, en congruencia con las formas organizativas que muestran la intención genuina del cristianismo. Se proclama la igualdad de mujeres y varones en un gran discurso teológico, pero la verdad es que vivimos en una iglesia profundamente desigual, una iglesia contraria a una vida en estado de justicia.

Socorro Vivas Albán

Teóloga

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