Los religiosos renuevan su compromiso con la paz

La CRC cree en el diálogo y en la justicia, precedidas de consciencia y memoria

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Como testigos de la misericordia que experimentan en su vocación y en su misión al servicio de la Iglesia y de la sociedad, los superiores mayores que participaron en la LV Asamblea General Electiva de la Conferencia de Religiosos de Colombia (CRC) reafirmaron su fe en el diálogo, el encuentro, el amor y el acompañamiento como pedagogía para allanar los caminos de la paz.

Comprometidos con la justicia y la reconciliación, sin desconocer las polarizaciones, el escepticismo y la desesperanza que se respira en algunos sectores de la sociedad, los consagrados aseguraron que “el diálogo transparente, respetuoso, bien intencionado, lúcido y autocrítico, nos conducirá a construir entre todos un horizonte que muy seguramente, con la sumatoria de fuerzas y posiciones, nos conducirá a la paz”.

Así lo expresaron en el mensaje final que suscribieron al concluir la Asamblea que eligió a la hermana Gloria Liliana Franco Echeverri, ODN, como nueva presidenta de la CRC, y a la junta directiva que animará a la Vida Consagrada colombiana durante el trienio 2016-2019 (ver recuadro).

Nuevas directivas

La junta directiva de la CRC (2016-2019) quedó conformada por tres religiosas (Gloria Liliana Franco, ODN, presidenta; Beatriz Elena Herrera, SSC, 2ª vocal; y Marta Escobar Mejía, CM, secretaría general), tres religiosos sacerdotes (José Orlando Escobar, CM, 1er vicepresidente; Carlos Eduardo Correa, SJ, 1er vocal; y Said León Amaya, OP, 3er vocal) y un religioso hermano (César Augusto Rojas, FMS, 2º vicepresidente).

Paz justa

La coherencia con los valores del Evangelio, por una parte, y la fidelidad a las causas de los pobres, de la justicia y del perdón, por otra, se postulan como “vigas de amarre” para sostener el compromiso de los religiosos con una “paz justa” –en contraposición a la teoría de la “guerra justa”– que valorice “la palabra sencilla y profética que se pronuncia en las orillas de la historia y de la geografía de nuestro país y que se fortalece para enfrentar la minería ilegal, la inequidad, el atropello a toda forma de vida…”. “Queremos hacerlo junto a los laicos, y a otras personas e instituciones que trabajamos para que en Colombia haya cambios estructurales”, comenta la hermana Gloria Liliana, resaltando que “para ello se hace necesario seguir afianzando nuestra presencia en los escenarios donde se construye la paz, a partir de nuestras plataformas educativas”.

Para la CRC, el sueño de la paz no puede ser ajeno a la verdad, la reparación y la reconciliación que apelan a la consciencia y a la memoria: “La consciencia como la posibilidad de contemplar los datos y los hechos de la historia con realismo, sin negaciones ni escapismos, sintiéndonos protagonistas y no meros espectadores pasivos. La memoria, como el recurso que nos mantiene en estado de alerta y hace posible conservar el vínculo con el origen, con el ancestro, con el amor primero, con la verdad primigenia y -¿por qué no?- con el dolor imborrable, con la escena que marcó la existencia y cambió la ruta”.

No se puede vivir sin raíces, es preciso recuperar la dignidad si se aspira a una paz duradera. En este sentido, la Vida Consagrada sosiene que “la consciencia es indispensable para la compasión y la memoria, requisito para el perdón y la reparación”.

Testigos de la misericordia, dispuestos a salir para acoger y cuidar la vida, los religiosos están convencidos de que “otro mundo, otras estructuras y otra forma de mirar la vida y la persona, son posibles y hacia allá estamos dispuestos a enfilar nuestras energías, a la manera de Jesús”.

Óscar Elizalde

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