Los lefebvrianos vuelven a frenar el diálogo con Roma

Seminaristas lefebvrianos en Econe, Suiza

Critican “los errores del Papa” y se reivindican por encima de cualquier “reconocimiento canónico”

Seminaristas lefebvrianos en Econe, Suiza

Seminaristas lefebvrianos en Écône, Suiza

ANTONIO PELAYO (ROMA) | El 1 de julio comenzaron las “vacaciones” de Francisco. Ya se sabe que, desde hace décadas, Bergoglio no “vacaciona”, y no ha cambiado esta costumbre como sucesor de Pedro. Sencillamente, durante este mes se suprimen las audiencias generales de los miércoles y las privadas; solo quedan en agenda los ángelus dominicales. El Papa “descansa” leyendo, preparando los discursos de sus próximos viajes y proyectando nuevas iniciativas.

La última ceremonia antes de las “vacaciones” fue la solemnidad de los Apóstoles Pedro y Pablo, celebrada en San Pedro el 29 de junio. Durante la eucaristía, Francisco bendijo los palios de los 25 arzobispos metropolitanos nombrados durante los últimos doce meses. De ellos, 22 concelebraron con el Santo Padre; entre ellos, los españoles arzobispos de Barcelona, Juan José Omella; y de Burgos, Fidel Herráez.

ceremonia de entrega del palio a los nuevos arzobispos Vaticano 29 junio 2016

Un momento de la entrega de los palios a los nuevos arzobispos

En su homilía, Francisco volvió sobre un tema por él tan querido: el cierre y la apertura de la Iglesia. “El miedo –dijo– nos cierra siempre, nos cierra a las sorpresas de Dios. Este pasaje [de la Escritura] nos habla de la tentación que siempre existe para la Iglesia: la de cerrarse en sí misma frente a los peligros. (…) La oración permite a la gracia abrir un camino de salida: del cierre a la apertura, del miedo a la valentía, de la tristeza a la alegría. Y podemos añadir que de la división a la unidad”.

Al pronunciar estas últimas palabras, el Papa dirigió su mirada hacia la delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, que, como todos los años, visita Roma en estas fechas. La componían esta vez Su Eminencia Methodios, metropolita de Boston; y el arzobispo de Telmessos, Su Excelencia Job, a los que acompañaba el cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.

Con los ortodoxos

El Papa les había recibido la víspera en audiencia privada y, en su discurso, recordó que el próximo mes de septiembre se reunirá la Comisión Mixta Internacional para el diálogo entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa; también quiso mencionar su reciente encuentro, el 16 de abril en Lesbos, con su “querido hermano”, el patriarca Bartolomé I de Constantinopla, y con el arzobispo de Atenas y de toda Grecia, Su Beatitud Ieronymos II.

“Ha sido –comentó– una experiencia muy conmovedora que ha confirmado cuánto nos es posible hacer para asegurar dignidad y justicia a tantos hermanos”.

Durante la audiencia se le hizo entrega al Papa de una carta del patriarca Bartolomé en la que este, refiriéndose a la crisis de los refugiados, afirmaba que “la civilización europea no puede ser entendida sin una referencia a sus raíces cristianas” y que “su futuro no puede ser una sociedad completamente secularizada o sujeta al economicismo y a varias formas de fundamentalismo”.

Lefebvrianos: un paso adelante y dos atrás

La festividad de San Pedro y San Pablo fue escogida por Bernard Fellay, superior de la Fraternidad San Pío X, para hacer público un comunicado. En él, los lefebvrianos confirman su tradición de dar un paso adelante y dos atrás. El texto había sido preparado en una reunión que mantuvieron en Anzere (Alpes suizos), del 25 al 28 de junio, el citado Fellay y los obispos Tissier de Mallerais y Alfonso de Galarreta, entre otros.

El texto parece ser una respuesta a la propuesta que el Papa hizo en sus declaraciones a La Croix el 17 de mayo sobre la posibilidad de conceder a la Fraternidad el estatuto de prelatura personal.

Sin citarla, Fellay afirma que, “en el estado actual de grave necesidad que le confiere el derecho y el deber de distribuir la ayuda espiritual a las almas que recurren a ella, [la Fraternidad] no busca en primer lugar un reconocimiento canónico al que tiene derecho en cuanto obra católica”. Asimismo, han afirmado que, “en la dolorosa confusión actual en la Iglesia, la proclamación de la doctrina católica requiere la señalización de los errores que se cometen dentro de ella, apoyados sin embargo por muchos pastores y hasta por el mismo Papa”.

Los que, desde hace años, seguimos las pintorescas peripecias de los lefebvrianos no podemos extrañarnos ante esta nueva provocación. Sí que podemos manifestar un cierto estupor ante el hecho de que Guido Pozzo, que dirige la comisión Ecclesia Dei, manifieste que esta declaración “no es un acto negativo” ni implica “una puerta cerrada”. En materia de sembrar confusión siempre hay quien gana…

papa Francisco saluda a la nueva alcaldesa de Roma Virginia Raggi julio 2016

El Papa ha recibido en audiencia a la nueva alcaldesa de Roma, Virginia Raggi

En septiembre, nuevo libro de Benedicto XVI

El 1 de julio, en el Corriere della Sera, su vaticanista Luigi Accatoli informaba de que en septiembre aparecerá un libro titulado Benedicto XVI. Últimas conversaciones. Es el fruto de una serie de largas conversaciones entre Joseph Ratzinger y el periodista alemán Peter Seewald (autor de dos anteriores volúmenes en los que recogía declaraciones del entonces todavía cardenal).

De las pocas cosas que se han filtrado sobre esta obra excepcional (será la primera vez que un papa haga balance de su propio pontificado), destaca el que Ratzinger reconozca que para él fue una “sorpresa” la elección de Bergoglio como sucesor suyo. “Había pensado en otros nombres, pero no en él”, reconoce con sencillez.

También desmiente que hubiera sufrido presiones o chantajes antes de anunciar su dimisión. Además, Ratzinger recuerda sus leyes contra la pederastia clerical, su intento de modificar el IOR, su sensibilidad en materia litúrgica y reconoce que llegó a conocer la existencia de un lobby gay” dentro del Vaticano, compuesto por cuatro o cinco personas influyentes, y que logró disolver (que nadie espere nombres, por supuesto).

En Múnich, ciudad tan querida por Benedicto XVI, se han reunido los días 30 de junio y 1 de julio movimientos, comunidades, obras e iniciativas cristianas favorables a los ideales de Europa. En un video mensaje, Francisco les hizo esta advertencia: “Además de algunos muros visibles, se refuerzan también los invisibles, que tienden a dividir este continente. Muros que se alzan en los corazones de las personas. Muros hechos de miedo y de agresividad, de falta de comprensión hacia las personas de distintos orígenes o convicciones religiosas. Muros de egoísmo político y económico, sin respeto a la vida y a la dignidad de cada persona”.

En el nº 2.996 de Vida Nueva

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