A FONDO – Opinión: Patagonia: tierra de Dios

retrato_Infanti02Por Luis Infanti De la Mora. Obispo vicario apostólico de Aysén (Chile)

Tenía 19 años cuando llegué como seminarista a la Patagonia (en 1973), participando de la labor misionera de los Siervos de María. Hace casi 17 años sirvo como obispo de Aysén en la Patagonia Chilena.

Los desafíos y la vitalidad de esta iglesia hacen que uno se enamore de estas tierras y de su gente, de su cultura, de su historia y de sus sueños. Las bellezas de este privilegiado rincón del mundo llevan a alabar a Dios y reconocerlo como Creador y Señor. Por eso es indignante cuando algunos quisieran adueñarse, poseer, depredar y mercantilizar estos bienes de la creación, creyéndose dueños de ellos.

Esta realidad es lo que ha promovido, especialmente en los últimos 20 años la pastoral en Aysén, ayudando a tomar conciencia, valorar y cuidar el medio ambiente (agua, tierra, energía) como un signo de la belleza y del amor de Dios frente a la invasión colonizadora de empresas multinacionales que han querido imponer proyectos invasivos y depredadores, ofendiendo la cultura, la religiosidad y la historia del pueblo patagón.

Estas nuevas realidades en la Patagonia nos han llevado a reforzar la formación de los agentes pastorales laicos y agentes sociales, no solo en la catequesis, liturgia, formación de comunidades eclesiales, sino también en la responsabilidad social que tenemos, sobre todo desde la fe, para atender el clamor de los pobres y su justicia, como de la hermana madre tierra. Énfasis pastoral remarcado también por el papa Francisco con su reciente Laudato si’.

Esta misión evangelizadora la hemos canalizado con especial atención y prioridad a través de la educación (tenemos 11 colegios católicos y excelentes relaciones con los colegios estatales), de los medios de comunicación social (tenemos una red de 9 radios locales encabezadas por Radio-TV Santa María), de los artistas (sobre todo del canto), de los jóvenes.

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Para fortalecer la cultura, la espiritualidad, la inculturación de la liturgia y la formación y vocación de los jóvenes, estamos promoviendo la devoción y el ejemplo del beato Ceferino Namuncurá, joven, mapuche, patagón, quien bajo su lema tan sencillo y tan abrazador, “quiero ser útil a mi pueblo”, propone una espiritualidad muy integral. Nos impulsa esta opción pastoral el hecho que los descendientes directos de la mamá Rosario del beato Ceferino (la familia Burgos) se estableció hace casi un siglo en Chile Chico, junto al lago General Carrera, en el corazón de nuestra extensa región (más de 100 mil kilómetros cuadrados), donde sus 100 mil habitantes valoran el vivir su fe en una tierra de particulares características místicas y muy acogedora de hermanos migrantes con rostro latinoamericano que ven en la Patagonia una tierra de Dios donde vivir, compartir y crecer en fraternidad, justicia y paz.

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