El Papa en Czestochowa, santuario de transformación

papa Francisco visita Monasterio de Jasna Gora en Czestochowa para rezar ante la Virgen Negra y celebrar misa en el 1050 bautismo de Polonia 28 julio 2016

Vista exterior del Monasterio de Jasna Gora, mientras el papamóvil circula entre los miles de fieles congregados para la misa

ANTONIO PELAYO, enviado especial a CRACOVIA | Francisco no podía venir a Polonia y no visitar el monasterio de Jasna Gora (la clara montaña) en Czestochowa, donde desde hace siglos es venerada la imagen de la Virgen Negra. Este monasterio-santuario es el corazón espiritual de esta nación (que celebra este año el 1.050º aniversario de su bautismo) y recibe cada año cinco millones de peregrinos.

El sacerdote Karol Wojtyla, después arzobispo de Cracovia y papa de la Iglesia universal, tenía una predilección especial por Czestochowa; al santuario envió el fajín ensangrentado en el atentado del 13 de mayo de 1981 y un corazón de oro. En una de sus visitas, afirmó que era “el santuario de la nación, el lugar de la transformación espiritual, de la conversión y de la renovación de la vida de los polacos”.

Como hizo su predecesor Benedicto XVI en 2006, Francisco ha dedicado toda la mañana de hoy jueves 28 de julio a visitar Czestochowa y a celebrar una misa multitudinaria. Decenas de miles de polacos han pasado la noche allí, o han llegado apenas despuntaba el alba (5 h. de la mañana) a los alrededores del monasterio-fortaleza, donde la misa ha comenzado a las 10.30 h. de la mañana.

Al final de su homilía, Bergoglio ha dicho: “En su camino, vuestro pueblo ha superado en la unidad muchos momentos duros. Que la Madre, firme al pie de la cruz y perseverante en la oración con los discípulos en espera del Espíritu Santo, infunda el deseo de ir más allá de los errores y las heridas del pasado y de crear comunidad con todos, sin ceder jamás a la tentación de aislarse e imponerse”.

Llama la atención la ausencia del fundador de Solidarnosc y premio Nobel de la Paz Lech Walesa en esta misa y en la ceremonia de bienvenida en Wawel. Lo ha explicado él mismo en su página de Facebook: los obispos le hicieron llegar la invitación solo 24 horas antes. “Ya no era posible cambiar mi agenda”, afirma. Miserias que revelan la cortedad de vista de un episcopado demasiado apegado a las estrategias del gobierno.

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