El arte de hablar sin hablar

Los artistas de Gen Rosso no hacen pantomimas, pero su arte transmite valores en los que se muestra a Dios sin hablar de Él.

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NICOLÁS MIRABET

“Das diez y recibes cien”. Este es el deseo de cualquier empresario, dar poco y recibir mucho. Pero esta concepción matemática es la forma en que el español José Manuel García resume su experiencia artística al servicio de los demás. Él es artista, músico y focolarino, y desde hace 12 años forma parte de Gen Rosso, el grupo artístico internacional del Movimiento de los Focolares, que recientemente estuvo en el Cono Sur desplegando su mega espectáculo Street Light en Uruguay, Argentina, Bolivia y Paraguay.
Esta agrupación, desde que nació hace 50 años, siempre organizó proyectos artísticos y pedagógicos para jóvenes, a favor de la prevención de las drogas y en contra de la violencia.
En su paso por el Cono Sur, entre mayo y julio, llevaron adelante junto con la Fazenda de la Esperanza –el centro de recuperación de las adicciones de la Iglesia católica– este espectáculo que forma parte de su programa Fuertes sin violencia, que tiene la finalidad de que los jóvenes descubran sus talentos y refuercen su autoestima.

“En este proyecto estuvimos trabajando con los chicos de la Fazenda, que están haciendo su camino de recuperación del consumo de sustancias. ¡Es fácil juzgarlos desde afuera!”, dice el artista sevillano. Y afirma convencido: “Frecuentemente recuerdo un proverbio chino que dice algo así: ‘antes de juzgar a una persona camina sus leguas con sus sandalias’. Estos chicos fueron abandonados, abusados y la droga es una consecuencia. Pero la adicción es la punta del iceberg de toda una vida de dolor”.

“¡Es fácil juzgarlos desde afuera!
Estos chicos fueron abandonados, abusados
y la droga es una consecuencia”.

Antes de su gira por el Cono Sur, Gen Rosso ha conversado mucho con los responsables de la Fazenda de la Esperanza para ver la mejor manera de encarar este proyecto artístico en conjunto. De hecho, entre ellos hay una espiritualidad en común: “La Fazenda es mitad franciscana y mitad focolarina, entonces tenemos un feeling muy grande”, cuenta García.
En Street Light, “la última canción se llama ‘Si quieres, tu puedes’… ¡Qué significado tienen esas palabras en boca de los chicos de la Fazenda!”, asevera.
De su paso por Montevideo, García recuerda: “Estuve con 17 gurises. Cada uno con un tambor, en una habitación cerrada. El silencio era imposible, pero mereció la pena el esfuerzo porque estos chicos, la mayoría de barrios muy humildes y marginales, tienen al padre ausente o una imagen desfigurada de la paternidad. Cuando ven a un adulto, y perciben que tiene buenas intenciones, explotan de cariño, te abrazan, están todo el día contigo. Sin bien te agota, para estos chicos tu presencia es una un expresión genuina de alegría, de que alguien piensa en ellos y los valora”.


¿Gen Rosso?
Gen Rosso (www.genrosso.com) es un grupo internacional de músicos, bailarines y artistas que desde hace casi 50 años está al servicio de la comprensión, la solidaridad y la fraternidad de los pueblos. Es una expresión del Movimiento de los Focolares y tiene su sede en la ciudad italiana de Loppiano. Renovando constantemente sus miembros, el grupo cuenta actualmente con 18 integrantes proveniente de nueve países diferentes.
Su estilo musical ha ido evolucionando continuamente y el objetivo continúa siendo el mismo: transmitir valores a través del arte. Por eso, tanto en la presentación de Street Light en el Cono Sur, como en sus otros espectáculos transmiten valores como la paz, la justicia social, el amor y la solidaridad, base de todas las relaciones fraternas entre los individuos, como también entre los pueblos y las culturas.


¡Tú puedes!
Gen Rosso construye cada uno de sus espectáculos en conjunto con los jóvenes de los lugares a los que llegan. Esta es una de las claves para sacarlos adelante: “Muchos tienen grabado dentro el ‘tú no puedes’. Pero desde que estoy trabajando en este proyecto veo cómo ellos alcanzan el ‘yo puedo’, y hasta el ‘juntos podemos más todavía’”, sostiene José Manuel García.

genrosso_escenaStreet Light es el espectáculo con el que giró Gen Rosso en el Cono Sur, que contó con casi 200 chicos en escena de las distintas ciudades que visitaron. Con tan solo tres días para ensayar y preparar las coreografías, en cada ciudad Gen Rosso y los jóvenes de cada lugar montan un espectáculo digno para promocionar en la marquesina de cualquier teatro de primera línea. La obra narra la historia de Charles Moats, un joven perteneciente a un gueto de Chicago en los violentos años 60. Charles conoce el ideal de la unidad y quiere apostar a la construcción de un mundo unido, convirtiendo sus decisiones radicales en un signo de contradicción para sus antiguas amistades, quienes terminan asesinándolo. Es una historia fuerte y conmovedora que se desarrolla en casi dos horas de puesta en escena. Con una excelente producción musical, de baile e iluminación, es posible adentrarse en la historia y percibir los estados de ánimos por los que todo joven puede pasar cuando empieza a tomar decisiones trascendentes en su vida.

 


Juntos, hebreos y palestinos
En esta forma de evangelizar, conjugando arte y misión, los gestos valen más que las palabras. “Nosotros, a cada lugar que vamos, normalmente no hablamos de Dios, sino de la vida. Y lo hacemos a través de gestos concretos como la paciencia, la escucha, la dedicación y el cariño. Al final de cada presentación, los chicos del lugar te hablan de familia”, sostiene el músico José Manuel García. Esta metodología le ha permitido a Gen Rosso visitar China en cinco oportunidades.

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Sin embargo, este artista focolarino reconoce que uno de los lugares que visitó con Gen Rosso y que más enseñanzas les dejó fue Jerusalén: “Allí hicimos talleres de arte con adolescentes hebreos, musulmanes y cristianos. Recuerdo que el grupo que yo animaba estaba compuesto por la mitad de hebreos y la mitad de palestinos. Allí, la rivalidad no es como decir ‘yo soy de Boca y tu de River’; allí la rivalidad es ‘tu padre mató al mío’. En la clase estaban, unos en una punta del salón, y otros en la otra”, evoca.
“Iniciamos el ensayo –hace memoria– y los empecé a acomodar a los más altos atrás y a los más petisos adelante. Luego, en el descanso, compartimos bizcochos y alguna bebida, y la relación entre unos y otros se fue dando naturalmente. Al segundo día, hebreos y palestinos ya empezaban a sentarse juntos, y en la tercera jornada ya todos hablaban entre sí”. Pero García recuerda que lo más llamativo ocurrió en el cuarto y último día: “palestinos y hebreos se abrazaban llorando porque decían ‘yo no imaginaba que los palestinos eran así… yo no imaginaba que los hebreos eran así’. Desde niños, a estos jóvenes le habían hablado mal del otro, entonces se tenían miedo entre sí”.
Conmovido, este integrante de Gen Rosso lanza su fórmula que siempre se repite: “Das diez y recibes cien”.

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