Ricardo Blázquez en la JMJ: “Necesitamos jóvenes sin fronteras”

El cardenal pide “misioneros, voluntarios educadores y sociales, cuidadores de todos”

participantes españoles en la JMJ Cracovia 2016 celebran eucaristía en el santuario de Czestochowa 25 julio 2016 fiesta de Santiago Apóstol

El cardenal Blázquez y presidente de la CEE ofició la eucaristía en el santuario de Czestochowa el 25 de julio

Especial web: Todo sobre la JMJ Cracovia 2016

JOSÉ BELTRÁN (CZESTOCHOWA) | La JMJ no puede pasar por la vida del joven como una experiencia más de verano. Al menos esa es la preocupación de los miles de agentes de pastoral que acompañan estos días a sus chicos por las calles de Cracovia. Cambio. Madurez. Salto de fe. Explorar un proyecto de vida. Descubrir su vocación y su lugar en el mundo. En definitiva, que la experiencia cale. Pero, ¿cómo? ¿Hacia dónde dirigir los pasos de quienes han puesto rumbo a Cracovia para encontrar respuestas? El presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Ricardo Blázquez, no solo aborda esta cuestión, sino que ha esbozado un perfil de los cristianos de la generación 2.0 en aras a una tarea concreta: reconstruir Europa, regar sus raíces cristianas.

“Necesitamos personas abiertas por la fe al infinito, necesitamos misioneros de Jesucristo sin fronteras, voluntarios educadores y sociales sin fronteras, cuidadores de la salud de todos sin fronteras, defensores de la paz sin fronteras”, señaló el arzobispo de Valladolid durante su homilía ante los 10.000 jóvenes que le escuchaban en la explanada del santuario de Czestochowa. Encomienda nada baladí la de hacerles responsables del futuro del continente desde el escenario de la JMJ de 1991 que presidió Juan Pablo II. Ese mismo altar acogió el pasado lunes 25 de julio el encuentro de los peregrinos españoles, como antesala de esta JMJ de Francisco.

Frente a la tentación de caer en el “sopor espiritual” y aunque “cueste fatiga”, Blázquez les propuso “salir” como misioneros del Evangelio. Tradujo el “hacer lío” de Francisco y su “ver, juzgar y actuar” en un compromiso con el mundo que les rodea en el ámbito educativo, sanitario, social… Véase en Cáritas, a través de la entrega en el trabajo o en la política.

Rescatar a Europa

Todo, en un contexto concreto. Y es que Blázquez aprovechó la festividad de Santiago para proponer que estos jóvenes rescaten a la Europa “cansada y envejecida” que “se atrinchera en su prosperidad y se cierra al clamor de quienes llaman a sus puertas y de quienes a distancia contemplan nuestro bienestar postrados en la pobreza y la desesperanza”. Miró al Apóstol para presentarle como el peregrino que “nos enseña a recorrer como evangelizadores y pacificadores los caminos de Europa; tendiendo puentes y derribando muros”, como pide el papa Francisco.

Con la crisis de los refugiados de fondo, el presidente del Episcopado instó a edificar un continente que recupere el “humanismo cristiano” de sus inicios para “promover los derechos de cada uno sin olvidar los deberes de todos”.

Tomando como referencia las palabras del Papa argentino en la entrega del Premio Carlomagno, le llevó a clamar ante los jóvenes: “¡Que las fronteras no nos encierren en nuestro egoísmo y nivel de vida, sino que sean una incitación para ir al encuentro de los demás y trabajar unidos a favor de la humanidad, que en el proyecto de Dios es una sola familia!”.

El arzobispo de Valladolid planteó esta apertura como alternativa a generar un clima de psicosis social por la amenaza del terrorismo yihadista. “La compasión debe guiar a la humanidad apesadumbrada por nuevas y antiguas inquietudes e incertidumbres –subrayó Blázquez–, por el llanto de las víctimas en atentados y por la inseguridad diaria de los ciudadanos”. Frente a la tentación de levantar muros, el cardenal apeló a la misericordia, eje de este Jubileo y también de estos días de encuentro en Polonia. Nos viene bien contar con Dios y trabajar generosamente por los demás”, alentó.
En esta tarea implica a los jóvenes de la JMJ, a los que invitó a formar parte de la que llamó “escuela del Evangelio”. Para ello, planteó como imprescindible asumir este reto en comunidad, como Iglesia: “Sin cultivar la fraternidad en la fe se pone en peligro la continuidad de la iniciación cristiana y del seguimiento de Jesús”.

Y los jóvenes no pararon de bailar

Suenan los primeros compases de Hoy ya soy feliz, la canción del padre Damián y Toño Casado creada ex profeso para esta JMJ. De repente, en la explanada de Czestochowa los españoles “hacen lío”. Hasta un grupo de italianos, acostumbrados a llevar la voz cantante en esto de los encuentros mundiales, se quedan pasmados del ritmo de los jóvenes de nuestro país. Objetivo conseguido, frente a quienes cuestionaron el porqué de esta melodía.

Si el himno oficial de la JMJ invita a la reflexión y el recogimiento, este tema tecno-pop made in Spain reflejaba esa alegría del Evangelio que urge contagiar. Fue el hilo central de una fiesta que se alargó más de dos horas después de la eucaristía. Orar y celebrar.

A pesar del calor, ningún peregrino se resistió. Y eso que en Polonia se están dando temperaturas en estos días más propias del sur de España. Aunque la eucaristía arrancó con cuatro gotas de lluvia, le siguió un bochorno que llevó a los obispos a utilizar el paraguas como parasol y la mitra como abanico. Alguno de ellos miraba a la multitud desde lo alto y se impresionaba por la potencia de los peregrinos. Otro le contestaba: “No te acerques tanto a la barandilla, que el Papa ha dicho que no balconeemos.

En el nº 2.999 de Vida Nueva

Compartir