PARAGUAY – Atemoriza la inseguridad

Recientes secuestros, sumados a otras capturas realizadas por el autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo, obligan a alzar la voz al Episcopado.

Desde hace un tiempo la inseguridad en Paraguay se viene incrementando. Los reiterados secuestros que se produjeron en las últimas semanas asumidos por el autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) dan cuenta de ello.

Para comprender esta realidad, vale repasar que el 5 de julio pasado se cumplieron dos años del secuestro más largo en la historia del Paraguay, el del suboficial de Policía Edelio Morínigo Florenciano, perpetrado por el EPP en el distrito de Horqueta, departamento de Concepción. Aún el Gobierno no puede garantizar con pruebas de que siga con vida.

Por otra parte, desde el 8 de agosto de 2015 permanece en manos de la misma banda Abrahán Fehr. El hombre fue llevado por los criminales mientras trabajaba en su chacra menonita de la colonia Manitoba, en el distrito de Tacuatí, departamento de San Pedro.

Recientemente, en la tarde del 27 de julio, tras varios meses de permanecer en las sombras, el EPP volvió a aparecer, esta vez en el distrito de Santa Rosa del Aguaray, en el departamento de San Pedro, donde tomaron por asalto la estancia La Yeya y hasta incendiaron maquinarias del establecimiento ganadero.

En medio de este acto violento secuestraron a Franz Wiebe Boschman, un joven de 17 años. A través de una esquela, los captores dejaron una serie de exigencias para la liberación, entre ellos el pago de 700 mil dólares. Dicha suma, es una cifra inalcanzable para los padres y familiares del joven ya que todos se dedican al trabajo campesino.

En este contexto de violencia y confusión, un día antes, el martes 26, se produjo el secuestro de Celeste Lopes De Matto, un ciudadano brasileño de 62 años, capataz de una estancia en Minga Porã, Alto Paraná. Para su liberación pidieron la suma de 10 mil dólares. Sin embargo, apareció en menos de 12 horas y sin que se haga efectivo el pago del rescate. Aparentemente, los captores optaron por abandonar a la víctima y darse a la fuga al verse cercados por la policía.

La Iglesia alzó su voz
Frente a esta escalada de la violencia, el obispo castrense de Paraguay, Adalberto Martínez, reclamó a los miembros del EPP a liberar a los secuestrados: “Exhortamos al corazón y a la buena voluntad de estas personas para que liberen a los secuestrados”.
“Realmente es preocupante la existencia de grupos armados en la población, y sobre todo, porque cada situación delictiva o acto de violencia mete miedo a la población”, indicó a la prensa. Y mencionó que los sacerdotes de la zona Norte del país están dispuestos a dialogar con los referentes del grupo armado, siempre y cuando tengan la aprobación de las fuerzas de seguridad y del Ministerio Público.
Días más tarde, la oficina de prensa de la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP) emitió un comunicado donde expresó: “nuestra solidaridad, cercanía espiritual y oraciones de toda la Iglesia por la pronta liberación” a Boschman, Morínigo, Fehr y a sus familiares.
Asimismo, llamó a los secuestradores “a liberar a estas personas de bien” y les advirtió que la libertad “es un don y una fuerza interior que Dios entregó al hombre al hacerlo a su imagen y semejanza”. Y a los poderes públicos, que “garanticen y prioricen la libertad de los secuestrados. Es de vital necesidad, que con el amparo constitucional pongan el máximo empeño e inteligencia en resguardar con mayores esfuerzos a los habitantes de este país que a diario sufren como consecuencia de la inseguridad y violencia”.
FERNANDO COSTA. ASUNCIÓN

 


Secuestro emblemático
Entre los casos más impactantes de secuestros, no se puede dejar de mencionar el de Arlan Fick, quien permaneció en poder del EPP por 267 días. Se trató del primer secuestro más largo de la historia de la República del Paraguay. Fue secuestrado el 2 de abril del 2014 y liberado en la noche del 25 de diciembre de ese mismo año. Los criminales exigieron a su familia el pago de 500 mil dólares en efectivo y el reparto de 50 mil dólares en víveres entre los ciudadanos de Yby Yaú, departamento de Concepción. Tras pasar varios meses sin comunicación, el adolescente fue liberado el día de Navidad. Durante todo ese tiempo varias veces se especuló sobre la supuesta muerte del joven, hasta que los captores entregaron un video como prueba de vida, en el que también aparecía el todavía secuestrado Edelio Morínigo Florenciano. Esta fue la primera y última evidencia de que el suboficial de la Policía estaba con vida.

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