¿Monja yo? Cómo responden las jóvenes de hoy a la llamada vocacional

Eva Gregorio y Lucía Cabiedas, chicas jóvenes que están en un proceso de discernimiento sobre su vocación religiosa

Lejos de los reclutamientos de otras épocas, la vocación ahora es fruto de un serio discernimiento

Eva Gregorio y Lucía Cabiedas, chicas jóvenes que están en un proceso de discernimiento sobre su vocación religiosa

Eva Gregorio (izq.), de 21 años, está en el último curso de Fisioterapia, y Lucía Cabiedes, 23 años, licenciada en Arqueología. Ambas participan en la experiencia vocacional intercongregacional Monte Horeb

JOSÉ LORENZO | Eva, Lucía y María son unas anomalías estadísticas, piezas cotizadas para sociólogos que sondean el alma de la juventud actual para ver si en ella queda rastro de trascendencia. Según los datos más recientes, salidos del informe Jóvenes 2010 de la Fundación Santa María, estas tres jóvenes están entre el apenas 1% de los chicos y chicas con edades de entre 15 y 24 años que a menudo piensan en elegir la vocación religiosa como opción de vida. Y ahora, con el foco de las cámaras encima tras la emisión del reality Quiero ser monja. Son, pues, rara avis que buscan dar respuesta a una pregunta que les indique cuál es su camino.  

Dadas las dificultades ambientales, los expertos valoran positivamente el que otro 5% de los jóvenes se hayan planteado alguna vez la llamada a la vocación religiosa, según el mismo informe. “Es cierto que se ha perdido aquel elemento de la cultura vocacional que había hace 30 o 40 años. Entonces había reclutadores en masa que se llevaban a grandes grupos de jóvenes, por lo que muchas personas iniciaron un camino vocacional sin un discernimiento adecuado”, señala Óscar Romano, responsable de la Pastoral Juvenil Vocacional de CONFER.

Hoy, cuando los datos de las vocaciones no son buenos, este religioso claretiano considera “un elemento destacable” que los posibles candidatos retrasen el momento de su decisión. “Muchas de las vocaciones que se dan hoy lo son de gente con estudios universitarios, a diferencia de otras épocas, que entraban siendo muy críos. Este es un elemento que marca la tendencia actual y que hace que sea optimista. El empezar con las cosas más claras garantiza un futuro de continuidad. Hemos tocado fondo en el número de las vocaciones y creo que subiremos. Pero los resultados hay que mirarlos no año a año, sino dentro de una década. Los jóvenes entran con más convencimiento. Y en el seno de la Iglesia, en las congregaciones, está empezando una nueva cultura vocacional en donde se está cuidando mucho el proceso previo de discernimiento y acompañamiento”.

La pregunta que lo cambia todo

Justo en esos procesos están embarcadas Lucía Cabiedas y Eva Gregorio, dos jóvenes de 23 y 21 años que han esquivado la tentación de hacerse las sordas ante una pregunta que les rondaba y llamaron a la puerta de Monte Horeb –una experiencia intercongregacional de acompañamiento vocacional– para tratar de obtener respuestas. Una –Lucía–, con los estudios de Arqueología concluidos en la Universidad Complutense. Y Eva, en el último curso de Fisioterapia.

Ambas, con un comecome del que no se podían librar. “Al acabar mis estudios y hacer un recorrido por mi vida –cuenta Lucía–, me di cuenta de que Dios se había hecho presente en todas las decisiones importantes que yo había tomado.Y ahora era yo la que me decía: ‘Venga, esta vez te pregunto yo a ti qué quieres tú de mí…’”.

Reconoce que eludir esa pregunta es la tentación más fácil. “Lo difícil es coger ese hilo y seguirlo. Y es verdad que sientes incertidumbre, porque no sabes dónde acabarás ni si serás capaz de hacerlo bien o si, finalmente, son cosas que tú misma te has inventando y luego no aparece Dios por ningún lado…”. Realmente, esa fase poblada por la incertidumbre es la que más inquieta. “No es tanto la meta como el camino lo que asusta –explica esta joven nacida en Aranjuez–. La meta será, al final, lo que Dios quiera, y entonces, lo que sea estará bien, seremos felices…”.

 
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