La Iglesia venezolana, bajo el acoso del chavismo

cuatro seminaristas en Venezuela vejados, desnudados y golpeados por encapuchados julio 2016

Cuatro seminaristas fueron vejados en Mérida por un grupo de encapuchados

cuatro seminaristas en Venezuela vejados, desnudados y golpeados por encapuchados julio 2016

Los cuatro seminaristas fueron golpeados, desnudados y posteriormente arrojados a una alcantarilla

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | La brecha que separa a Venezuela del estallido definitivo de la violencia parece estrecharse cada día. El viernes 1 de julio, en Mérida, se vivió el (pen)último episodio de intolerancia, afectando en este caso a la Iglesia local. Ese día estaba previsto un acto político en una cancha de fútbol protagonizado por Lilian Tintori, la esposa del líder opositor encarcelado Leopoldo López. Antes de su llegada, un grupo de encapuchados se adueñó de la calle y sembró el terror. Al dar con un grupo de cuatro seminaristas, de entre 16 y 17 años, los golpearon, los desnudaron por completo tras quemar su ropa y los arrojaron a una alcantarilla.

Ese domingo, el arzobispo de Mérida, Baltazar Porras, junto a su auxiliar, Alfredo Enrique Torres, publicó una exhortación pastoral, titulada No a la inequidad que genera violencia, para que se leyera en todas las misas de la diócesis. En ella, desde un “inmenso dolor”, se condenaban estos “bochornosos acontecimientos”.

“Se dirigían a clases de inglés –se detalla sobre los seminaristas– cuando fueron interceptados por unos inadaptados, quienes les preguntaron ‘si eran chavistas o de la oposición’; a lo que estos jóvenes, asustados, respondieron ‘somos seminaristas’, desatándose con mayor ímpetu las iras, golpeándolos, desnudándolos, quemando sus ropas y amenazando a uno de ellos con rociarle gasolina y quemarlo vivo”. Esto último es lo que más hiere a Porras: “Quiero resaltar el hecho de que haberse identificado como seminaristas desató una conducta más agresiva e irracional. Estamos ante comportamientos fascistas y comunistas, que faltan el respeto a los valores espirituales”.

Comandos ocultos

“La forma como actuaron –se profundiza– indica a todas luces que es gente entrenada, tipo comando, para realizar con destreza este tipo de acciones. ¿No indica esto que estamos ante una conducta amoral que no puede ser permitida ni por la sociedad ni por sus autoridades, que están puestas para defender los valores de la misma? (…) ¿Cómo es posible que durante horas estas hordas generen un caos sin que intervengan los órganos de seguridad del Estado? No es la primera vez que sucede esto en nuestra ciudad. No es descabellado pensar que obran así porque tienen la anuencia de quienes tienen como primera obligación resguardar la vida y los bienes de los habitantes”.

“Como bálsamo refrescante –añade Porras–, dejo constancia de los centenares de mensajes recibidos de nuestra feligresía, de la ciudad, del país y del extranjero, expresando su pesar y ofreciendo la solidaridad que nace del amor fraterno y de la necesidad de superar la maldad. (…) Nos duele constatar no haber recibido ni una palabra de parte de las autoridades oficiales. Es un silencio que cuesta asimilar”.

“Como creyentes –concluye la carta–, estamos llamados a ser constructores de paz y esperanza. No hay lugar para el desánimo o la desesperación; al contrario, es una oportunidad de oro para la creatividad, el noble ejercicio de una ciudadanía que no se deja robar sus valores más queridos”. De ahí la llamada a la oración y a buscar “con insistencia los caminos que nos conduzcan a superar la terrible crisis que vive el país”. Hay que hacerlo, invita el pastor, “con racionalidad y respeto, pero con la valentía y el coraje que nacen del amor que Jesucristo nos da”.

En el nº 2.996 de Vida Nueva

 

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