El vía crucis de la JMJ: saber escuchar

joven peregrina española escucha las palabras del papa Francisco durante el vía crucis JMJ Cracovia 2016 29 julio 2016

“Veo alguna lágrima. Rostros de preocupación. Empatía”

joven peregrina española escucha las palabras del papa Francisco durante el vía crucis JMJ Cracovia 2016 29 julio 2016

JOSÉ BELTRÁN, enviado especial a CRACOVIA | Si vienes a la JMJ con la idea de ver al Papa de cerca, olvídate. Resulta más sencillo un plasma generoso en pulgadas. Salvo que te topes de forma inesperada con una calle acordonada y veas su mano saludar desde el pequeño Volkswagen con el que recorre el país. De lo contrario, toca desistir en el intento o conformarse con un punto blanco en el horizonte si estás frente al altar. Si el objetivo es escuchar, escucharle, escucharte: bienvenido.

Buscas una parcelita –lo que da de sí una bolsa de basura– en el Parque de Blonia y sintonizas la radio del móvil. En español, el 88.3 del FM. Bienvenido al vía crucis con Francisco. Bienhallado para toparse de frente con quienes llevan la cruz a cuestas, mientras levantas la mirada ante una multitud que está llamada a ser quien cambie las reglas del juego de este mundo.

“Has sido sentenciado en 30.000 refugiados. Sentenciado. ¿Por quién? ¿Quién firma esta sentencia? Tenemos miedo de su religión y de su pobreza. Nuestra falta de acogida se convierte en una sentencia de muerte para ellos”, expone una joven desde el altar.

Es solo la primera de las catorce estaciones. Así desfila el horror, más allá de la expresión plástica a través de la danza y de la música. Dando voz a los últimos, a los que no cuentan. Los enfermos, los pobres, los discapacitados. Los presos. Los sintecho. Hora y media de oración ante el Crucificado por los que se arrastran con su cruz.

El silencio de Francisco en Auschwitz ante la tumba de Maximiliano Kolbe se contagia por todos los rincones del inmenso parque de Cracovia. También aquellos que han huido de Siria. La algarabía de la fiesta de acogida del jueves y el murmullo previo a la oración se torna en mutismo. Dios se cuela por ahí.

“¿Dónde está Dios si en el mundo existe el mal?”, se pregunta el Papa sobre todas las atrocidades que se dan más cerca de lo que imaginamos. “Existen preguntas para las que no hay respuestas humanas -medita Bergoglio-. Solo podemos mirar a Jesús y preguntarle a Él. Su respuesta es: Dios está en ellos, sufre en ellos”.

“¿Cómo quieres volver a casa esta tarde?”

Francisco se despide con otra interrogante, pero esta la deja sin respuesta: “¿Cómo quieres volver esta tarde a casa? ¿Cómo quieres volver a encontrarte contigo? El mundo te observa. A cada uno os toca responder al desafío de esta pregunta”.

Veo alguna lágrima. Rostros de preocupación. Empatía. Espero que no se borren cuando llegue la bendición final. Que la JMJ sea inclusiva, que aquellos castigados por el resto de la sociedad y por las generaciones previas a los que están sentados viendo pasar la cruz de mano en mano.

Porque, como dice Bergoglio, “nuestra credibilidad como cristianos no se juega en las ideas, sino en las obras, en el servicio. Si no vives para servir, no vales para vivir”.

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