Después de décadas de preparación, tendrá lugar en Creta del 19 al 27 de junio
PEDRO LANGA AGUILAR, OSA, teólogo y ecumenista | Los preparativos del Santo y Gran Concilio de la Iglesia Ortodoxa o, brevemente, Concilio panortodoxo datan de los años 60 del siglo XX. Una comisión ad hoc los inició y varias conferencias luego se encargaron de promoverlos con secretariado en la institución stauropégica de Chambésy. En Rodas 1968 se alzó la necesidad de un Concilio panortodoxo, a cuyo fin vino, no siempre a buen ritmo, la comisión antedicha.
No será ecuménico, sino “el concilio de las Iglesias ortodoxas”. Nada, pues, de equivalencias con el Vaticano II. Los primados decidieron en Chambésy (21-28/1/2016) que la cita fuera del 16-27/6/16, y no en Estambul, sino en la Academia Ortodoxa de Creta, y con observadores en la apertura y la clausura, amén de una secretaría panortodoxa y apoyo a los cristianos perseguidos de Oriente Medio. El traslado a Creta se debió a tensiones Moscú-Ankara por el derribo del jet ruso en los límites con Siria: corría peligro la presencia del Patriarcado de Moscú.
Las reuniones se están precipitando a medida que se acerca la fecha: la asamblea extraordinaria de obispos de la Iglesia ortodoxa griega lo hizo el 24 y 25 de mayo. Y así, en esos días, las otras Iglesias. Por la Iglesia católica irá previsiblemente el cardenal Koch. Creta, en fin, se propone manifestar al mundo la unidad de la Ortodoxia, cuyo contexto socio-demográfico creció de 124.923.000, al principio del siglo XX, a 274.447.000, en 2010. Ha sonado, pues, la hora del Concilio panortodoxo, la hora de los debates, la hora de la verdad.
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