CHILE: Un encuentro inédito

Monjas contemplativas salieron conventos para visitar y abrazar a reclusas del Centro Penitenciario Femenino de Santiago

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Todas se saludaron con un abrazo emotivo, alegre. Parecían antiguas amigas que se reencontraban. Sin embargo, las que llegaron eran 61 monjas contemplativas que viven enclaustradas en sus seis conventos.
Las recibía un grupo un poco más numeroso de reclusas del Centro Penitenciario Femenino de Santiago.
Era el domingo fiesta de la Santísima Trinidad y estaban realizando una actividad preparada y deseada con mucha anticipación.

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“La visita se gestó para clausurar el Año de la Vida Consagrada y la apertura del Año de la Misericordia, que tiene tanto que ver con las cárceles como lugar privilegiado para hacer vida las obras de misericordia. Además, el nuevo obispo auxiliar de Santiago, religioso franciscano, Jorge Concha, es el vicario de la Vida Consagrada y quiso tener su primer encuentro con la vida contemplativa aquí en la cárcel”, explicó Nelly León, religiosa del Buen Pastor y capellán en este recinto penitenciario.

En esta cárcel hay 850 internas, muchas de ellas condenadas por microtráfico de drogas, y otras tantas por actos de violencia. Vienen de ambientes de mucha pobreza y con daño familiar. Tienen un promedio de 30 años de edad y sus condenas van desde los 5 a los 15 años. Muchas de ellas son reincidentes ya que la falta de oportunidades para reinsertarse en la sociedad es una constante. Nelly indica que el principal problema que ellas viven “es la invisibilidad que las margina, las priva de oportunidades y les impide recuperarse”.

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La noticia más bella

El encuentro tuvo lugar en la celebración eucarística presidida por el arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati, en la capilla al interior de la cárcel. “Las monjas de clausura son los brazos levantados de la ciudad para interceder ante Dios por todos nosotros, especialmente por los que más sufren”, dijo el cardenal. Y aseguró que este encuentro “es la noticia más bella de la Iglesia en Santiago, la noticia más fecunda de hoy. Un encuentro para que las hermanas que contemplan el rostro de Dios todos los días en la oración, lo puedan contemplar también en el rostro de personas que están sufriendo, viviendo un momentos difícil de sus vidas”.

Rostros sonrientes expresaban el gozo compartido en ese cálido día de otoño.

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“Fue un encuentro lleno de gracia. En la alegría se notaba la acción del Espíritu tanto en las hermanas como en las internas”, expresó Nelly León. “El cardenal en su homilía resaltó el hecho de que ambas estaban recluidas: unas por opción y otras por equivocación”, agregó.

Concluida la misa se anunció que las religiosas cantarían una cueca a la Virgen. Una monja expresó su deseo de bailar con una de las internas que estaba vestida de huasa. Y lo hizo. Fue tal su entusiasmo que pronto las siguieron otras monjas y reclusas que bailaron delante del altar y de los obispos, aún revestidos y alegremente sorprendidos.

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Al salir, varias monjas jugaron en las máquinas para ejercicios y juegos dispuestos en el patio alrededor de la capilla. Ana Urrutia, una de las internas, confesó estar “muy emocionada, fue muy bonito el encuentro con ellas, y quedamos admiradas, porque bailaron y usaron las máquinas para hacer ejercicios. No esperábamos eso. Su presencia me dio paz y tranquilidad”. Otra reclusa, Ana Chacón, expresó que las religiosas “nos dan el espíritu del Señor, es una bendición que las tengamos acá. Haber visto a las monjitas de claustro bailar cueca y columpiarse es una cosa nueva”.

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La hermana María Rosa, de las Carmelitas Descalzas del monasterio San José sostuvo: “ha sido una gracia compartir con ellas, sentirme muy hermana, sentir su dolor, su alegría y hacerse una con ellas”.
Un cirio y un denario

La hermana Nelly agrega: “como recuerdo le regalamos una cirio encendido a cada comunidad con el nombre de cada uno de los módulos en que viven estas reclusas, para que las monjas recen todos los días por ellas. Además, a cada religiosa se le regaló un denario hecho por las mujeres para que una decena del rosario sea por las internas, agentes pastorales y personal de gendarmería de este servicio penitenciario.

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Agradezco profundamente esta visita. A todas nos hizo muy bien. Desde ahora que ellas conocieron la realidad de la cárcel sus oraciones tienen rostro y nombre”.

La actividad terminó con un café con torta que las monjas y las reclusas compartieron en el patio Mandela, que es el módulo administrado por la pastoral en el Centro Penitenciario Femenino de Santiago.

ROBERTO URBINA AVENDAÑO. SANTIAGO

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